Capítulo 12

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Mundo de los vivos

Ayla volvió en sí y su cuerpo fue dejado con suavidad sobre el frío suelo de aquella cabaña. Mason observó a la chica y vio que estaba llorando y quiso acercarse a ella, pero temía que volviera a apartarle. Vio como Davin se intentaba acercar a ella, pero esta lo apartó. Algo le decía que ella ya había descubierto todo, por lo que se acercó aunque ella intentara apartarle. La abrazó y la retuvo en sus brazos, acariciándole la espalda con suavidad. Por suerte, ella no se apartó.

—¡Aléjate de mi novia, fantasma de pacotilla! —Le gritó Davin a Mason, desde su posición. A penas podía moverse por todo el dolor que tenía en su cuerpo.

—Cállate, Darwing.

—Es Davin. —Se molestó el chico. No sabía de dónde había salido ni qué hacía con su novia, pero no le gustaba ni un pelo.

—Lo sé, pero es más gracioso ver cómo te molestas por eso. El caso, Darwing, es que no te mereces a Ayla ni en un millón de años, imbécil.

—Y tú qué sabrás. —Escupió enfadado.

—La verdad. Lo sé todo y ella acaba de descubrirlo, porque si no, ¿no va a querer que te acerques a ella?

—Cariño. —Le susurró a Ayla. Hizo el intento de tocarla de nuevo, pero ella lo apartó antes de que sus manos se tocaran.

—Vete a la mierda, Davin. Estoy muerta por tu culpa. ¡He estado un puñetero año entero en el Infierno sufriendo! ¿Sabes lo que es eso? —Davin se quedó callado—. Claro, ¿qué vas a saber? Fui yo quien murió y fue llevada hasta allí, no tú, cuando quien conducía eras tú.

—Angelito, no sufras, él sufrirá más que tú en todo un año, el karma los va a castigar a los tres.

Ayla miró a la Calumnia, aún había cosas que no comprendía. ¿Por qué la había mandado al Infierno? ¿Qué era lo que Mason sabía? Porque parecía saberlo todo. Y lo más importante, ¿qué había sucedido la noche en que había fallecido?

—¿Qué es lo que me falta por saber? —Cuestionó a la demonia, acercándose a ella. Sabía que no le haría daño, ella solo estaba aquí porque era su trabajo—. ¿Qué es lo que sabes tú?

Se giró hacía Mason, quien antes de llegar al mundo de los vivos, había sido detenido en el Purgatorio. Le habían mostrado su muerte, su cruel e injusta muerte a causa de las mismas personas que se encontraban en la habitación. Las mismas personas que habían causado la muerte de Ayla. Quiso responderle mas antes de poder hacerlo, la Calumnia levantó en el aire a Davin y a Maven, sentándolos en el sofá. También sentó a Vincent, quien cayó al suelo debido a su propio peso muerto. Nunca mejor dicho.

Una risotada de la Calumnia fue todo lo que se escuchó allí dentro, las respiraciones de los vivos parecían haberse detenido, mientras que Mason y Ayla no sabían bien cómo proceder, ni que iba a suceder a continuación.

—Sentaos, angelitos. Es la hora de contar historias.

La Calumnia tomó asiento en el suelo, sentándose sobre el cuerpo inerte y partido a la mitad de Vincent, se encogió de hombros ante la mirada horrorizada de los vivos, de todas formas el muerto no iba a decirle nada, en esos momentos debía de estar en el Infierno, siendo convertido en lengua de fuego por sus hermanas.

Mason copió su ejemplo, tirando suavemente de la mano de Ayla. Davin tuvo que morderse la lengua para no soltar un insulto, el tío estaba tocando a su novia sin su permiso, ¿pero quién se creía? Lo que más le cabreaba era el hecho de que ella parecía encantada, incluso disfrutaba del tacto del muerto. Pensó que si ambos no estuvieran muertos ya, los mataría allí mismo.

—Curioso pensamiento, humano —habló la Calumnia de nuevo, rompiendo el tenso silencio—. Aunque has de confesar que no es la primera vez que lo piensas, ¿cierto?

Maven miró a su amigo, ¿aquella cosa podía realmente leerles el pensamiento? No quiso saber qué tipo de pensamiento había tenido cabida en la mente de Davin, no le hacía falta, ella ya lo sabía. El mismo pensamiento que a ella le azotaba con fuerza de vez en cuando.

Justamente el mismo pensamiento que la había llevado a matar a Ayla un año atrás. O al menos a intentarlo, porque la chica no había muerto en sus manos ni en la de ninguno de sus amigos, fue un accidente. O eso es lo que le contaron a la policía una vez que lograron sacar algunas partes del cuerpo de Ayla de la carrocería achicharrada.

—Septiembre de hace dos años, ¿qué sucedió en septiembre? —la Calumnia no estaba dispuesta a que ninguno se fuera por las ramas.

Mason se puso tenso en su lugar, era su turno. Su verdad. Aunque él ya la había visto. Su mirada se encontró con la de Ayla, que lo miraba preocupada. Ella aún no sabía nada, pero lo sabría. Y solo esperaba que ella no se viniera abajo, porque sus destinos no habían sido muy distantes, sobre todo porque habían estado en las manos de las mismas personas que tenían justo delante de ellos.

Davin miró al suelo, lo recordaba a la perfección. Su primera víctima, su primer asesinato premeditado. Maven sonrió orgullosa, ella no era como Vincent que se arrepentía, ni como Davin que luego se sentía culpable. A ella la culpa ni la llenaba ni la llamaba, muchas veces había creído que carecía de sentimientos, incluso su familia le había gritado en ocasiones que no poseía ni un solo ápice de humanidad, pero se equivocaban.

Estaba enamorada y el amor era un arma de doble filo. Eso lo sabía de primera mano ella.

—Asesinamos a nuestra amiga —respondió, alzó la barbilla en señal de orgullo. Ayla se llevó las manos a la boca, tapándosela. ¿Quiénes eran aquellas personas a las que había llamado amigos?—. Y al salir del escenario del crimen, atropellamos a un chico matándolo en el acto, no nos detuvimos ni a comprobar si aún respiraba. Aceleramos y le partimos el cráneo en dos.

La mirada de la chica se fijó entonces en Mason, quien aguantaba las lágrimas al mismo tiempo que trataba de no derrumbarse. Lo había visto en el purgatorio, lo había visto todo y se acordaba demasiado bien ahora.

Como salió de casa y unos policías lo interceptaron, echó a correr evitando así que lo atraparan. Como un coche se saltaba el paso de peatones y lo atropellaba, su cuerpo siendo enviado unos metros más hacía adelante, raspándolo entero. Escuchó el acelerón del coche y como su cabeza se partía. Murió allí, solo, en medio del arcén. Ni siquiera llegó al hospital con vida, no pudieron hacer nada por él allí.

Y luego apareció en el Infierno.

Miró hacía el lado, evitando la mirada de la mujer que lo había asesinado y se encontró con la mirada de Ayla. Quién estaba comenzando a juntar las piezas del puzle en su mente.

Ellos habían asesinado a una chica, también a Mason. Y por último a ella.

—¿Y la otra chica?— preguntó Ayla, girando su rostro hacía la Calumnia quien se había mantenido en silencio.

Esta se encogió de hombros.

—En el Nivel Nueve, esa si era mala. Aunque no merecía una muerte así desde luego, ¿pero quién soy yo para juzgar?

Ayla no quiso mirar a nadie, pero necesitaba saberlo. No había visto qué sucedía después de que Davin y ella se marcharan en el coche, no sabía cómo había fallecido. Pero sí conocía quién había sido la culpable. Levantó el rostro, impidiendo al temblor que le recorría el cuerpo que hiciera acto de presencia, se armó de valor y miró a los ojos de su asesina.

—¿Y a mí? ¿Qué me hicisteis a mí?

Maven volvió a sonreír, esperaba con ansias esa pregunta.

🖤

Hello, ¿cómo vamos? Nosotras muy tristes quedan muy muy pocos capítulos para ponerle punto y final a esta historia.
Esperamos que os esté gustando, ¿cuáles son vuestras opiniones hasta ahora? ¿Qué pensáis que pasará?
Nos vemosnel domingo con otro capítulo, besos🖤

La venganza de Las CalumniasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora