Capítulo 5: Un paso hacia lo inevitable

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Lucero sintió su corazón acelerado mientras caminaba hacia la casa de Mijares. Cada uno de esos veinte pasos parecía pesarle más que nunca. El sonido de sus tacones resonaba en la noche tranquila del vecindario, y la distancia entre ellos, aunque pequeña, se sentía infinita.

Al llegar a la puerta, levantó la mano para tocar, pero se detuvo. Las dudas la invadieron. ¿Qué iba a decirle? ¿Y si él ya había decidido seguir adelante sin ella? Sabía que había cometido errores, pero ¿podría Mijares perdonarla después de todo?

Antes de que pudiera decidirse, la puerta se abrió y allí estaba él, con su inconfundible presencia. Llevaba una camiseta sencilla y unos jeans, pero para Lucero, seguía siendo el hombre que había amado desde siempre. Se quedó sin palabras por unos segundos, hasta que Mijares rompió el silencio.

—¿Lucero? —preguntó, claramente sorprendido al verla en su puerta tan tarde.

—Manuel... —empezó ella, su voz temblando ligeramente—. Necesito hablar contigo.

Él la observará por unos segundos, tratando de leer sus intenciones. Aunque había decidido seguir adelante, verla allí, en la puerta de su casa, despertaba sentimientos que creía haber dejado atrás.

—Está bien —respondió finalmente, haciéndose a un lado para que entrara.

Lucero cruzó el umbral, sintiendo el ambiente familiar de su casa. Cuántos recuerdos compartidos en ese lugar. Ambos se sentaron en la sala, un silencio tenso llenando el espacio. Lucero buscó las palabras adecuadas, pero no sabía por dónde empezar.

—Sé que lo arruiné —dijo finalmente, sus ojos encontrándose con los de Mijares—. Sé que te lastimé, y lo siento tanto. Pero tenía miedo. Miedo de lo que sentía por ti... y de perderme a mí misma en el proceso.

Mijares escuchaba atentamente, pero su rostro no mostraba demasiada emoción. Había escuchado excusas antes, y aunque amaba a Lucero, no estaba seguro de si podía volver a confiar en ella.

—Y luego te fuiste con Michel —dijo él, con una voz calmada pero llena de dolor—. Me diste esperanzas y después desapareciste.

Lucero bajó la mirada, sintiendo el peso de sus acciones.

—Lo sé, Manuel. Pensé que estar con él me ayudaría a olvidarte, pero todo fue un error. Michel es un buen hombre, pero no es a quien amo... siempre ha sido tú.

Mijares se quedó en silencio, procesando lo que ella decía. Sus palabras eran sinceras, pero aún no estaba seguro de si podía volver a abrir su corazón. Había sido demasiado difícil verla con otro, sabiendo que él había esperado por ella.

—¿Por qué ahora? —preguntó él, mirándola a los ojos—. ¿Por qué decidir luchar ahora?

Lucero respiró hondo, sabiendo que esta era su única oportunidad.

—Porque me di cuenta de que nunca te dejé de amar. Me di cuenta de que te necesito, de que quiero luchar por nosotros. Y no me importa lo que tenga que hacer para demostrarte que esta vez es real.

El silencio entre ellos se volvió casi insoportable, hasta que Mijares habló nuevamente, esta vez con una voz más suave.

—Lucero, no sé si puedo volver a confiar en ti. Me rompiste una vez, y no sé si podría soportarlo de nuevo.

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Lucero, pero no retrocedió.

—No te pido que me perdones ahora mismo —dijo, su voz quebrándose—. Solo te pido una oportunidad para demostrarte que he cambiado, que quiero estar contigo. Te amo, Manuel, y estoy dispuesta a luchar por ti... por nosotros.

Mijares se levantó de su asiento, caminando hacia la ventana mientras procesaba lo que Lucero le había dicho. Una parte de él quería perdonarla, pero otra parte temía que todo volviera a ser como antes. Entonces, escuchó una voz familiar detrás de ellos.

—Papá, ¿qué pasa? —era Lucerito, quien acababa de llegar a casa después de salir con unas amigas. Al ver a su mamá allí, sus ojos se iluminaron—. ¿Mamá?

Lucero se sintió débilmente al verla, pero no pudo contener las lágrimas que seguían corriendo por su rostro.

—Beba —dijo Mijares con una leve sonrisa, tratando de disimular la tensión—. Tu mamá vino a hablar.

Lucerito, siempre sensible a la situación entre sus padres, se acercó a ellos con una mirada comprensiva. Sabía que su mamá estaba luchando por recuperar a su papá, y aunque todo era complicado, ella nunca había dejado de creer en ellos.

—Papá... mamá nos ama —dijo Lucerito, colocando una mano suave sobre el hombro de su padre—. Ustedes se pertenecen. Lo sabes.

Mijares miró a su hija, y luego a Lucero, que seguía sentada, esperando una respuesta. Aunque aún estaba lleno de dudas, las palabras de Lucerito resonaron en su corazón. Había pasado años impidiendo enfrentar sus sentimientos por Lucero, pero ahora, con ella aquí, pidiendo una segunda oportunidad, algo dentro de él empezó a suavizarse.

—No sé si esto funcionará, Lucero —dijo finalmente—. Pero estoy dispuesto a intentarlo... si tú realmente lo estás.

Lucero se movió rápidamente, las lágrimas de alivio brotando.

—Haré lo que sea necesario, Manuel. Lo prometo.

Mientras esas palabras quedaban en el aire, Lucerito sonó, sabiendo que el primer paso hacia la reconciliación había sido dado. El camino no sería fácil, pero lo importante era que ambos estaban dispuestos a caminarlo juntos.

Buenasss, otra capitulo más! Espero les guste, besos y saludos.
No se olviden de votar y comentar 🫶 besitos de spawler

A Veinte Pasos del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora