ᥫ᭡𝐅𝐞𝐚𝐫ᥫ᭡

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Una pequeña pelinegra de siete años de edad llamada Lingling se encuentra en ese momento en una reunión familiar en la cual estaban sus padres, y su hermana mayor

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Una pequeña pelinegra de siete años de edad llamada Lingling se encuentra en ese momento en una reunión familiar en la cual estaban sus padres, y su hermana mayor.

Todo los niños de la familia estaban jugando juntos y corriendo alegres por todo el patio mientras los adultos conversaban y preparaban la parrilla.

Lingling estaba debajo de una mesa escondida mientras jugaba con unas latas de atún y unas piedras. Estaba divirtiéndose a su manera, haciendo chocar las piedras con las latas provocando un sonido que la hacia sonreír.

Nadie parecía notar su presencia en ese lugar, pero tampoco quería que nadie lo hiciera. Ella estaba muy ocupada causando ese sonido entretenido con sus nuevos juguetes como para que alguien la interrumpiera.

Estaba apunto de hacer chocar la piedra contra la lata de nuevo, pero en ese momento sintió como alguien se la arrebató.

Ella no alzo la mirada, solo quedó paralizada sin saber que hacer.

- ¡Levántate de allí! - era el nuevo esposo de su tía.

La niña siguió allí, sin decir ni hacer nada.

- ¡Levántate! - la tomo por el brazo y la levanto a la fuerza -. ¿Que no ves que todos te mirarán raro? - sacudió sus manos -. Sal a jugar con los niños normales, estás avergonzando a tus padres.

Lingling siguió allí de pie sin moverse.

- ¡Lingling!

La niña llevo sus manos a sus oidos y los cubrió mientras apretaba sus ojos.

- ¡Ve con los demás niños! - la saco de allí.

Lingling miraba hacia atrás, donde habían quedado las latas y las piedras tiradas. Se zafo y corrió para esconderse debajo de la mesa de nuevo.

El hombro volvio a acercarse y la saco de nuevo.

- ¿Por qué tienen que haber personas como tú? Todo va bien en el mundo hasta que niños como ustedes arruinan nuestras vidas. ¡Mírame a los ojos! - levanto su rostro a la fuerza, pero Lingling no lo miro.

El hombro llevo las manos a sus hombros y comenzó a tocarla, mientras respiraba acelerado...¿Que estaba pasando?

- Tienes que ser buena niña, y quedarte tranquila - susurro bajando las manos desde sus hombros hasta sus brazos.

Lingling abrió los ojos asustada. Sus manos se sentían rasposas, y la manera en la que respiraba la estaba asustando.

El hombro se arrodilló frente a ella y siguió tocandola. Lingling dió un paso hacia atrás, no le gustaba que la tocaran.

- ¡Quédate tranquila! - intento tocarla de nuevo.

Lingling se zafo y corrió hasta salir del interior de la casa e ir hasta el patio, dónde estaban sus padres.

Cuando los vió se abalanzó sobre los brazos de su madre y la abrazo con fuerza mientras tembabla un poco.

- ¿Que sucede, cielo?

El rostro de la familia miraban eso ya acostumbrados al inusual comportamiento de la niña.

- Ir - susurro.

- ¿Te quieres ir? - acaricio su espalda.

La niña asintió rápidamente sin dejar de aferrarse con fuerza.

- No podemos irnos aún, ¿No quieres jugar con los demás niños? - señaló.

De inmediato se negó.

- Lew está preparando algo rico para que comas, ¿No quieres?

Se negó con más fuerza, y comenzó a temblar al escuchar ese nombre.

- Nos iremos en un momento - beso su cabeza.

Durante ese rato la niña siguió abrazandola, no quería apartarse ni que volvieran a tocarla de alguna manera en la que lo habían hecho.

El hombre apareció con las latas y las piedras en sus manos mientras sonreía fingidamente.

- Mi nueva sobrina ha dejado esto tirado allá - se acercó.

- Mira, Lingling - intento voltearla para que lo mirara -. Te entregarán tus cosas.

Lingling se negó sin dejar de abrazarla.

- Miedo - susurró.

- No tienes que tenerle miedo al tío Lew, él te quiere mucho.

- La quiero mucho y ella lo sabe.- comento sonriendo.

- Míralo, cielo.- insistió.

Lingling volteo, pero no alzo su mirada en ningún momento.

- Toma tus juguetes, pequeña - se los ofreció.

Lingling no extendio sus manos ni hizo nada, solo permanecio allí, sentada en el regazo de su madre.

- Lingling, tomalos, se educada.- susurro si madre tocando su espalda.

- Miedo - susurro volviendo a abrazarla.

- Déjalos aquí, debe estar cansada.- suspiro frustrada.

- Si quieres puedo llevarla a dormir a una de las habitaciones.- ofreció.

Lingling escucho esto y negó rápidamente mientras apretaba la blusa de su madre con fuerza, comí su le estuviera suplicando que no la dejara ir con él.

- No, déjala aquí - la abrazo contra su pecho.

- Está bien - suspiro frustrado -. No tengas miedo, pequeña, todo estará bien.- acaricio su espalda.

Lingling solo temblaba al sentir sus manos volviendo a tocarla. Nadie veía esto como algo raro, nadie se alertaba ni decía algo al respecto...Después de todo, no había razones evidentes para eso.

En ningún momento Lingling se apartó de los brazos de su madre, incluso cuando ya iban camino a casa en el auto, siguió abrazandose a ella.

- ¿Te sientes triste, cielo? - acaricio su cabello

- Seguro tiene sueño - dijo su padre mirándola de reojo -. Cuando lleguemos a casa dormiremos, cariño.

Lingling abrió los ojos y se separó un poco. No debajo de recordar lo que había pasado más temprano y sentirse angustiada...¿Volvería alguien a tocarla de esa manera que tanto odiaba?

¿Volvería alguien a tocarla de esa manera que tanto odiaba?

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Pinche viejo asqueroso. Recuerden vigilar a sus niñxs siempre y no dejarlos con personas de poca confianza o mucha, siempre hay gente podrida.

Q coraje loko. En fin, baibai gente bonita 😸

*⁠・ 𝐒𝐰𝐞𝐞𝐭𝐧𝐞𝐬𝐬 。⁠:☆ [LingOrm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora