CAPÍTULO 12

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¿La compra de Mandee?.
Nat siempre había pensado que había sido Max el que proponía comprar aquella
empresa, y no al revés.
Max asintió, sin saber que Nat estaba asombrado con la nueva visión de los hechos.
-Fue amarga y muy dura -dijo- Y tuve que asumir riesgos que me hacen temblar cuando
pienso en ellos, ahora que terminó todo hace tiempo. En otros periodos difíciles, siempre te
tuve a ti para encontrar alivio, pero estabas ocupado con Phayu y con el sarampión de los
mellizos. Sé que suena muy egoísta, pero los envidiaba porque ellos obtenían tus cuidados y yo no. ¡Te necesitaba, Nat, pero no podías ayudarme! Y, que Dios me perdone, Yim sí podía -dijo y suspiró con angustia- Con la brillante ayuda de Yim, gané la batalla de Mandee. Pero sabe Dios por qué razón, me sentí tan aliviado que perdí el control y caí en sus brazos.
-¿Cuánto tiempo?
Max lo miró con asombro. -¿Cuánto tiempo qué?
-¿Cuánto tiempo fueron amantes?
Max sacudió la cabeza con una extraña expresión.
-Nunca lo fue, al menos, no en el sentido en que tú lo dices. He intentado decírtelo alguna vez, pero te negabas a escucharme ...
Dios sabe que no te culpo. Al fin y al cabo, te he sido infiel en todo menos en hacer el amor.
Salía con Yim en lugar de volver a casa. Lo invitaba a cenar, a bailar...
-New me dijo que te había visto saliendo de su apartamento -dijo Nat con voz grave.
Max asintió.
-Después de la batalla con Mandee me volví un poco loco -dijo sin poder ocultar cierto
desprecio por sí mismo--. Me quedé sentado aquí bebiendo hasta que no pude volver a casa conduciendo. Yim me recogió y me llevó a su apartamento hasta que estuve sobrio. Oh!
-añadió con una sonrisa cínica-, no me entiendas mal. Él sabía lo que estaba haciendo y yo sabía lo que se proponía, pero ... no pude. No eras tú y, borracho o no, la idea de acariciarlo me ponía enfermo. Debió darse cuenta, porque salió de la habitación. Yo me quedé dormido y no me desperté hasta la mañana siguiente. No tengo ni idea de dónde durmió él aquella noche, pero entró en la habitación mientras yo trataba de recordar lo que había ocurrido, horrorizado por mi comportamiento incluso antes de que me dijera que no me había portado mal para haber bebido tanto.
Se detuvo para tragar saliva y Nay se puso muy pálido.
-Dejó que me atormentara durante meses antes de decirme la verdad. Fue su forma de
vengarse de mí por quitarle la representación de mi empresa y dársela a uno de sus socios. La noche que habló contigo no fue más que un intento de vengarse de mí. Cuando lo llamé, le dije que iba a retirar mis negocios de su esfera. Estoy hablando de mucho dinero, Nat, de una
cuenta muy lucrativa. Que la firma perdiera la representación de mis negocios
completamente no iba a sentar muy bien a sus socios, que lo temen, sobre todo, porque se
puede ir de la lengua. Los insultos que cruzamos son tan viles que no quiero repetirlos, pero me dijo que no lo había tocado nunca, lo que me hizo sentirme mucho mejor. Me dijo las peores
cosas que se le pueden decir a un hombre, pero a mí me sonaron a música celestial, porque me di cuenta de que estaba diciendo la verdad cuando decía que no lo había tocado.

-Y esa es la verdad desnuda ... -dijo mirando a Nat a los ojos- Espero que la creas,
pero no te culparé si no quieres hacerlo.
Nat agachó la cabeza, mirándose las manos que tenia apoyadas sobre el regazo.
Quería creerlo, necesitaba creerlo, pero ...
-Puedes quedarte con todo mi dinero y todo mi poder -dijo Max con voz grave- a cambio de tu perdón.
-Ya tienes mi perdón -le dijo Nat con irritación, pero las dudas no lo abandonaban.
-Entonces ¿qué más quieres que diga? -dijo Max con frustración- ¡No puedo obligarte
a que lo olvides! ¡Sólo tú puedes hacerlo!
Nat perdió la paciencia y se levantó. Le ponía furioso que Max descargara en él
los problemas de su matrimonio. Había revelado mucho de sí mismo, pero aquel hecho no lo ayudaba.
Tal vez aquel fuera su problema. Él, como Max, siempre había ocultado una parte de
sí mismo. Sus sueños, tal como Max los había llamado. Pero, ¿cómo iba él a saber que su sueño era ser su esposo y el padre de sus hijos, si  no se lo había dicho nunca?
¿Podría decírselo en aquellos momentos? Con toda la tristeza y el dolor que había
llevado a sus espaldas en los últimos meses, ¿podría ser tan sincero con él como Max lo había sido con él? ¿Podría serlo con el fin de salvar su matrimonio?
El silencio era espeso. Entonces, al verlos colgados sobre la pared, detrás de donde
Max se encontraba, le dio un vuelco el corazón ..,
Sam, Phai, Phayu y él. Sus propios dibujos enmarcados y colgados en el despacho
de Max.
-Los robé -dijo poniéndose en pie mientras Nat se acercaba a ellos.
-Quería verlos cada vez que lo necesitaba ... ¿Te molesta?
Nat se sorprendió de no haberlos echado de menos. Entonces, recordó el desorden
que reinaba en su casa con los preparativos de la mudanza y sonrió.
-Has quitado las rayas -advirtió observando su retrato y sintiéndose un poco expuesto
por lo mucho que revelaba de sí mismo- Yo no soy así -dijo a pesar de lo que sus ojos le decían.
-Sí lo eres -dijo Max con un orgullo que no le pasó desapercibido a Nat-. Es una
galería familiar. -Pero faltas tú.
-Sí -dijo Max, y la sonrisa desapareció de su semblante-. ¿Por qué Nat? ¿Por qué no
había un retrato mío en ninguno de tus cuadernos?
¿Los había hojeado todos? Vaciló un momento y luego, le dijo la verdad, era la hora de la
verdad.
-Todos me quieren -le dijo mirando los retratos de sus tres hijos- Yo creía que tú ya no
me querías. Traté de dibujarte -añadió-, pero no lograba recordar tus rasgos, así que lo dejé.
-¿Los ha visto Gun?
-¿Qué? -la hosquedad de su voz lo sorprendió y tuvo que pensar por un momento antes
de recordar quién era Gun-. Oh!, no. Nadie los había visto.
-¿Fue muy serio lo que ocurrió entre vosotros?
-En absoluto.
-Lo besaste. Os vi.
-¿Un beso apresurado en un coche? -dijo Nat burlándose de los celos de Max-. No
fue nada, nada en absoluto.
Pero Max no se convenció y lo agarró por los hombros. Nat suspiró. Max lo había
hecho de nuevo, había descargado las culpas sobre ella de modo que tenía que defenderse de algo que ni siquiera había hecho. Sonrió al pensar en lo absurdo que era todo.
-Vuelves a parecerte a ese diablo -dijo-. Ya sabes, el que se ducha con fuego. -Voy a besarte -gruñó Max.
-¿Qué? ¿Aquí en tu despacho? Te equivocas de escenario, cariño, yo pertenezco a tu
otro mundo, ¿recuerdas?
Max lo besó apasionadamente, hasta que Nat se rindió entre sus brazos. Lo besó
hasta que Nat le echó los brazos al cuello y le acarició la nuca, hasta que sus lenguas se
entrelazaron. Los pezones de Nat se erizaron, al tiempo que sentía la urgencia del deseo
de Max contra el vientre.

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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Infidelidad. MaxNat. ADAPTACIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora