Nat se dijo a sí mismo en el momento en que se dio cuenta de que se habían ido. La
semana había transcurrido con una tensión insoportable. Max se comportó de un modo frío y distante, sin preocuparse de ocultar su enfado con Nat, así que, todos suspiraron
aliviados cuando se marchó a Lopburi por un par de días.
Pero no se trataba sólo de eso. Era Semana Santa y los niños estaban de vacaciones, así
que pasaban todo el día en casa. Su excitación ante el inminente cambio de casa no ayudaba a que Nat estuviera tranquilo. Muchas veces se entrometían en su trabajo y él no tenía la
paciencia suficiente. Acabó por darles algunos cachetes que no merecían.
Estaba cansado de guardar cosas en cajas cuando oyó el teléfono. Profirió un juramento
y se dirigió a contestarlo, pero dejó de sonar.
Volvió a su tarea sin dejar de maldecir.
Todavía estaba jurando entre dientes, cuando los mellizos entraron en la habitación.
-Era papá -dijo Phai con el semblante muy serio.
No había olvidado la bronca que le hecho Nat por tirar su zumo de naranja sobre el
suelo de la cocina. Para Phai había sido una injusticia, porque lo había tirado cuando lo tomó para Phayu, de modo que su intención había sido ayudar a su padre, pero Nat vio el
pequeño accidente y perdió los nervios.-Ha dicho que te diga que está volviendo de Lopburi -dijo el pequeño con frialdad- Y
que primero irá a la oficina, así que llegará tarde.
«Al cuerno con él», pensó Nat. Que se quedara en su oficina mientras él se encargaba de la mudanza. «¿Haciendo el papel de mártir, Nat?», oyó que le decía la voz de
Max en el interior de su cabeza.
-Le dije que viniera a jugar con nosotros -intervino Sammy.
-Y supongo que él colgó enseguida, muerto de miedo -dijo Nat con sarcasmo.
Los mellizos no fueron ajenos a la crudeza de aquella expresión. Sammy se puso roja de
ira.
-¡No, no dijo eso! -exclamó- ¡Dijo que prefería jugar con nosotros a trabajar! ¡Y tú no
eres un buen papá!
Nat vio que a Sammy se le llenaban los ojos de lágrimas antes de salir corriendo de la
habitación y bajar las escaleras como un rayo seguida de Phai.
Suspirando, apoyó una mano sobre su vientre hinchado y la otra en la frente.
Reconociendo que, probablemente, merecía las palabras de Sammy, se dirigió al piso de abajo. Los mellizos lo ignoraron, fingiendo estar concentrados en la televisión.
Levantó a Phayu del suelo, donde había estado jugando alegremente con su juego de
construcción y miró a Sam y a Phai, con la esperanza de que le devolvieran la mirada para poder decirles que lo sentía. Pero pensó que, tal vez, aquello aumentaría su irritación y salió del salón con el pequeño.
Una hora más tarde estaba a punto de volverse loco. Los buscó por todas partes, pero los mellizos habían desaparecido de la faz de la Tierra. Fue en coche hasta el parque, pensando que podrían estar en los columpios. Fue a la casa de la madre de Max, sabiendo que Mae estaba fuera visitando a unos amigos, pero pensando que los mellizos no lo sabrían y que habrían podido dirigirse allí. Inspeccionó la casa de arriba abajo por dos veces, buscó en el jardín, y llegó a llamar a la nueva casa pensando que podrían haber ido hasta allí de alguna manera. Pero no había sido así. Se disponía a llamar a la policía
cuando sonó el teléfono.
Contestó al instante. Estaba temblando de tal manera que le costaba apoyar el auricular
en la oreja. -¿Señor Uareksit?
-Sí -respondió con un susurro.
-Señor Uareksit, soy la secretaria de su marido ...
Le dio un vuelco el corazón. -¿Está Max ahí? -preguntó.
-No, todavía no ha llegado -respondió la mujer- Pero sus hijos acaban de aparecer preguntando por él y he pensado que ...
-¿Están ahí?
-Sí -dijo la secretaria amablemente, dándose cuenta de la preocupación de Nat-. Sí,
están aquí.
-¡Oh, Dios mío! -exclamó Nat, tapándose la boca con la mano, conteniendo un torrente
de lágrimas- ¿Están bien?
-Sí, están bien.
Nat se sentó en la escalera, invadido por una sensación de alivio. Pero se puso en pie
casi al instante. -¿Puede decirles que se queden ahí, por favor?-dijo casi en un susurro- Voy enseguida, voy enseguida ...
Colgó el teléfono, profirió una pequeña risa nerviosa y se apresuró a preparar a Phayu.
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Infidelidad. MaxNat. ADAPTACIÓN.
FanfictionAdaptación.TODOS LOS CRÉDITOS A LA AUTORA ORIGINAL SINOPSIS Nat y Max tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que Nat pensaba. Pero su feliz existencia se hizo añicos cuando supo que Max tenía una aventura, Entonc...