Ha pasado una semana y unos días del... incidente?
Ya volvimos a Miami, hemos estado juntos algunos días, pero debo confesar que últimamente estoy evitándolo.
Prometió no presionarme, no acelerar las cosas, pero hemos estado teniendo conversaciones donde al único punto en qué llegamos es que él ya siente necesario formalizar lo nuestro.
No niego que en cierta medida me gustaría, tengo que aceptar que él me hace muy feliz.
Pero también es cierto que lo ocurrido en L.A me descolocó, he estado pensativa, preocupada, en otro mundo. Realmente me afectó y no solo en la relación con Salo sino con muchos aspectos en mi vida.
Ayer en el estudio Ovy lo notó, tuvimos que suspender la sesión porque no estaba fluyendo como últimamente sí pasaba.
—¿Qué pasa, Caro? ¿Otra vez? —me decía él cansado.
Cuando estoy con Salo, trato de disimularlo, él aún no nota nada raro.
Eso creo.
Muchos miedos que él se encargó de disipar están apareciendo de nuevo.
No estoy en el mejor estado emocional.
Otra vez.
Me genera mucha frustración volver al mismo punto. Lloro más frecuentemente, de hecho en este momento lo hago mientras espero a Salo en mi casa que insistió en venir a visitarme después de ir a trabajar con su hermana.
Decido esforzarme y caminar al baño para no estar tan destruida para cuando llegue. Realmente no tengo ganas de nada, pero lo intento.
Me lavo la cara y busco mis gotas refrescantes para los ojos, esperando disimular el enrojecimiento. Nunca he sido de buen dormir, pero ha empeorado, así que decido usar un poco de corrector para las ojeras.
Me cepillo el pelo para luego poder recogerlo en una cola.
No creo que me vea exactamente "mejor" que hace un rato, pero de nuevo, lo intento.
Siento mi celular vibrar, es Salo que avisa que ya está por llegar. Bajo las escaleras mientras respiro profundo.
Toca el timbre y voy a abrirle.
Lo veo y sonrío débilmente. Entra y me abraza mientras me da un beso en la coronilla.
Pasamos a la sala para acomodarnos en el sofá.
—Voy por mecato o algo para que comamos? —me pregunta.
—Sí, si quieres —respondo.
Va a buscar lo que me dijo a la cocina, mientras tanto enciendo el televisor para buscar qué podemos ver.
Creo que podemos seguir viendo una serie que ya habíamos iniciado juntos.
Regresa y le damos play a la serie.
No estoy prestando atención, mi mente está en otra parte.
Al cabo de un rato, Salo lo nota y pausa el episodio.
Lo miro extrañada.
—Caro ya pues, ya estoy cansado —me comenta.
—Cansado? Cansado de qué?
—Cómo que de qué? —me habla más serio—. Desde lo de Los Ángeles estás distante, pensativa, pero no me había atrevido a decirte nada porque quizás era cosa mía, pero ya me dí cuenta que no lo es. Para mí es muy difícil saber el por qué de tus acciones y de tu actitud si no hablamos las cosas. No sé si el que estés así sea culpa mía o sea de eso que pasó, no sé si pueda hacer algo por ti. Si te soy sincero, eso me está desesperando.
—En parte estoy así de mal por lo de Los Ángeles, pero... también hay algo contigo ahora que lo mencionas. Sabes que yo estoy o estaba... muy decidida con lo nuestro antes de viajar a L.A, pero luego de ese golpe emocional que me generó esa situación y que ahora de lo único que hablemos sea de formalizar lo nuestro, no es fácil para mí.
—Pero no entiendo qué es lo que pasa, íbamos tan bien, yo de verdad pensé que el ritmo que llevábamos era bueno para ambos. Yo creo que ya es hora para eso.
—Salo, tengo la mente nublada, yo... no sé qué me pasa —le digo cabizbaja.
—Yo te entiendo, pero también debes entenderme a mí, a toda hora detrás de ti, tratando de ayudarte, de construir lo nuestro y que te cierres así de la nada luego del camino que ya teníamos hecho?
—Es que yo, otra vez, no estoy en el mejor estado emocional, tampoco quiero que te sientas presionado a estar conmigo, si lo que te molesta tanto es la indecisión —respondo ya un poco alterada.
—Entonces estos meses a la basura? Caro, yo no lo puedo creer.
—Ni yo tampoco, pero si es lo mejor para ambos, qué podemos hacer?
—Y quién ha dicho que es lo mejor para ambos, Carolina?
—Con lo que nos estamos diciendo es suficiente para saberlo.
Las lágrimas ya bajan por mi rostro.
Toma mis manos entre las suyas.
—Yo no quiero que eso pase, te lo he dicho y sabes que lo daría todo por ti, por nosotros —me confiesa y noto la tristeza en su voz.
—Cómo tendría certeza de eso? Esperar a alguien es lo más difícil, no quiero que pases por eso, no quiero que nos hagamos daño, no quiero... repetir la misma historia —digo soltando sus manos y ya sin ocultar mi llanto.
—Hermosa... Por favor no hagamos esto, yo... quiero entenderte, voy a esperarte, podemos hacerlo —me dice mientras empiezan a bajar lágrimas por su rostro.
—No Salo, conmigo en este estado esto no va a funcionar, no nos hagamos esto —hablo con la voz entrecortada.
Nos quedamos en silencio unos minutos, sin mirarnos.
—No te voy a forzar a nada, no quiero que pienses que haría algo que en verdad no desees —rompe el silencio y hace que vuelva a mirarlo.
Asiento con la cabeza mientras me limpio el rostro.
Se acerca a abrazarme, no nos soltamos en un rato. Sus abrazos siempre me reconfortan, pero este me llena de dolor.
Dentro de mí, no quiero soltarlo.
Me da un beso en la cabeza.
—Olvidarte va a ser mi agonía, Caro —susurra—. Te quiero como un hp.
Estoy en una especie de estado de shock, no puedo responderle. Lo aferro más a mí, pero sé que ya debemos separarnos.
Nos despedimos y se va.
Vuelvo a sentirme rota, me duele todo y no hablo de la parte física.
Solo pienso en todas las veces que nos dijimos que nos queríamos.
¿Así tiene que terminar siempre?
«No te vayas sin bailar una última canción».
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Eternamente, tú y yo
RomanceCarolina y Salomón se encuentran una noche donde desean volver a sentir. Al amanecer se ven iluminados, no solo por el sol, sino por el inicio de un amor tan brillante como inesperado. Romance de Carolina y Salomón, narrado por capítulos nombrados e...