CAPÍTULO 1: "¿En serio tengo que ir?"

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Grace

Cojo mi bolso negro y me lo cuelgo solo de un lado. Resoplo y me giro a mirar a mis padres.

-¿En serio tengo que ir?- pregunto.

-Sí, es tu hermano- dice mi madre.

-Ya lo sé, y estoy muy orgullosa de él, pero no me caen bien los del equipo- digo, y no miento. Esos chicos son insoportables.

Mi hermano, Danny, es tres años mayor que yo y, luego de muchísimo esfuerzo, ha conseguido entrar en el equipo de primera división de fútbol once. Hoy juega un partido muy importante que podrá abrirle muchas puertas en el fútbol y vamos a ir a verle. Yo no tengo ganas, y no por él, sino por sus compañeros que casi todos me caen mal.

Mis padres ya han salido de casa. Me miro una última vez al espejo. Llevo una camiseta del equipo que juega mi hermano, que es azul oscuro y con el escudo del equipo en rojo, que está en el pecho izquierdo, unos vaqueros campana negros y el pelo rizado recogido en una coleta alta.

Salgo de casa y cierro la puerta principal con llave, y luego me dirijo hacia el coche. Abro la puerta y me siento detrás del asiento del copiloto. Mi madre arranca el coche y comienza a conducir. Miro por la ventana y me fijo en que el cielo ya está oscuro, aún son las seis y media de la tarde, pero ya es invierno así que anochece antes. El partido empieza a las ocho y media, y hay que estar allí con antelación, sobre todo siendo familiares de un jugador. Nosotros vamos en un sitio especial, por así decirlo. Tenemos un sitio VIP reservado, que lo ofrece el club a las familias de sus jugadores.

A los quince minutos, mi madre está aparcando en un aparcamiento reservado para nosotros. Aparca el coche. Abro la puerta y salgo, y la brisa del aire me revolotea el pelo.

Al salir del parking, nos encontramos con Cynthia, la manager de mi hermano. Lleva su pelirrojo pelo recogido en un moño alto muy elegante y viste una falda de tubo negra que le llega hasta un poco más arriba de la rodilla, y una camisa de seda blanca. Mis padres la saludan, yo solo finjo una sonrisa y los sigo cuando empiezan a andar. Ellos están charlando, mientras yo sigo el sonido de los espléndidos tacones de Cynthia, que nos guía a nuestro palco VIP.

Al llegar, me fijo en los asientos, que son negros, tienen un posavasos y son acolchados. Sobre ellos hay unas toallitas húmedas. Desde ahí, están las mejores vistas del campo.

Cynthia da unas indicaciones, las cuales no escucho. Luego se va y nos deja en la sala.

Nada más se va, quito las toallitas húmedas del asiento y me siento con total comodidad. Pienso quedarme dormida. Mis padres se acomodan en los asientos, mientras hablan.

Al rato, llega un camarero a servir unas bebidas, la cual rechazo, pero pido agua. Durante todo ese tiempo, lo único que hago es deslizar vídeos en mi móvil.

A las ocho en punto, empiezan a salir hombres de la parte de dentro del estadio a calentar. Los del equipo de mi hermano van con un peto amarillo fosforito, y los otros con uno naranja. Me fijo en los jugadores, con los cuales he charlado alguna que otra vez.

Y entonces lo veo. Un chico muy alto, un poco bronceado por el sol, con pelo castaño muy oscuro casi negro y rizado, los ojos verdes y un tatuaje en el brazo izquierdo. Alex Parker. El tío más gilipollas del planeta.

Este chico, es la descripción exacta de la persona que peor me cae en el mundo. Nos conocemos desde niños, ya que mi hermano y él son mejores amigos desde los tres años y mi madre y su madre son muy amigas también desde la infancia. Mi hermano tiene como mejor amigo a un gilipollas.

Alex Parker sabe que me cae mal y yo sé que le caigo mal, así que no hay problema; puedo decir que el odio que le tengo es mutuo. Y no voy a mencionar cómo trata a las chicas con las que está. Tiene a todas detrás y él lo aprovecha, ya que literalmente tiene a casi todo el país loco por él. Debo reconocer que es mono, pero tampoco tanto como él se cree.

Más que enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora