Oscuridad

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El sonido de la lluvia repicaba sobre el tejado mientras la fría brisa de la tarde entraba por la ventana, pero todo a mi alrededor se sentía distante, como si no estuviera realmente allí. La habitación estaba llena de susurros, de condolencias vacías que no lograba escuchar del todo. No podía procesar lo que estaba ocurriendo.

Soobin... ¿Cómo es posible que ya no esté?

Me encontraba de pie, inmóvil, viendo su cuerpo reposar en esa caja de madera, tan pálido, tan frío. Mi Soobin. El amor de mi vida. El chico que llenaba cada rincón de mi mundo con luz, ahora se había ido, y no podía hacer nada para traerlo de vuelta. Mis piernas temblaban, mi pecho dolía como si alguien lo estuviera estrujando con fuerza. Y aun así, no podía pronunciar ni una sola palabra.

Sólo podía llorar.

Las lágrimas caían sin que pudiera controlarlas, resbalando por mis mejillas, pero no lograba emitir ni un sonido. Mis labios estaban sellados por el dolor, y la angustia me asfixiaba. Miré sus manos, esas manos que siempre me sostenían cuando yo tropezaba o cuando me hacía daño. Esas manos que ahora yacían inmóviles, sin vida. ¿Cómo podía ser real?

"Hueningkai, por favor... ven, siéntate", escuché la voz de Beomgyu, suave y llena de preocupación, pero no podía moverme. No podía ni siquiera girar la cabeza para mirarlo.

Tae estaba a su lado, intentaba acercarse y colocar una mano en mi hombro, pero yo me aparté, sin siquiera saber por qué. No podía soportar que me tocaran. No en ese momento. Ninguna palabra, ningún gesto iba a poder aliviar el vacío que sentía en el corazón.

"Kai, estamos aquí contigo", dijo Beomgyu, su voz apenas un susurro, pero no los escuchaba realmente. Era como si el sonido estuviera amortiguado por una pesada nube que envolvía todo mi ser. Todo lo que podía sentir era la ausencia de Soobin.

El resto del velorio pasó en un borroso desfile de caras familiares y desconocidas. Personas que me abrazaban, que susurraban palabras de consuelo que se perdían en el aire. Pero nada de eso importaba. Lo único que importaba era que él ya no estaba.

Pasaron días. Semanas.

No volví al colegio. No podía. Cada rincón de ese lugar me recordaba a él, cada aula, cada pasillo. Cada banco en el que solíamos sentarnos. ¿Cómo iba a enfrentarme a eso? No tenía el valor. Simplemente me quedé en mi habitación, encerrado en mi propio dolor, incapaz de aceptar la realidad.

Mis padres intentaron hablar conmigo, pero yo no respondía. Beomgyu y Tae también lo intentaron varias veces, me mandaban mensajes, llamaban, pero yo no contestaba. No podía. Solo me quedaba tumbado en la cama, mirando al techo, con los ojos secos de tanto llorar. Nada tenía sentido sin él.

A veces, me quedaba mirando los pequeños peluches que Soobin me había regalado en nuestras salidas. Estaban todos alineados en la repisa de mi habitación, cada uno con su propia historia, cada uno un recuerdo de un momento que ahora parecía tan lejano, tan dolorosamente inalcanzable. Nunca había sentido tanto dolor en mi vida.

Soobin era mi mundo. Él era todo para mí, y ahora se había ido. No me había preparado para esto. ¿Cómo podría haberlo hecho? Siempre pensé que él estaría a mi lado, que superaríamos cualquier cosa juntos. Pero nunca me imaginé que el dolor que él llevaba dentro era más grande de lo que yo podía ver. Nunca me di cuenta de lo mucho que estaba sufriendo.

La carta que dejó, esa maldita carta, la había leído mil veces. Pero no me daba respuestas, solo me daba más preguntas. ¿Por qué no me lo dijiste, Soobin? ¿Por qué no me dejaste ayudarte? Sé que no lo puedo cambiar, pero no puedo evitar sentirme responsable, como si hubiera fallado de alguna manera.

El sol seguía saliendo cada día, pero para mí, el tiempo se había detenido. La vida continuaba, pero yo ya no sabía cómo seguir sin él.

El reloj de la pared marcaba las horas, pero yo ya no las contaba. Los días habían perdido su forma, y las noches eran un interminable mar de dolor y desesperación. Era como si el tiempo se hubiera congelado desde el momento en que Soobin se fue, llevándose consigo mi voluntad de vivir. Ya no tenía fuerzas para nada.

