Mision

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Era un día como cualquier otro para Rumi y Deku, pero la calma se rompería de una manera que ninguno de los dos esperaba. Después de semanas de compartir conversaciones tranquilas en la cafetería, finalmente coincidieron en una misión en la que el trabajo de héroes los obligaría a colaborar.
La ciudad había sido sacudida por un ataque de un grupo de villanos que habían tomado rehenes en un banco. La
Liga de Villanos había estado inusualmente tranquila, pero esta vez, la presencia de Nomus, criaturas artificiales con habilidades monstruosas, indicaba que el ataque era más peligroso de lo habitual. La Agencia de Héroes envió un equipo de emergencia para contener la situación, y tanto Mirko como
Deku fueron llamados al lugar.
Rumi, siempre la primera en lanzarse a la acción, llegó a la escena a toda velocidad. Los villanos habían fortificado el banco y colocado a los rehenes en el centro, usándolos como escudos humanos mientras los Nomus patrullaban el perímetro. No había tiempo que perder.

Cuando vio a Izuku llegar, ya estaba lista para atacar.
—¡Finalmente apareces, Deku! —dijo Rumi, con una sonrisa desafiante-.
Espero que estés listo para patear traseros, porque esto va a ponerse feo.
Izuku asintió, su expresión seria. Sabía lo que estaba en juego.
—Tenemos que salvar a esos rehenes sin ponerlos en peligro. Tú cubre el frente, yo iré por los Nomus —dijo, analizando rápidamente la situación.
Rumi le dio una palmada en la espalda antes de lanzarse al ataque.
-Perfecto. ¡Déjame los villanos a mí! - gritó mientras saltaba hacia el banco, confiando en que Izuku manejaría las bestias que rondaban la entrada.
Con su velocidad y fuerza implacable, Rumi rompió la barricada de los villanos, incapacitando a varios de ellos con patadas que apenas podían seguir con la vista. Sin embargo, uno de los Nomus se dirigió rápidamente hacia ella, y antes de que pudiera reaccionar, Izuku apareció de la nada.
—¡Mirko, cuidado! —gritó Izuku mientras activaba su Quirk al máximo, saltando frente al Nomu y golpeándolo con un
"100% Detroit Smash". El monstruo fue lanzado hacia atrás, pero no cayó.
Los Nomus que enfrentaban eran más fuertes que los que habían visto en misiones anteriores, y aunque Izuku había logrado detener el primero, dos más se acercaban, rodeándolo.
—Estos Nomus son más rápidos de lo normal —murmuró, observando los movimientos impredecibles de las criaturas.
Rumi, consciente del peligro, miró a Izuku desde la distancia, confiando en que podría manejar la situación. Sin embargo, la mirada en su rostro le decía que la batalla sería más dura de lo que pensaban.

—¡Voy por los rehenes! —gritó ella, confiando en que Deku mantendría a los Nomus ocupados mientras ella completaba la misión principal.
Mientras tanto, Izuku enfrentaba a los Nomus con una fuerza impresionante, pero el combate era brutal. Cada golpe, cada intercambio de ataques le exigía más y más, y aunque logró mantenerlos a raya, el costo fue alto.
Después de varios minutos de pelea, uno de los Nomus logró acertar un golpe certero en el costado de Izuku, lanzándolo contra una pared con una fuerza devastadora. El dolor fue inmediato, y aunque intentó levantarse, su cuerpo no respondía.
-ilzuku! —gritó Rumi desde dentro del banco al ver cómo uno de los Nomus lo arrinconaba mientras los otros dos seguían avanzando hacia él.
Rumi había logrado poner a salvo a los rehenes, pero al ver a Izuku en peligro, su instinto heroico la impulsó a actuar. En un instante, estaba sobre el Nomu que lo había atacado, derribándolo con una patada que lo atravesó de lado a lado.
Con un rugido de pura adrenalina, saltó hacia los otros dos, golpeándolos antes de que pudieran acercarse a Izuku.
—¡No te mueras aquí, Deku! —le gritó mientras mantenía a raya a las criaturas.
Finalmente, después de una lucha agotadora, los héroes de apoyo llegaron y pudieron neutralizar a los Nomus. Pero para entonces, Izuku ya había caído inconsciente, gravemente herido por el golpe recibido.
Rumi, jadeando y cubierta de polvo y sudor, se arrodilló junto a él. Apretó los puños, furiosa consigo misma por no haberlo protegido mejor.
—Maldita sea, Deku... no puedes caer aquí —murmuró, antes de que el equipo de rescate llegara y lo transportaran al hospital.
Horas después, Rumi se encontraba frente a la puerta de la habitación del hospital donde estaba Izuku. Había estado vagando por los pasillos durante un rato, sin saber muy bien qué hacer. No estaba acostumbrada a preocuparse de esa manera por alguien más, pero después de haber compartido tantas tardes en la cafetería con él, había comenzado a verlo de otra manera. No era solo otro héroe; era Deku, un tipo genuino, fuerte y, a pesar de su seriedad en las misiones, sorprendentemente tranquilo.
Finalmente, tomó aire y entró.
Izuku estaba en la cama, rodeado de máquinas que monitoreaban su estado.
Aunque estaba cubierto de vendajes y conectado a varios tubos, respiraba tranquilamente, dormido por la medicación. Verlo en ese estado era un recordatorio de lo peligrosas que podían ser sus misiones, incluso para los héroes más poderosos.
Rumi se acercó y se sentó en una silla junto a la cama, cruzando los brazos y mirándolo fijamente.
—No es justo que mpre seas tú el que termine en el hospital,
al —murmuró, recordando los rumores de cuántas veces Izuku había sido hospitalizado durante sus años de entrenamiento-.
Deberías cuidarte más.
Pasaron varios minutos en silencio. Rumi no era buena para quedarse quieta, pero esta vez, no parecía tener prisa. Estar allí, asegurándose de que Deku estaba bien, se sentía... correcto.
Cuando Izuku comenzó a moverse ligeramente, sus ojos abriéndose lentamente, Rumi se inclinó hacia adelante, poniéndose de pie.
—¿Estás vivo, o tengo que patearte para despertarte del todo? —bromeó, su voz
áspera pero con un toque de preocupación.
Izuku sonrió débilmente al verla.
-Lo logré, ¿no? Los rehenes están a salvo... —murmuró, su voz baja y llena de cansancio.
Rumi asintió, cruzándose de brazos con una expresión seria.

—Sí, pero casi te matas en el proceso.
Estás loco, Deku.
El soltó una pequeña risa, aunque el dolor le impidió hacerlo más fuerte.
—Lo importante es que todos están a salvo... y tú también estás bien.
Rumi lo miró fijamente durante unos segundos, sin responder. Luego suspiró, sacudiendo la cabeza.
-Eres increíble, Deku. Pero también muy idiota. Tienes que aprender a no llevarlo todo al límite. Hay otros héroes en el equipo, no siempre tienes que cargar con todo tú solo.
Izuku asintió lentamente, aún débil.
—Lo intentaré... la próxima vez — murmuró.
Rumi soltó una risa suave y se volvió hacia la ventana, mirando el horizonte por unos segundos antes de volverse hacia él.

—Descansa. No tengo intención de estar aquí toda la noche cuidándote, pero si vuelves a hacer una locura como esta, te aseguro que la próxima vez no seré tan indulgente.
Izuku sonrió, cerrando los ojos mientras el cansancio volvía a apoderarse de él.
-Gracias, Rumi... por todo.
Rumi se quedó en silencio unos segundos más, observándolo mientras se dormía de nuevo. Luego, con una pequeña sonrisa que apenas se dejó notar, salió de la habitación, dejándolo descansar.
La conexión entre ellos, aunque sutil y sin grandes gestos, se había hecho más fuerte esa noche.
Aquí lo tienes, ¡sin cambios ni añadidos!
Espero que lo disfrutes tanto como la primera vez.

Un poco de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora