Plan de escape

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"Quisiera poder hacer algo por ti, pero si no aceptas mi propuesta no sé que más podría hacer.
Si te soy sincero, estoy confundido y luchando con dos partes de mi. Una que me dice que rompa todas las reglas por ti y otra que me hace sentir culpable de pensar así, porque moralmente para mí no es lo correcto, Altagracia.
Pero también trato de entenderte, si yo estuviera en tu lugar haría lo mismo.

Lo intento, pero no puedo aceptar tu decisión. Te han condenado 20 años en ese lugar, ¿cómo pretendes que me quede de brazos cruzados? Viendo como la vida se te va, entonces eso significa que a mí también.

Quisiera hacerte recapacitar, pero sé que no lo lograré ¿por qué eres tan terca?
Tengo un plan...."

Sebastián y yo habíamos estado intercambiando cartas los últimos tres meses, venía a verme cuando podía y yo intentaba formar una valla alrededor de mi corazón para no ilusionarme cada vez que tocara mi mano y que nuestras miradas se cruzaran por accidente.

Él siempre mantenía su compostura, firme ante su vocación: ser cura.
Yo, por el contrario, no podía evitar querer besarlo a pesar de saber que eso era algo prohibido.

Cuando me contó su plan, quedé pasmada. Y al igual que él me empecé a cuestionar si era lo correcto, no porque fuera un delito, sino porque esto lo metería en problemas si llegase a salir mal.

Su plan era que fingiera que algo me había caído mal en el estómago y cuando me fueran a trasladar al hospital, ahí aparecería el.
Y así fué, pasaban las horas y dije que no me sentía bien hasta que me prestaron la suficiente atención como para sacarme de ahí.

- ¡Me duele! - dije en un quejido retorciéndome en la camilla.

- No soporto seguir escuchando tus quejidos - dijo el guardia que estaba conmigo.
- Voy rápido por un café, no te muevas, Mujer de Judas. -

- Doctor, necesito algo más para el
dolor - dije al ver a alguien en uniforme entrando a la habitación.

- Siéntate - dijo bajandose un poco el cubre bocas.

- Sebastián - susurré.

Me senté en la silla de ruedas esperando no morir en nuestro intento de fuga y me debatía lo que estábamos haciendo, Sebastián estaba yendo en contra de todo por mi.

- Nunca voy a olvidar esto - dije volteando la cara para verlo.

- ¡Detenganse! - dijo un oficial corriendo tras de nosotros.

El pánico se empezó a apoderar de mi y me levanté de la silla para comenzar a correr lo más que pudiéramos.

- ¡Ah! - gemí del dolor. -

Bajé la mirada hacia mi pecho para encontrar un hueco que tenía entrada en mi espalda y salida en mi pecho.
La sangre corría y fue cuando me di cuenta de que había sido una bala de los policías que venían detrás de nosotros.
Sebastián me miró horrorizado y me cargó entre sus brazos.

Con suerte estábamos cerca ya de la salida, probablemente tumbamos a algunas personas que estaban ahí. Me estaba sintiendo mareada como para estar segura.

*Altagracia había perdido mucha sangre en el transcurso del hospital a mis terrenos, gracias a Dios una amiga de la familia vive cerca y pudo ir a darle atención y suturar la herida.

Mientras la observaba dormir recordaba cuando nos conocimos, era tan dulce que no podía ignorar el hecho de que dedicarme a ser cura le cambió la vida. Notaba su sonrisa cada vez más apagada cuando iba a la iglesia a reprocharme cualquier cosa. Y cuando desapareció de repente, me preguntaba qué sería de su vida, sin saber que dentro de ella estaba creciendo el fruto de nuestro amor al otro lado del mundo. Al contrario de lo que ella debe pensar, la extrañaba todos los días de mi vida e incluso me cuestionaba si había tomado la decisión correcta, al igual que ahora. Aprobaron mi dispensa, lo que significa que ya no soy cura, Altagracia aún no lo sabe.
Alguna vez fue todo con lo que soñé, con servirle a Dios hasta mi último día. Pero una parte de mi siempre le perteneció a Altagracia. Me siento un hombre dividido en dos, entre mi vocación y el amor de mi vida. Pero ya no hay vuelta atrás, tomé esta decisión pensando en Altagracia y en mi hija, Gloria. Soñando con un futuro juntos y en poder tenerla en mis brazos.

Soy cómplice de fugarme con Altagracia pero, ¿en realidad está mal?
Porque ella no ha hecho nada para estar en prisión o al menos no algo que ellos conozcan.... Y aunque los demás no lo sepan, Dios y yo lo sabemos.
Al mismo tiempo lucho con sentirme culpable por renunciar a los hábitos, pero sé que es lo que Dios quiere.


*Nota de autor: ¿cómo están?
Se viene mucho drama, les aviso.
Arriba les dejé el video del momento en el que muere Sebastián en la versión original para que tengan una idea de cómo fue. De igual manera en algún momento él mismo lo narrará, pero para que si alguien no conoce la original, no esté confundido.
Díganme que tal les pareció.
💗🎬

La Mujer de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora