Juanjo tenía apenas 6 años cuando se dio cuenta de que era diferente.
Fue un día cualquiera, nada inusual o especial. Regresaba a casa tras jugar con sus amigos en el pequeño parquecito situado a la vuelta de la esquina. Sintiéndose un poco perdido, se dirigió al salón en busca de su madre.
La encontró allí, como siempre. Sentada en el sofá, mirando distraídamente una película antigua que echaban en cualquier canal al azar. Juanjo se acercó esbozando una sonrisa que no le llegaba a los ojos.
—Hola mami.
—Hola, mi amor. ¿Qué tal te lo has pasado?
—Muy bien. A Marcos le han comprado un dinosaurio que se mueve y nos ha dejado jugar con él. Hacía sonidos muy reales. Carla se ha asustado y todo. Yo no, porque soy un chico valiente, como dice papá.
Juanjo se subió al sofá y abrazó a su madre, con cuidado de no rozarla el cuello. Siempre que le tocaba sin querer alguna de las manchas amoratadas que solía tener ahí, se enfadaba con él y le apartaba bruscamente. Después, Juanjo se sentía mal. Él solo quería abrazarla.
—Mami, —dijo de repente, envalentonado, apartándose un poco para poder mirarla a los ojos— ¿tú sabías que dos chicas pueden ser novias también?
Su madre le miró con el ceño fruncido y Juanjo perdió un poquito de esa valentía. Trató de mantenerse firme.
—¿Por qué me preguntas eso, hijo?
—Es que hoy ha recogido a Carla su hermana mayor, que tiene diecicuatro años, y venía de la mano con otra chica. Como haceis papá y tú. Nos han dicho que eran novias pero yo les he dicho que estaban haciendo trampas, porque eso solo valía si eran una chica y un chico. Ella me ha contestado que todo era igual de válido, o algo así. Que las chicas podían querer a chicas, y los chicos a chicos.
—¿A dónde intentas llegar, Juanjo? —preguntó su madre, manteniendo la expresión impasible y observando la mueca confusa de su hijo, que empezaba a dudar.
—Es que después de eso, Carla me ha dicho que su hermana y la otra chica se querían mucho mucho. Y por eso eran novias y se daban la mano. Pero entonces, no lo entiendo. Yo quiero mucho mucho a Marcos, pero él no puede ser mi novio. ¿O sí?
—Juanjo, eres muy pequeño para esto todavía.
—Pero no lo entiendo, mami. Explicamelo, porfi. A mi me gusta cuando Marcos me da la mano.
—Ya basta, Juanjo. Yo... No sé qué decirte. Es mejor que intentes olvidarte de todo eso.
—¿Puedo preguntar a papá? Él es muy listo, seguro que lo sabe.
—¡No! No... —se apartó el pelo presa de los nervios y cogió a su hijo de las manos, en sus ojos reluciendo una máscara de tristeza—. Cariño. Yo... te quiero mucho. Lo sabes, ¿verdad?
—Si... —susurró Juanjo frunciendo un poco la boca con gesto confuso.
—Vamos a jugar a un juego, ¿vale?. Pero tiene que ser entre tú y yo. No se lo puedes decir a nadie, a papá tampoco. Consiste en guardar esta conversación que hemos tenido en secreto, como si fuera un cofre de un tesoro que no quieres que nadie te robe. Si se lo dices a alguien, pierdes el juego.
—¿Tengo que guardármelo para mi solo todo el rato? Que aburrido —protestó esbozando una mueca. Él no quería jugar solo.
—Si quieres, podrás elegir a algunos amigos tuyos para que jueguen contigo, o incluso a tu hermana. Tienen que ser de confianza. Si se lo cuentas, tienes que asegurarte de que tampoco digan nada a nadie, o perderás el tesoro.
—¿Cómo se gana? —preguntó el pequeño, intrigado.
—Cuando seas mayor, dentro de unos años, podrás elegir a una persona a la que quieras muchísimo. Esa persona será tu salvavidas. A su lado, podrás abrir ese tesoro que llevas en tu interior, libremente. Pero recuerda que tienes que elegir muy bien.
—¿Y cómo sabré quién es esa persona? ¿Qué pasa si me equivoco, o elijo mal? No quiero que me roben el tesoro.
—Te darás cuenta porque esa persona siempre estará ahí para ti. Será tu ancla. Y nunca, nunca, nunca traicionará tu confianza.
—¡Tengo una idea! ¿Y si fabrico un contador de mentiras? Así, cuando alguien de mi alrededor me mienta, por ejemplo, más de tres veces, sabré que no es mi persona salvavidas. ¡Y podré proteger mi tesoro como un pirata! —exclamó guiñando un ojo, imaginando que tenía un parche sobre él, metiéndose en el personaje.
—Es genial, cariño. Estoy segura de que vas a ganar. ¿Estás preparado? El juego acaba de comenzar.
Desde ese día, Juanjo se implicó al máximo en proteger su tesoro. Guardando el secreto como su bien más preciado.
El tiempo, mientras, pasaba.
Cuatro años después, jugaba en un pequeño fuerte improvisado en el patio trasero de su casa. Es día, Denna le confesó que le gustaba un chico de su clase llamado Marcos. Emocionado por la coincidencia, a Juanjo se le escapó que a él también. Y así, Denna se convirtió en su primera confidente.
Otros cuatro años más tarde, Juanjo apretaba fuertemente los labios luchando por contener las lágrimas mientras su padre rompía y lanzaba a la basura una de sus fotos favoritas, en la que salían él y su amigo con las caras muy juntas. En su cerebro se grabaron a fuego las palabras que le gritó al terminar de destrozarla: "esa puta foto es una mariconada"
Una noche cualquiera dos años después de aquello, nada más cumplir 16, se tapaba los oídos con la almohada tratando de opacar los gritos de su madre, que cada vez eran más intensos.
Bastaron un par de meses más para hallarse en esa pesadilla que tanto había temido, sintiendo como su interior se desgarraba mientras enterraban el ataúd con el cuerpo de su madre en el interior. Denna llorando desconsoladamente a su derecha y su padre con rostro inexpresivo al otro lado.
Necesitó un año para asimilarlo y otro más para comprenderlo, así que nada más cumplir 18 abandonó su casa y cortó el contacto con todo el mundo, excepto con su hermana. Ese mismo año, obtuvo la herencia de su madre, que lo convirtió en el millonario más joven del país. Ansioso por buscar un entretenimiento que lo privase de pensar decidió emprender, aumentando así su fortuna a niveles impensables.
Con 20 años, una de sus socias más cercanas le traicionó de manera dolorosa pasando información a un rival. Desde ese momento, decidió que el contador de mentiras regiría los cimientos de su imperio, terminando con despedir a unos 25 miembros de su plantilla esa misma tarde.
Por último, 3 años más tarde, en la actualidad, tenía clarísimo quién era y qué quería lograr.
Todavía sin haber encontrado a su persona salvavidas, decidió que él mismo podía serlo para otros niños que hubieran pasado por lo mismo que él. Porque cuando eres un niño, tiendes a pensar que las atrocidades que te rodean son algo normal. Y es imposible evitarlo a menos que cuentes con ayuda.
Plasmó esta idea que llevaba recorriendo su mente desde que tenía conciencia, dándole forma con sus propias manos, moldeándola a su parecer.
Con intención de crear el centro terapéutico de ayuda infantil más grande por existir, enfocado en niños con entornos problemáticos, para que pudieran encontrar un oasis de paz en medio del enorme desierto de toxicidad.
Todo ello con ayuda del chico que había conocido piel con piel y ahora parecía colarse en cada uno de sus pensamientos.
Buscando ayudar al mundo de la manera en la que su yo de hace años hubiera necesitado.
Buscando ser su persona salvavidas.
Mientras todavía esperaba encontrar la suya.
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contador de mentiras
FanfictionEn un mundo donde las mentiras son el pan de cada día, Juanjo Bona, un magnate multimillonario con un infalible talento para detectar engaños, ha construido su imperio a base de una sola regla: tres mentiras y estás fuera. Pero cuando una amenaza i...