Intenté volver a la escuela una vez. Me puse el uniforme, el mismo que había usado cientos de veces antes, pero ese día, se sintió más pesado que nunca. El trayecto hasta la puerta de mi casa fue tortuoso; cada paso me recordaba a Soobin, a las veces que caminábamos juntos, riendo, hablando de cosas que ahora parecían insignificantes pero que en su momento eran todo lo que importaba.

Cuando llegué a la puerta, me detuve. No podía hacerlo. No podía enfrentar a la gente, las miradas llenas de compasión, los susurros que hablarían de lo que pasó. El simple pensamiento de volver a ese lugar sin él me aplastaba. Mi pecho se comprimió y no pude respirar. Sentí que me iba a desmoronar. Entonces, di media vuelta, volví a casa y no volví a intentar salir desde entonces.

Días, semanas... había perdido la cuenta.

Mi habitación se convirtió en una prisión de recuerdos. No tenía la fuerza para moverme de la cama. Los peluches que Soobin me regalaba ahora eran mi única compañía. Los abrazaba con desesperación, buscando algún rastro de él en ellos, algún consuelo, pero no lo encontraba. La ausencia de Soobin lo llenaba todo, como una sombra que no podía sacudirme.

El teléfono sonaba de vez en cuando. Sabía que era Tae o Beomgyu, preocupados por mí, intentando sacarme de este abismo, pero no contestaba. No podía. Hablar con ellos significaba enfrentar la realidad, y no estaba preparado para eso. No quería aceptar que Soobin ya no estaba. A veces me convencía a mí mismo de que, si no lo decía en voz alta, si no lo enfrentaba, tal vez, de alguna manera absurda, no sería cierto. Tal vez, si me quedaba lo suficientemente quieto, el mundo me devolvería a Soobin.

Pero el mundo no funcionaba así.

El dolor físico comenzó a mezclarse con el emocional. No comía, apenas dormía, y cuando lo hacía, solo tenía pesadillas. Soñaba con Soobin, viéndolo al otro lado de una puerta que no podía abrir. Lo llamaba, pero él no respondía. Solo me miraba, con esa misma expresión triste que llevaba antes de irse. Despertaba empapado en sudor, el corazón latiendo con fuerza, pero no había alivio al despertar. Solo vacío.

Empecé a preguntarme si alguna vez podría volver a sentir algo que no fuera este inmenso dolor. Soobin había sido mi todo. Me había enseñado lo que era amar de verdad, me había mostrado lo que era sentirse completo, y ahora que él se había ido, sentía que no quedaba nada en mí. ¿Cómo se supone que siga adelante? Todo me recordaba a él. Cada rincón de mi habitación, cada canción que solíamos escuchar juntos, cada película que veíamos acurrucados en el sofá.

La culpa también me aplastaba. ¿Cómo no vi lo que estaba pasando? Soobin llevaba tanto dolor dentro de sí, y yo, que lo amaba más que a nada en este mundo, no lo noté. Estaba tan cegado por mis propios sentimientos, por mi propia felicidad, que no vi lo mal que él estaba. Y ahora ya era demasiado tarde. Nunca podré perdonarme por eso.

Recuerdo la última vez que lo vi sonreír. Fue una sonrisa pequeña, casi imperceptible, pero estaba ahí. Era su manera de asegurarse de que yo no me preocupara. Soobin siempre fue así, poniendo a los demás por delante de sí mismo, incluso cuando estaba roto por dentro. Y yo... Yo no lo vi hasta que fue demasiado tarde.

El tiempo seguía pasando. El mundo seguía girando, pero yo estaba atrapado. No podía seguir adelante, no sin él. Me sentía como si estuviera en una caída libre, sin ningún lugar al que aferrarme. Todo lo que antes tenía sentido se había desmoronado.

Tae y Beomgyu vinieron a casa varias veces. Al principio, intentaron hablarme, hacerme reaccionar, pero después de un tiempo, creo que también se dieron por vencidos. Sabían que no podían hacer nada para sacarme de este estado. La verdad es que nadie podía.

"Hueningkai, estamos aquí para ti", decía Tae cada vez que venía, pero sus palabras no llegaban a mí. Era como si estuviera sumergido bajo el agua, incapaz de escuchar nada más que mi propio dolor.

Soobin había sido lo mejor de mi vida.

Ahora, sin él, no sabía quién era yo.

𝐸𝑦𝑒𝑠 𝑜𝑛 𝑦𝑜𝑢 [𝑺𝒐𝒐𝒌𝒂𝒊] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora