Lauren Mcklein
Noah se había integrado rápidamente al grupo, y aunque apenas llevábamos días conociéndolo, parecía como si siempre hubiera estado allí. Su presencia era constante, y cada vez que entraba al aula, mis ojos lo buscaban sin darme cuenta. Había algo en su personalidad que me atraía, algo ligero y despreocupado que me hacía olvidarme del caos interior que había estado sintiendo.
Fred, en cambio, se mantenía distante. No es que estuviera molesto de manera obvia, pero notaba la tensión en sus miradas, la manera en que sus ojos seguían cada movimiento que hacía cuando estaba con Noah. No lo había visto tanto últimamente, y aunque trataba de justificarlo como simples circunstancias, sabía que había algo más.
—¡Me encanta cómo se están llevando! —exclamó Suzie, quien estaba más que encantada con la idea de que Noah y yo fuéramos cercanos. Su entusiasmo era contagioso, pero al mismo tiempo, me hacía sentir un ligero peso en el pecho.
—Es simpático —respondí, intentando sonar casual mientras recogía mis libros.
Suzie me miró de reojo y soltó una risa.
—¿Simpático? Vamos, Lauren, es mucho más que eso. Es encantador. Además, te está prestando tanta atención.
Esa frase hizo que me sintiera incómoda. No porque no me gustara Noah, sino porque, de alguna manera, su cercanía me hacía sentir que estaba fallando a alguien más. Miré a lo lejos, buscando a Fred, pero no lo vi. Desde que Noah apareció, Fred había estado más silencioso, menos presente. Lo extrañaba, aunque no sabía cómo decirlo en voz alta.
Suzie continuaba hablando, pero mis pensamientos estaban en otro lugar. "¿Por qué no he hablado tanto con Fred?", me pregunté. Era como si una barrera invisible se hubiera levantado entre nosotros, una que no sabía cómo romper.
Después de las clases, Noah me sugirió que fuéramos a estudiar juntos, y sin pensarlo mucho, acepté. Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana del café, y mientras revisábamos los apuntes, supe que algo no estaba bien. No era Noah; era la sensación de que algo se deslizaba fuera de mi control. Cada vez que me reía con él, sentía una punzada de culpa. ¿Por qué me sentía tan mal cuando estaba disfrutando de su compañía?
De repente, vi a Fred entrando al café. No estaba solo, pero lo primero que noté fue cómo su mirada se dirigió directamente hacia mí, y luego a Noah. Intenté concentrarme en la conversación, pero su presencia lo cambió todo. Fred no se acercó. Simplemente se sentó al fondo, con una expresión que no pude descifrar.
—Fred está raro, ¿no? —dijo Noah, como si leyera mis pensamientos.
Asentí lentamente, sin saber qué decir.
Noah sonrió, pero esta vez no fue una de esas sonrisas despreocupadas. Parecía que sabía algo que yo no. Eso me puso nerviosa, y empecé a jugar con la esquina de mi cuaderno, tratando de desviar la conversación.
—Quizá solo está... ocupado —dije, aunque ni siquiera yo creía en mis propias palabras. Era obvio que Fred estaba molesto, pero no sabía por qué.
—¿Ocupado con qué? —preguntó Noah, levantando una ceja—. Siempre que lo veo, está solo. O bueno, estaba hasta que yo llegué.
La manera en que lo dijo, con esa mezcla de seguridad y desafío, me incomodó. Era como si Noah supiera que Fred se sentía desplazado, pero no le importara.
—No sé... Fred siempre ha sido así, más reservado —traté de excusar la situación, aunque no pude evitar sentir la incomodidad en mi voz.
—¿Reservado? —Noah soltó una risa suave—. Lo llamaría algo más. Parece que no le caigo bien, y apenas hemos cruzado palabras.
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Callejón De Esperanza
RomanceLauren mcklein,una chica aparentemente muy sociable y alegre llega a su nueva escuela con todos los animos de conocer a alguien, aquí va a conocer a Fred,alguien muy misterioso Pero interesante para ella a pesar de no tener una muy buena fama de ser...