CAPITULO 2

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Mi corazón aun sigue latiendo con todas sus fuerzas, por el susto que me acaba de dar Leo, el se ríe y yo pongo la mano sobre mi corazón para asegurarme de que este, y si, sigue en su lugar.

-¿Sabes que me pudiste haber matado?- me quejo dándole un golpe sobre su hombro.

El se queja y se refriega el hombro, desvió la mirada y analizo el lugar en el que estoy.

Hay un gran pasillo en el cual se origina una escalera que va subiendo apegada a la pared dejando un enorme hueco en el centro.

-Yo también estoy feliz de verte- su voz hace eco en el lugar que estamos, realmente este lugar es muy extraño. Por no decir que lo que realmente esta es deteriorado.

Suspiro y el toma la maleta que tengo a mis pies dirigiéndose a las escaleras. Vuelvo a subir la mirada para darme cuenta de las paredes amarillentas por el tiempo y con algunas grietas, siento que si hubiera algún terremoto, esta casa se haría polvo.

-¿Trajiste a Masya?- lo sigo por las escaleras, el olor a humedad y a madera invaden el lugar y un escalofrió me recorre la espalda.

-Ella es la mas encantada de estar aquí- las escaleras de piedra vibran bajo nuestro peso y yo me detengo poniendo mi mano sobre la vieja pared.

Leo se detiene y se gira para verme.

-No me digas que hay ratones aquí- realmente les tengo un asco y por ese motivo amo a los gatos.

-¿Que esperabas?- se gira y vuelve a subir- es una casa antigua.

¿Realmente vale la pena doscientos dólares al mes por todo esto?

Al fin y al cabo no hay vuelta atrás. En este momento no puedo regresar y realmente me niego a volver a un lugar donde nunca me quisieron.

Lo sigo hasta que llegamos al pasillo, dos puertas se sitúan una frente a otra, separadas por un largo pasillo.

Pone mi maleta sobre el suelo y mete su mano en el bolsillo.

-Te deje la habitación mas grande- saca la llave y la mete en el cerrojo.

-¿Desde cuando tan generoso?- brome entrando al departamento primera.

La soledad se apodera de mi, realmente estoy haciendo lo correcto? Dejar todo atrás para empezar de nuevo.

Definitivamente lo es. Voy a vivir con mi mejor amigo, podre hacer todo lo que me da la gana y no habrá nadie detrás de mi que me este juzgando las acciones que yo haga.

Miro a mi alrededor, es un houl pequeño que tiene tres accesos, me saco los zapatos mojados y camino hacia mi derecha viendo que el primer cuarto es la cocina. Tiene una pequeña mesa apegada a la pared justo en la entrada con dos pequeñas sillas, una estufa y un pequeño refrigerador.

Bueno solo somos dos, así que no necesitamos mas.

Vuelvo a encaminarme esta vez a la puerta de en medio, es la sala. Dos sillones con una alfombra en medio ocupan el poco espacio que hay. Es cuando me percato de Masya dormida sobre uno de los sillones. Me acerco a ella, le acaricio con cuidado la cabeza y ella abre sus ojos maullando en mi respuesta.

-Ya te acomodaste hermosa- le rasco el cuello y subo lentamente hasta llegar por detrás de su oreja.

Ella se levanta y se estira saltando del sillón y saliendo de la habitación.

La sigo por la ultima puerta que habré un pasillo horizontal con cuatro puertas.

Se que las del medio es del baño y otro de la ducha, Leo aparece detrás de mi.

-Esta es tu habitación- indica la puerta de la izquierda.

-Gracias- respondo tomando mi maleta y entrando al cual sera ahora mi hogar.

Las paredes de color beige me envuelven, la pequeña cama con una mesita de noche a un lado no llenan por completo el cuarto.

Me tomara tiempo poder llenar esta habitación.

Pongo mi maleta a un lado de la cama, maldición esta mojada.

-La lavandería esta en la ducha- dice Leo desde la puerta

-¿Hay secadora?- saco la ropa mojada y la pongo en el piso de madera.

-Lávala primero- dice y se va caminando, perdiéndose en el oscuro pasillo .

Separo la poca ropa que se a salvado de la furia de la naturaleza y la meto en el armario.

Tomo mi ropa mojada y entro en la ducha, el lugar aun así es bastante grande, una tina blanca esta apegada a la pared, a los pies de esta esta el lavabo y detrás de la puerta esta la lavadora con la secadora arriba.

Pulso el botón de lavado y me encamino al lavamanos, mis ojos se dirigen automáticamente a las manchas rojas que tengo en mis brazos en forma de manos.

Pero que carajo?

Deslizo mi dedo por la marca, pero no siento nada.

-Leo- levanto mi voz para que me logre escuchar -podrías venir un momento- pregunto sin despegar la vista de las marcas.

Lo veo por el reflejo entrar con el ceño fruncido.

-¿No sabes como prender una lavadora?- se burla y yo aun no despego la vista de las malditas marcas.

Ese chico me quemo. Pero como diablos logro hacer eso solo con sus manos?

-Mira esto- me giro para que el vea mis brazos- un chico me hizo esto- llevo mi dedo donde esta la marca, señalándola.

-¿Que exactamente?- frunce el ceño y se acerca tomando mi brazo y analizándolo.

Vuelvo a poner mi dedo sobre la marca.

-Esto- el levanta la vista y me mira confundido.

-Gary, no hay nada ahí- sus palabras son como una bofetada para mi.

Como que no los ve, como mierda no las puede ver.

-Están aquí- vuelvo a poner mi dedo y la desesperación se apodera de mi.

-Escucha, estas cansada, viajaste horas en bus...- me aparto de su agarre.

-No estoy alucinando- mi voz se entrecorta y niego con mi cabeza.

Están aquí, esas malditas marcas están aquí.

-Solo ve a descansar- su voz se suaviza y me dedica una sonrisa de comprensión.

-¿No me crees verdad?- me alejo aun mas de el, envolviéndome con mis propios brazos.

El se queda callado, esa respuesta es mas que suficiente para mi.

Salgo de la ducha y entro a mi habitación cerrando la puerta de un portazo.

No es una maldita alucinación. No lo es. Lo sentí. El doctor me dijo que ya no presento el cuadro.

No. No estoy alucinando.

Me meto en la cama y me tapo con la manta hasta mi cabeza, abrazando la almohada.

Ya paso, desde hace ya dos años no eh tenido ningún cuadro. Estoy bien, estoy bien.

No logro contener las lagrimas y estas empiezan a empapar la almohada. La aprieto aun con mas fuerza contra mi.

Respira. Solo necesito respirar. Fue real. Lo sentí. Sentí el maldito dolor cuando me toco.

El sueño se apodera de mi, tal vez realmente estoy cansada, tal vez.

Y nuevamente la pesadilla surge.  

UNA CASA EN EL INFIERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora