Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
(Alba, Federico García Lorca)Amelia
—La revolución tiene nombre de mujer, Meli —comentó Martín mientras me encontraba limpiando los pinceles que utilicé para terminar con los retoques de mi última pintura, la cual si tenía mucha suerte podía llegar a ser parte de la pequeña exhibición que iban a hacer en el Prado con los artistas locales—, por eso deberías inscribirte al partido porque en él hay mujeres como tú que desean que su voz sea escuchada, ser importantes —relató mientras yo solo lo escuchaba pacientemente como siempre cuando salía con su discurso de que debía ser parte del partido—, mujeres que desean ser más que solo una cara bonita o la armonía del hogar —sentenció—, nosotros creemos en la igualdad y en que si luchamos por eso llegaremos a crear una España más justa y sobre todo más igualitaria en donde ningún hombre será más que otro ni tampoco ninguna mujer tendrá menos derechos que los hombres —afirmó tan seguro de sus palabras que solo pude sonreír porque lastimosamente era más que consciente que las cosas no eran como él las pintaba y que llegar a lo que él proponía era una utopía que con toda probabilidad no sucedería nunca, por lo que suspiré y dejé los pinceles limpios sobre el mesón para luego poner mis manos en jarra y enarcar la ceja ante las palabras cargadas de ánimo y cambios que el moreno siempre me regalaba.
—Lo sé, entiendo que en el partido hay muchas mujeres destacables pero ya sabes que no creo en la política, Martín, al menos no en la actual donde todos buscan su beneficio antes que el del resto —respondí encogiéndome de hombros ante el hecho de que sabía que muchas personas como mi hermano estaban dispuestos a dar hasta su vida por los aires de cambio que se vivían en todo el país, pero también era consciente que en los tiempos revueltos en los que vivíamos lo mejor era no tomar bandos porque en las últimas semanas desde el octubre rojo, la situación nacional era un caldo de cultivo para que cualquiera de los dos lados de la moneda tomasen las armas y se crease una zona de guerra—, de hecho, lo mejor que puedes hacer en este momento es solo mantener tus ideas contigo que los tiempos no están muy buenos para creerse revolucionario —sentencié antes de suspirar y que el menor frunciera el ceño ante mi respuesta—, entiendo que sí existen personas como tú que lo único que buscan es mejorar España y de verdad desearía ver el futuro con tus ojos pero lo único que veo es cómo las calles se están llenando de sangre inocente porque a pesar de la lucha, hay personas que jamás van a soltar su poder y esto nos puede llevar a algo mucho más grande y sangriento de lo que nos arrepentiremos toda la vida —determiné antes de acercarme al menor y quitar un mechón rebelde de su rostro para luego sonreírle con cariño—, creo que deberías tomarte más tranquilo todo esto y disfrutar de tu juventud, chaval —decreté—, salir con tus amigos, conocer a chicas, yo que sé, Martín hacer lo que los chicos de tu edad hacen y no meterte de lleno en este terreno fangoso que es el partido —admití ante el hecho de que a pesar de que la mayor parte del tiempo apoyaba a ciegas al moreno, en los últimos meses el temor de que le pasara algo me tenía intranquila porque lo conocía tan bien que sabía que mi hermano no era de los que luchaban pacíficamente sino que él deseaba ser parte de algo más grande, de lograr que el mundo cambie aunque tuviese que sacrificar su vida con ello—, esto se le está saliendo de las manos hasta para el gobierno de la república así que mi consejo hermanito es que trates de buscar otra forma más pacífica de seguir tus ideales porque como van las cosas solo te vas a meter en más problemas —aseveré cruzándome de brazos mientras Martín solo renegaba con ese ceño fruncido que conocía a la perfección porque era el mismo gesto que hacía desde que era un niño y no le permitía salir a jugar.
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De cara al sol, de espalda a la luna
Ficção HistóricaLas noticias anunciaban que la guerra había terminado en todo el mundo, sin embargo, aún quedaba un pedacito de mundo que muchas veces no lo era, donde la guerra se vestía de hábitos y se pregonaba con una fuerza tan avasalladora que terminó siendo...