CAPITULO 1

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El teléfono empezó a sonar cuando Nat, después de dejar a los mellizos acostados,
bajaba las escaleras. Maldijo entre dientes, se colocó sobre la cadera al pequeño Phayu y bajó apresuradamente los últimos escalones para descolgar el teléfono del recibidor. Se
detuvo paralizado al verse reflejado en el espejo que había sobre la mesita del teléfono.
«¡Dios mío, estás hecho un desastre!», se dijo con desconsuelo. El pelo, de un negro
pálido y su flequillo medio despeinado, estaba húmedo y le caía sobre la frente.
Tenía las mejillas coloradas y la camisa azul claro mojada en varios sitios, allí donde sus tres hijos, a los que acababa de bañar, lo habían salpicado. Phayu empeoraba el aspecto de su padre todavía más tirando de los botones de su camisa, esforzándose por descubrir su pecho. Si ya normalmente era un niño inquieto, en aquellos momentos estaba, además, cansado e impaciente.
-No -le dijo Nat con dulzura pero con firmeza, quitándole la mano de la camisa-Espera.

Besó su cabecita y descolgó el teléfono, sin dejar de fruncir el ceño ante lo que veía en
el espejo;
-¿Diga? -dijo distraídamente, sin darse cuenta de la pequeña pausa que hizo la otra
persona antes de responder.
-¿Nat? Soy New.
-¡Hola, New!
Nat hizo un gesto de sorpresa y se relajó al escuchar a su amigo, y, al hacerlo, se dio
cuenta de que, hasta ese momento, había estado muy tenso, lo que hizo que volviera a ponerse tenso de nuevo. Estaba perplejo, últimamente, se había puesto tenso demasiadas veces.
-¡Phayu, por favor! ¡Espera!
El niño gruñó y él, en broma, le devolvió otro gruñido. En sus ojos marrones se reflejaba
todo el amor y la alegría que sentía por su hijo. Era el más exigente de sus hijos y el de peor carácter, pero lo quería tanto como a los gemelos. ¿Cómo no iba a quererlo si tenía los mismos ojos marrones de su padre?
-¿Todavía no has acostado a esos mocosos? -dijo New con un suspiro.
No se molestaba en ocultar que, para él, los niños eran un incordio. Aunque claro era el
modelo de hombre triunfador, no tenía tiempo para niños. Era alto y pelinegro, y su vida transcurría en un nivel muy diferente al de Nat. New era el sofisticado hombre de mundo, mientras que Nat era el abnegado amo de casa y padre de familia.
Pero era el mejor amiga de Nat. En realidad, era el único amigo que Nat había conservado desde los tiempos del instituto. El único que vivía en Bangkok, como Max y él.
Los demás, por lo que él sabía, seguían viviendo en Chang Mai.
-Dos ya están en la cama y uno está a punto -dijo Nat-. Phayu tiene hambre y está impaciente.
-¿Y Max? ¿Todavía no ha llegado?

Nat detectó el tono de desaprobación de su amigaoy sonrió. A New no le gustaba
Max. Saltaban chispas entre ellos cada vez que se veían.
-No -respondió Nat, y añadió con cierta tristeza-: así que puedes meterte con él
cuanto quieras, que no te va a oír.
En realidad, era una vieja broma entre los dos amigos.
Nat nunca se había molestado porque New le manifestara su opinión acerca de Max. Siempre había permitido que le dijera a él lo que no se atrevía a decirle a Max a la
cara. Pero, aquella vez, un extraño silencio siguió su comentario.
-¿Ocurre algo? --'le preguntó a New.
-Maldita sea -dijo New entre dientes- Sí, la verdad es que sí. Escúchame, Nat. No
me siento muy mal por hacer esto, pero tienes derecho a ...
Justo en aquel momento, un diablillo en pijama apareció en lo alto de la escalera y la bajó a toda velocidad, convertido en piloto de caza y disparando la ametralladora de su avión.
-Necesitamos agua -informó el piloto a su padre, desapareciendo por el pasillo en
dirección a la cocina. -Mira ... -dijo New con impaciencia-, ya veo que estás ocupado. Te
llamo después ... o mañana. Yo ...
-¡No! -intervino Nat de repente- ¡No cuelgues! Estaba distraído, pero no tanto como para no darse cuenta de que lo que New quería decirle era importante.
-Espera un momento que voy a ocuparme de estos mocitos.
Dejó el auricular sobre la mesa y fue a buscar a su hijo mayor.
Nat no era alto, pero era esbelto y tenía una bonita figura. Sorprendentemente
bonita, teniendo en cuenta que había tenido tres niños. Sin embargo, no era del todo
extraño porque, siempre que encontraba tiempo, acudía al gimnasio local, donde nadaba, hacía aerobic y jugaba al badmington.
-¡Te pillé con las manos en la masa! dijo sorprendiendo a su hijo con la mano en la lata de las galletas. Lo miró con severidad y el niño se puso colorado- Está bien, pero llévale una a Sammy. Y no quiero ver ni una miga en la cama -dijo viéndolo salir corriendo, con una sonrisa triunfal, por si su padre cambiaba de opinión.
Nat retomó el teléfono la mesa.
-Perdona, continúa con lo que querías decirme.
-¡Estás casado con un sinvergüenza! -exclamó New-. ¡Maldita sea, Nat, te está tomando el pelo! ¡No está trabajando, está saliendo con otro hombre!
Aquellas palabras golpearon a Nat como un látigo. -¿Qué? ¿Esta noche? -se oyó decir,
sintiéndose como un estúpido.
-No, no esta noche en particular -respondió New con pesar- Algunas noches, no sé si
muchas o pocas. Lo único que sé es que tiene una aventura. ¡Y todo Bangkok lo sabe menos tú!
Se hizo el silencio. A Nat se le heló el aire en los pulmones, fue como si le clavaran
alfileres en el pecho.
-Perdóname, Nat... -dijo New con voz grave, tratando de hablar con suavidad- No
creas que me gusta esto, no importa que ...

Infidelidad. MaxNat. ADAPTACIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora