Capítulo 3:El guardapelo

1 0 0
                                    

Lauren Mcklein

El sábado llegó con una promesa de tranquilidad. Suzie y yo habíamos planeado pasar un día sin complicaciones en el parque, alejadas de la rutina. Cargamos una mochila con comida, bebidas y una manta que siempre olvido pero que esta vez, por suerte, recordé. El sol brillaba sobre nosotras mientras buscábamos un buen lugar bajo un árbol, donde la sombra era lo suficientemente amplia para cubrirnos sin alejarnos demasiado de la brisa.

—Esto es justo lo que necesitaba —dije, acomodándome en la manta y mirando el cielo despejado. Las voces lejanas de la gente nos envolvían sin ser invasivas, como un murmullo constante que acompañaba el día.

Suzie, sentada a mi lado, parecía estar completamente de acuerdo. Se estiró perezosamente y cerró los ojos por un momento.

—Me alegra que hayas aceptado salir. Necesitas relajarte más seguido.

No respondí, pero sabía que tenía razón. Últimamente, todo había sido demasiado. El estrés de las clases, las expectativas de mi madre, y Fred... aunque no hablaba de él con Suzie, su presencia rondaba en mi cabeza más de lo que me gustaría admitir.

—¿Sabes? Creo que no te he preguntado, ¿cómo van las cosas en casa? —dijo Suzie, rompiendo el silencio, su tono más serio de lo habitual.

Suspiré y miré al horizonte, evitando su mirada.

—Lo mismo de siempre. Mi mamá está igual... Bueno, peor, en realidad.

Suzie no dijo nada, pero su mirada reflejaba comprensión. Era la única persona que entendía lo difícil que era mantenerme a flote en casa, y aunque no hablábamos mucho de eso, su apoyo siempre estaba presente, aunque fuera en silencio.

El día parecía estar fluyendo en esa calma que tanto necesitaba, hasta que vi a alguien conocido entre la multitud de árboles. Al principio, pensé que era solo una coincidencia, pero cuando lo vi claramente, no había duda. Era Fred. Caminaba con las manos en los bolsillos, los hombros encorvados, como si quisiera desaparecer entre la gente.

Me quedé rígida por un momento, mi mente luchando entre la sorpresa y la incomodidad. No esperaba verlo, y mucho menos aquí. Suzie lo notó enseguida.

—Espera, ¿ese no es Fred? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Sí, es él —respondí, sin poder evitar que mi voz sonara un poco más tensa de lo normal.

Fred caminaba en nuestra dirección, aunque parecía más concentrado en su propio mundo que en nosotras. No sabía si se había dado cuenta de nuestra presencia o si simplemente estaba pasando por casualidad. Pero entonces, justo cuando pensé que seguiría de largo, nuestros ojos se encontraron. Fred se detuvo por un segundo, y por un momento pensé que giraría y se iría, como solía hacer.

Suzie lo miraba con curiosidad, sin la habitual energía que mostraba en otras situaciones. Tal vez también había notado la tensión que rodeaba a Fred, o simplemente entendía que este no era el momento para sus bromas habituales.

—¿Va a venir hacia aquí? —preguntó, con voz baja, aunque sin la certeza de que fuera a ser una interacción fácil.

—No lo sé —respondí, igualmente insegura.

Fred avanzó unos pasos más, como si estuviera decidiendo en el último segundo si acercarse o no. Finalmente, llegó hasta donde estábamos sentadas. No saludó de inmediato, solo nos miró, como si evaluara la situación antes de decir algo.

—Hola —dije, intentando romper el hielo.

—Hola —respondió él, con su habitual tono neutral, como si estar allí no fuera más que una casualidad sin importancia.

Callejón De Esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora