~No creerás lo que ven tus ojos,
sí diez millones de luciérnagas~
Frente al firmamento, aún podía escuchar los gritos ensordecedores. Las bestiales llamas. El olor a carne quemada, el dolor infernal que sentía en sus extremidades.
~Iluminan el mundo mientras me quedo dormido.
Porque han llenado el aire y dejado lágrimas por todas partes~
Su error, el descontrol final, provocado por una cadena de acciones irreversibles. Las brasas ardían junto al fuego azul. Las estrellas se ocultaron por el humo, un gran manto espeso, el cual contenía los restos planos.
~Creíste que soy grosero,
pero solo me quede de pie y mire. ~
Su voz, esa dulce voz. Aquel canto lo tranquilizaba frente al caos.
¿De donde provenía? ¿Quién era la dueña de dicho canto? Sentía haberla escuchado antes, le parecía bastante familiar.
—Bill—
~Me gustaría hacerme creer,
que el planeta tierra gira lento~
El fuego había pasado a segundo plano, se sentía hipnotizado. Por primera vez desde que había llegado a este manicomio, dejaba de lado las imágenes borrosas de su mente trastornada.
—¡Bil!l—
El demonio se levantó de golpe, tuvo que cerrar el ojo por la blanquecina luz de la habitación. Con dificultad se sentó al borde del sillón en el que había estado recostado, para mirar frente a él a su incompetente psiquiatra. Una rana azul de ojos saltones, con gafas y bata blanca encima de su pretenciosa ropa. Usaba suéter de cuello de tortuga ¿Acaso a todos los cerebritos les gustaba usar eso?
—¿Todo bien? — preguntó el terapeuta, en busca de respuestas, el comportamiento del demonio había cambiado drásticamente hace un par de minutos. Ya habían intentado practicar la regresión, pero siempre terminaba de forma drástica; no obstante, hoy había sido diferente.
~Es difícil decir que preferiría quedarme despierto cuando duermo.
Porque nada es nunca lo que parece~
El amarillo se tallo el ojo, sentía como su cabeza daba vueltas. ¿Por qué seguía escuchando esa voz? Era la de una fémina. Fuerte y chillona, como si se tratase de un adolescente.
~Porque recibiría mil abrazos de diez mil luciérnagas.
Mientras me enseñan cómo bailar~
—Bill ¿Necesitas apoyo? — la rana se paró preocupada, en un intento de acercarse, pero fue parada por la pequeña mano del triángulo, el cual no hacía más que tallarse la frente con el ojo cerrado, en busca de callar aquella melodía. Al mismo tiempo sonó la campanilla que indicaba el término de la sesión.
~Un foxtrot sobre mi cabeza, un calcetín bajo mi cama.
La bola disco está balanceándose solo de un hilo~
—Ya terminó esta nimiedad — habló por fin el demonio un tanto desconcertado, ahora estaba escuchando risas y el chillido de un ¿Cerdo? — Así que lárguese de aquí —
La rana asintió pegando un suspiro, para acercarse a la puerta.
—Si necesitas algo, sabes que puedes llamarme a cualquier hora— Fue rotundamente ignorado y sin más salió. Dejando nuevamente solo al amarillo.
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"Mi camino" (MabelxBill)
FanfictionLa sensación de tocar su suave piel, el calor que le brindaba con un simple roce de sus manos lo estaba volviendo loco. Esa inaudita atracción que lo pone demente, afloraba algo desconocido, una paz que pensó haber olvidado hace siglos, la cual cre...