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Presente

El frío de diciembre me calaba hasta los huesos. Había salido de la escuela sintiendo cómo el viento helado me azotaba la cara, pero lo que más dolía no era el clima, sino la ausencia de Seokmin a mi lado. En días como estos, él siempre estaba allí, con su sonrisa cálida y sus bromas tontas, agarrándome la mano para calentarla y asegurarse de que no me congelara. Pero hoy no estaba. Y eso me hacía sentir más fría que cualquier viento de invierno.

Apreté los puños en los bolsillos de mi abrigo, tratando de mantener mis manos lo más calientes posible, mientras caminaba por el sendero que siempre tomábamos juntos. Todo se sentía desolado sin él. Lo más triste era que sabía por qué no estaba aquí, o mejor dicho, con quién estaba.

Giré en la esquina del parque, mi lugar favorito, y ahí estaban. Seokmin y Hari. Ambos reían como si el frío no existiera, como si el mundo fuera solo para ellos dos. Los vi sentados en un banco, compartiendo una taza de café caliente, y sentí que algo dentro de mí se rompía en mil pedazos.

No debería haber venido por aquí, pensé. Sabía que esto iba a doler, pero parte de mí aún esperaba verlo solo, tal vez esperándome como antes. Me detuve un momento, incapaz de seguir caminando. El peso de lo que veía era demasiado. Me sentía atrapada en ese lugar, congelada no solo por el clima, sino por la realidad de lo que estaba sucediendo.

—Eunsoo... —La voz familiar de Mingyu me sobresaltó. Giré la cabeza para verlo de pie a mi lado. No lo había escuchado acercarse, pero ahí estaba, con esa expresión que solía poner cuando sabía que algo andaba mal, pero no estaba seguro de cómo abordarlo.

—¿Mingyu? —murmuré, tratando de sonar lo más normal posible, aunque mis ojos seguían fijos en Seokmin y Hari.

Mingyu se acercó más y, sin decir nada más, se quitó su abrigo y me lo puso sobre los hombros. Su abrigo era enorme, cubriéndome casi por completo, y lo agradecí más de lo que pude expresar en ese momento. No era solo el calor físico que proporcionaba, sino el gesto. Se quedaba allí conmigo, en silencio, mientras yo miraba a la persona que amaba con alguien más.

—Hace frío, y... ya sabes, no puedo verte congelarte —dijo finalmente, rompiendo el silencio incómodo. Lo miré y sonrió, aunque su sonrisa parecía algo triste.

—Gracias —susurré, apretando el abrigo a mi alrededor—. No tenía idea de que estuvieras por aquí.

—Yo tampoco planeaba estarlo. Solo... te vi desde lejos y pensé que tal vez necesitabas esto —dijo, señalando el abrigo.

Le di una sonrisa, o al menos, lo que pude forzar como una sonrisa.

—¿Sabes? —continuó Mingyu, rascándose la nuca nerviosamente—. Creo que me equivoqué al decirte que te confesaras a Seokmin.

Mis ojos se desviaron hacia él, sorprendida por sus palabras.

—No lo digas así —le respondí rápidamente, aunque mi corazón dolía con la verdad de lo que estaba diciendo—. Tú solo intentabas ayudarme. Fue mi decisión confesarme, no tuya.

Mingyu sacudió la cabeza, frustrado.

—Sí, pero... Míralo ahora, Eunsoo. Mira cómo te sientes. Todo es incómodo ahora, entre tú y él. Y no debería serlo. Sé que te duele, y no quiero que te sientas así —me miró con esa mirada preocupada que solo él podía poner, como si quisiera arreglar todo pero no supiera cómo—. Seokmin es mi amigo, y tú también lo eres. Y lo que pasa ahora... no sé, siento que es culpa mía por empujarte a hacerlo.

Suspiré, bajando la mirada hacia el suelo cubierto de nieve.

—No es culpa tuya, Mingyu —le dije suavemente—. Siempre supe que Seokmin y yo... jamás seríamos algo. Lo sabía incluso antes de confesarme. Simplemente... necesitaba intentarlo. Necesitaba sacarlo de mi sistema.

Unrequited love - Lee Seokmin/ Kim Mingyu E N  R E V I S I Ó NWhere stories live. Discover now