Enamorados

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La luz de la mañana comenzaba a filtrarse a través de las cortinas del apartamento de Rumi. El suave resplandor iluminaba el desordenado salón donde Rumi, aún en su traje de héroe, había caído rendida en el sofá después de una larga noche de misiones y videojuegos con Izuku. Su cabello plateado estaba esparcido por el brazo del sofá, y un leve ronquido escapaba de sus labios.

Izuku, quien se había despertado primero, se la quedó mirando un momento, sonriendo ante la imagen de la feroz heroína durmiendo tan plácidamente. Sabía que debía llevarla a su cama. Con cuidado, se acercó y, tratando de no despertarla, la cargó en brazos. Aunque Rumi era increíblemente fuerte, en ese momento parecía ligera como una pluma en sus brazos.

"Espero que no se despierte y me golpee por esto," pensó con una sonrisa mientras la llevaba a su habitación.

Con cuidado, la acomodó en su cama, arropándola con una manta. La observó unos segundos más, notando cómo su respiración se relajaba en el sueño profundo. Después de asegurarse de que estaba cómoda, Izuku se dirigió de nuevo al sofá, decidido a dejar que Rumi descansara. Se acomodó como pudo, encogiéndose un poco debido al espacio reducido y finalmente, a pesar de la incomodidad, cayó dormido.

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A la mañana siguiente, Rumi despertó sintiéndose más descansada de lo que esperaba. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que no estaba en el sofá, sino en su cama. Parpadeó confundida, recordando vagamente haberse quedado dormida después de los videojuegos.

"¿Cómo llegué aquí?" pensó.

Se levantó rápidamente y se puso de pie, estirándose. Entonces notó algo extraño: Izuku no estaba a su lado. Con el ceño fruncido, se dirigió hacia la sala y allí lo encontró, dormido de manera incómoda en el sofá, con una pierna colgando y la cabeza inclinada en una posición que parecía casi dolorosa.

Rumi sonrió ante la imagen. "Este chico..." pensó con cariño.

Se acercó en silencio, agachándose a su lado y susurrando suavemente:

—Deku... buenos días.

Izuku se removió un poco, abriendo lentamente los ojos para encontrarse con la cara sonriente de Rumi. Estaba despeinada y con los ojos aún medio cerrados, pero parecía mucho más despierta que él.

—¿Qué...? —dijo, aún desorientado.

—Te quedaste dormido en el sofá —dijo Rumi, aguantando una risa—. Me llevaste a la cama, ¿verdad?

Izuku se frotó los ojos y asintió, todavía medio dormido.

—No quería que durmieras incómoda... Así que te llevé a tu habitación.

Rumi lo observó con una mirada tierna, algo que rara vez mostraba con tanta claridad. Se inclinó un poco hacia él y le dio un beso suave en la frente.

—Gracias, Deku. Eres un buen chico —le dijo con una sonrisa.

Izuku se sonrojó, todavía sintiendo la calidez del beso de Rumi, pero se enderezó, estirando los brazos.

—No hay de qué. ¿Cómo dormiste?

—Como una roca —respondió ella, sentándose en el borde del sofá—. Pero creo que es hora de ponernos en marcha. Nos espera otra misión hoy, ¿recuerdas?

Izuku asintió, poniéndose de pie. Aunque estaban cansados, la vida de un héroe no se detenía.

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Más tarde, ambos estaban en camino hacia el lugar de la misión: un almacén cerca del puerto donde, según informes, una banda de villanos estaba almacenando armas ilegales. Al llegar, notaron la presencia de varios guardias en la entrada. Estaban armados, pero no parecían tener ningún Quirk peligroso. Sin embargo, sabían que no debían subestimar a nadie.

—Tenemos que ser cuidadosos —dijo Izuku en voz baja mientras ambos observaban el edificio desde una distancia segura.

Rumi, con su actitud típica, sonrió y se preparó para atacar.

—Lo dices como si fuera a hacerlo de otra forma —respondió, y en un instante, saltó desde su posición, lanzándose directamente hacia la entrada.

Izuku ya estaba acostumbrado al estilo directo de Rumi. Mientras ella se encargaba de los guardias de la entrada, Izuku decidió atacar desde otro ángulo. Activó su **One For All** y corrió hacia el costado del edificio, buscando una entrada secundaria. Al llegar, utilizó su fuerza para abrir una puerta oxidada y se adentró en el almacén.

Dentro, encontró una docena de villanos. Algunos ya estaban preparando las armas para distribuirlas, mientras que otros parecían estar organizando los envíos. Uno de ellos, un hombre alto con el Quirk de generar explosiones menores, lo notó y gritó:

—¡Es un héroe! ¡Ataquen!

Izuku no dudó. Cargando energía en su brazo, lanzó un **Delaware Smash** directo hacia el villano que había dado la orden. La onda de choque hizo que varios de los criminales retrocedieran, pero algunos comenzaron a atacar. Mientras tanto, Rumi había terminado con los guardias de la entrada y se unió rápidamente a la batalla, abriéndose paso entre los enemigos con poderosas patadas.

—¡Vamos, Deku! ¡Muéstrales lo que tienes! —gritó Rumi mientras se lanzaba hacia un villano que intentaba atacarla con cuchillas. Con una patada giratoria, lo derribó de un solo golpe.

Izuku, inspirado por la energía de Rumi, aumentó el poder de su **Full Cowling** y comenzó a moverse más rápido, esquivando ataques y contraatacando con precisión. Uno de los villanos lanzó una ráfaga de fuego hacia él, pero Izuku lo esquivó con facilidad y, utilizando el impulso, lanzó un **Manchester Smash** que lo dejó fuera de combate.

Sin embargo, uno de los criminales, más grande y con un Quirk que le permitía endurecer su piel como metal, se lanzó hacia Rumi, intentando atraparla en un golpe brutal. A pesar de su rapidez, el villano logró alcanzarla, derribándola al suelo.

—¡Rumi! —gritó Izuku, preocupado.

Antes de que pudiera reaccionar, Rumi se recuperó rápidamente. Con una sonrisa desafiante en su rostro, utilizó toda su fuerza para patear al villano directamente en el estómago, enviándolo volando hacia una pared cercana. Izuku se relajó, sabiendo que, como siempre, Rumi no necesitaba ayuda para lidiar con los problemas.

Con los villanos derrotados y el almacén asegurado, ambos se miraron, respirando con dificultad pero satisfechos.

—Nada mal para un día de trabajo, ¿eh? —dijo Rumi, limpiándose el sudor de la frente.

—Definitivamente —respondió Izuku, sonriendo—. Pero siempre me preocupa cuando te lanzas de cabeza a la batalla.

—Y siempre lo haré —dijo ella con una sonrisa—. Así es como soy, Deku.

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Más tarde, después de entregar a los villanos a la policía, volvieron a la cafetería. Había sido un día agotador, pero las responsabilidades continuaban. Mientras preparaban el lugar para abrir, Izuku se acercó a Rumi, recordando algo que había pasado durante la misión.

—Oye, ¿recuerdas cuando ese villano casi te atrapa? Estuviste increíble.

Rumi, mientras limpiaba una mesa, lo miró con una sonrisa.

—Gracias, Deku. Pero tú también estuviste genial. Nunca dejas de sorprenderme.

—Siempre lo intento —dijo Izuku, tomando un trapo y ayudándola a limpiar.

Mientras terminaban de preparar la cafetería, comenzaron a hablar de cosas triviales, riendo y bromeando como de costumbre. Para ellos, después de todo el caos de las misiones y las luchas, estos pequeños momentos de normalidad eran lo que realmente importaba.

—¿Sabes? —dijo Rumi, inclinándose contra el mostrador—. Nunca pensé que disfrutaría tanto estar en una cafetería. Pero contigo, todo es más divertido.

Izuku sonrió, sintiendo lo mismo.

—Me alegra que pienses eso. A mí me pasa igual.

Con una sonrisa mutua y el sonido de los primeros clientes entrando por la puerta, el día continuó, con Rumi e Izuku disfrutando de cada pequeño momento juntos.

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Un poco de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora