Ushka y Masacrik

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Aquella casa ya no era un hogar, poco a poco se convertía en una de escombros y cenizas, era sólo cuestión de minutos.

¿Por qué tan rápido?

Frente a Ushka, estaba un Masacrik que nunca había visto, el lugar donde se suponía que debía estar su oreja izquierda, ahora un brote de sangre que se extendía sobre sus ojos, más rojos de lo que había visto siempre, pero su mirada era la misma, una mirada que fijamente la veía a ella como siempre quiso que lo hiciera.

Con amor.

Y aunque todo esto le dolía tanto, tomó una decisión, se puso en frente de él con los brazos abiertos, cubriéndolo de todo y todos.

—Hazte un lado.

Las palabras de Buttercup no hicieron efecto en Ushka esta vez.

—Entonces acaba conmigo también, porque no dejaré solo a Masacrik...

La expresión de Buttercup se tornó desconcertada, no podía creer lo que escuchaba.

—¿¡Qué te pasa, Ushka!? Este lugar va a colapsar, vamonos ya o me iré solo...

Ni él se lo creía.

—Por favor, no me hagas esto, trato de salvarte, porque somos amigos, ¿Recuerdas?

Ushka dio varios pasos adelante hasta llegar a centímetros de Buttercup, se inclinó y le susurró al oído.

—Perdón por todo, Buttercup.

En ese instante, debido a la guardia baja de Buttercup, Ushka aprovechó para tomar el rifle y le disparó en el brazo.

Ahora, te pregunto, ¿Quién es el psicópata?

—Pero yo moriría por Masacrik, no importa lo que suceda, yo estaré a su lado, tú no sabes nada Buttercup —Las lágrimas de nuevo se desbordaban en su rostro—. A pesar de todo lo amo, así que, vete antes de que esto colapse.

Con el brazo aferrado en la herida, Buttercup la miró por última vez, ahora ni siquiera él pudo contener el llanto.

—¿Es tu última palabra?

Ushka asintió y Buttercup no tuvo más remedio que salir del lugar, la vio una última vez antes de salir por la puerta.

Ya estaba decidido.

Ushka dejó caer el rifle, y colocó a Masacrik en sus brazos, sosteniendo su cabeza en su pecho, no quería soltarlo, ya no.

—Lo siento, Ushka...

La voz rasposa y exhausta de Masacrik provocó más lágrimas.

—Eres un tonto, siempre quise decírtelo.

Masacrik se rió a duras penas y al mismo tiempo, el humo lo hacía toser.

—Tienes...ugh, derecho a decirme lo que sea, Ushka.

Con el corazón apesadumbrado y tomando esta pequeña y quizá última oportunidad, se inclinó más cerca, aferrándose a su cuerpo y le susurró dos palabras, tan solo dos palabras que tanto quería decir.

—Te amo.

—Yo también te amo, lamento no habértelo dicho antes...

Hard LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora