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Gon todavía no lo procesaba, sabía lo que pasaba, pero, no podía creerlo. 

Aún no. 

Aún no podía creer que su novio estuviera muerto. 

Su amado novio, su amado Minato. 

Él todavía recordaba su linda sonrisa, su cabello blanco, su piel pálida, pero siempre cálida, sus hermosas facciones. 

Incluso si lo llamaban loco, él podría jurar que aún oía su melodiosa voz. 

Pero lo que más recordaba de él, eran sus ojos. Sus hermosos ojos verdes. Gon podría pasar toda la eternidad mirando los ojos de su Minato. 

Sin embargo él ya no estaba y Gon no podía creerlo. 

No podía creer que su Minato haya muerto ahogado en el mar de Isla Ballena hace tan solo un mes. 

Seguía en negación. Sentía que en cualquier momento de su día Minato lo llamaría o que lo sorprendería pasando por su casa, pero no. 

Su tía, Mito, preocupada por la salud mental de su hijo y lo que podría significar la pérdida de su novio intentaba distraer a Gon. 

Por lo que un día le encargó llevar un regalo al nuevo residente de Isla Ballena. 

Era inusual que alguien llegara a vivir a esa pequeña Isla, por lo que siempre los habitantes recibían a los nuevos residentes con regalos y cálidas sonrisas. 

Gon sin muchos ánimos se encontraba en camino de la casa de este nuevo residente. Vivía un poco alejado de la plaza central por lo que el moreno tuvo que caminar un poco más de lo que quería. 

Al llegar rápidamente tocó la puerta, la verdad él no quería ir a dejar el regalo, normalmente él sería el primero en recibir a los nuevos residentes.

Pero desde lo de Minato, se sentía raro. 

Sin embargo, al momento en el que el extraño abrió su puerta, Gon sintió un nudo en la garganta y su corazón explotó. 

—¿Minato?— Gon rápidamente dijo antes de que el extraño siquiera pudiera hablar, pero es que no pudo evitarlo, él nuevo residente se veía igual a su novio. 

Mismo color de cabello, misma altura, mismas facciones, solo que… 

Este extraño no tenía los ojos verdes. 

Al notar esto Gon rápidamente salió de su trance

—No… — se aclaró la garganta y arregló su error —Disculpe… no eres él— dijo avergonzado mientras trataba de ignorar la mirada juzgadora del otro. 

El extraño se recargo en el marco de la puerta mientras se cruzaba de brazos y alzaba una ceja de manera juzgona. 

—¿Me veo cómo algún amigo tuyo?— preguntó de manera burlona mientras inspeccionaba a Gon de pies a cabezas. 

—No…te pareces a mi difunto novio— Freecss volvió a mirar detenidamente al chico delante suyo. Analizando cada detalle. 

—No puedo creerlo… son iguales— El moreno empezó a divagar —¡Podrían ser gemelos!—

—Es que… Tu cabello, tu nariz, tu voz… tu sonrisa— mientras más encontraba semejanzas más eran sus ganas de llorar —Sí no fuera por los ojos… ¡Serían igual—

—Mi nombre es Killua— El extraño,no, la copia de su Minato,tampoco, Killua, lo interrumpió antes de que siquiera pudiera acabar de hablar

Killua inclino su cabeza levemente y lo miró de una manera intimidante, pero cautivadora 

—No creo tener cara de fantasma ¿O si?—

Qué cruel

Su Minato no era así. 

Gon rápidamente se aclaró la garganta y le entregó la canasta donde iban los regalos por parte de su tía. 

Killua lo miró confundido y con desconfianza agarró la canasta. 

—Es para ti. Regalo de bienvenida— 

En cuanto terminó de hablar el Freecss se alejó de esa pequeña casa. No tenía ninguna intención de volver. 

Pero algo dentro de sí mismo le dijo que debía volver. Era lo más cercano que tenía de su Minato. 

Cuando Gon ya estaba a una distancia considerable de la casa se volteo a verla a la lejanía. 

Tal vez volvería, solo tal vez. 

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