Extra 2: Dolor

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Había algo diferente en Soobin ese día. Lo noté desde el momento en que lo vi, desde la forma en que sus ojos evitaban los míos, y cómo su sonrisa, normalmente cálida, parecía forzada. Había aprendido a leerlo con el tiempo, a reconocer cuando algo no estaba bien, aunque él no lo dijera.


Nos habíamos quedado en su casa, como solíamos hacer los fines de semana. Era nuestro lugar seguro, lejos de los ojos del mundo, donde podíamos ser nosotros mismos sin tener que fingir. Pero esta vez, el ambiente era distinto. Soobin estaba inquieto, como si estuviera a punto de decir algo pero no supiera cómo. Pasó gran parte del tiempo en silencio, y aunque intenté hacerle preguntas, siempre cambiaba de tema o me sonreía, intentando ocultar lo que claramente estaba sintiendo.


Nos sentamos en el borde de su cama, ambos mirando hacia la ventana, donde la lluvia caía suavemente. El silencio entre nosotros se volvió denso, casi sofocante. Sabía que algo andaba mal, pero no quería presionarlo. Soobin siempre había sido reservado, guardando su dolor para sí mismo. Pero ese día, sentía que estaba a punto de derrumbarse, y yo no sabía cómo ayudarlo.Después de un rato, me acerqué un poco más, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura, apoyando mi cabeza en su hombro. Sentí cómo su cuerpo se tensaba al principio, pero luego se relajó lentamente en mi abrazo.


—Soobin, ¿qué está pasando? —susurré, tratando de que mi voz fuera lo más suave posible, sin querer presionarlo, pero sabiendo que necesitaba hablar.Soobin no respondió de inmediato. Pude sentir cómo su respiración se volvía más pesada, más irregular. Y luego, sin previo aviso, giró hacia mí, enterrando su rostro en mi cuello.  Su cuerpo comenzó a temblar, como si estuviera tratando de contener algo que ya no podía mantener adentro.


—Lo siento... —fue todo lo que dijo, con una voz rota y débil.Mis brazos lo rodearon con más fuerza, y lo sostuve mientras él comenzaba a desmoronarse. Lágrimas silenciosas empapaban mi camiseta, y cada sollozo que reprimía parecía arrancarle algo de dentro. Nunca lo había visto así, tan vulnerable, tan devastado. Sentí mi corazón romperse junto al suyo, deseando poder aliviarle el dolor que lo estaba consumiendo.


—Soobin... estoy aquí, por favor, déjame ayudarte —dije, mi voz apenas un susurro, mientras acariciaba su espalda en un intento de consolarlo.


Finalmente, levantó la cabeza, sus ojos rojos e hinchados, llenos de una tristeza que me hacía daño ver. No dijo nada al principio, solo me miró con una mezcla de dolor y culpa. Y entonces, sin decir una palabra, me besó. Fue un beso desesperado, como si intentara aferrarse a algo, a mí, a cualquier cosa que pudiera detener el dolor que claramente sentía.


Correspondí a su beso, tratando de transmitirle todo el amor que tenía por él, esperando que de alguna manera, eso pudiera curar lo que estaba roto dentro de él. Nuestros labios se encontraron una y otra vez, en besos que eran más un grito de ayuda que un gesto de cariño. Sentí sus manos aferrarse a mi camiseta, tirando de mí como si temiera que pudiera desaparecer.


Cuando el beso finalmente terminó, apoyó su frente contra la mía, su respiración pesada y entrecortada. Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos, y aunque intentaba contenerlas, era evidente que ya no podía más.


—No puedo más, Kai... —susurró, su voz quebrada—. No puedo seguir fingiendo que todo está bien.


Mi corazón se encogió al escuchar esas palabras. Sabía que Soobin estaba lidiando con algo, pero nunca había imaginado que su dolor fuera tan profundo. Siempre había sido tan bueno escondiéndolo, siempre sonriendo, siempre asegurándome que estaba bien, que no tenía que preocuparme.


—No tienes que fingir más, Soobin —le dije, acariciando suavemente su rostro—. Estoy aquí, y siempre lo estaré. No importa lo que sea.


Soobin me miró, sus ojos llenos de desesperación.


—Es que... no sé cómo decirlo, no sé cómo hacer que entiendas lo que siento. Todo... todo se siente tan oscuro a veces. Me duele tanto, pero no sé cómo explicarlo. No quería que te preocuparas, no quería que te sintieras obligado a cargar con esto, pero no puedo más... simplemente no puedo.


Lo sostuve con más fuerza, sin decir nada. No había palabras que pudieran hacer desaparecer su dolor, pero lo que sí podía hacer era estar allí, sostenerlo mientras se rompía, y demostrarle que no estaba solo. Mis labios encontraron los suyos nuevamente, pero esta vez fue un beso suave, lleno de consuelo.


Nos quedamos así por lo que parecieron horas, abrazados, besándonos entre lágrimas y susurros, mientras el peso de todo lo que Soobin había estado ocultando finalmente caía sobre nosotros. Sentí su dolor como si fuera el mío, y aunque no podía entender completamente por lo que estaba pasando, estaba decidido a ayudarlo de cualquier manera posible.


Finalmente, Soobin se quedó en silencio, sus lágrimas cesaron, aunque su cuerpo seguía temblando levemente. Me quedé junto a él, acariciando su cabello, murmurando palabras tranquilizadoras, hasta que finalmente, lo sentí relajarse un poco más en mis brazos.


—No estás solo, Soobin —le susurré, besando suavemente su frente—. No importa cuán oscuro se sienta todo, nunca estarás solo.Soobin no respondió, pero asintió levemente, aferrándose a mí como si fuera su ancla en medio de la tormenta. Y en ese momento, supe que, aunque no podía borrar su dolor, lo que sí podía hacer era estar allí, a su lado, mientras ambos intentábamos encontrar la manera de seguir adelante.

𝐸𝑦𝑒𝑠 𝑜𝑛 𝑦𝑜𝑢 [𝑺𝒐𝒐𝒌𝒂𝒊] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora