23 Admitirlo en voz alta

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El primer pensamiento de Martin al despertar fue Juanjo.

Habían pasado tantas cosas que se sintió un poco desbordado al hacer repaso mental de todo nada más escapar de las brumas del sueño. Su habitación estaba completamente iluminada, no le extrañaba, debía ser entorno a medio día.

Le resultó inevitable revolcarse en la cama, dando vueltas como un adolescente y soltando grititos camuflados por la almohada al acordarse de la escena que habían protagonizado la noche anterior:

— Pff dios estoy muerta — se quejaba Ruslana, recostada en la ventana del uber. Su cabello estaba desordenado y su maquillaje corrido, resultado de sudar durante toda la noche.

— Ha sido una noche muy intensa — comentaba Chiara, con la voz ronca. Se había pasado toda la noche chillando y hablando, provocando que, a la hora de volver, apenas pudiese pronunciar bien.

Violeta dormía recostada sobre su hombro, con todo el maquillaje en perfecto estado a excepción del pintalabios, que tenía corrido por toda la boca haciendo juego con las manchas carmesí que tenía Chiara en la misma zona. Incluso a través de todo el cansancio, Martin tuvo que reírse enternecido al girarse a observarlas. Parecían dos payasas, pero estaban absolutamente borrachas de felicidad.

No pudo evitar comparar la situación a la suya con Juanjo, dándose cuenta con tristeza que para ellos nunca sería tan fácil. Había demasiadas capas, demasiadas vivencias superpuestas para que lo fuera. No eran dos desconocidos que se habían sentido atraídos mutuamente, eran dos ¿amigos? Se frotó la cara, dándose cuenta de que la palabra se le estaba comenzando a hacer rara para la cantidad de cosas que comenzaban a acumularse en su pecho al mirarlo.

El miedo hizo amago de instalarse en su estómago, pero el chico lo desechó. A las seis y media de la mañana volviendo de fiesta no era el momento de plantearse aquello en absoluto, así que, simplemente, lo pospuso. Se preguntó cuantas veces sería capaz de posponer sus sentimientos hasta que la montaña debajo de la alfombra creciese tanto que fuera evidente.

Juanjo estaba a su lado, perdido también en su propio hilo de pensamientos. Tenía la boca seca y los labios quemados, por haber estado en contacto con los de Martin durante horas. Martin le observó fijamente, comprobando con rabia que, incluso después de toda la noche de fiesta, seguía absolutamente arrebatador. Su amigo le devolvió la mirada, sonriéndole dulcemente.

Al mayor le resultaba difícil discernir cómo se sentía respecto a lo que había sucedido aquella noche. Por un lado, cualquier otra cosa que no fuera admitir que estaba absolutamente loco por Martin, sería mentira. Sin embargo, no entendía qué significaría todo aquello para su relación, o si quiera cómo se tomaría Martin una confesión como la que había realizado en el festival al día siguiente, cuando el alcohol no inundara su sistema y pudiese pensar con claridad.

Se sentía mal con respecto a Jorge también, él jamás se había enorgullecido de aprovecharse de la gente, y debía reconocer que se había enganchado al chico como un clavo ardiendo cuando necesitó darle una lección a Martin.

Ambos habían hecho estupideces aquella noche, y se habían reconocido que no había significado nada para ellos. Pero eso no quitaba de en medio el hecho de que se hubieran tratado de hacer daño mutuamente y que hubiesen dañado a personas por el camino. En su caso era incluso peor, porque Martin no conocía al tío con el que se había besado, cuando él podía haber jodido la oportunidad de una amistad genuina.

Resopló. Todo aquello era demasiado en lo que pensar antes del amanecer.

Tras llegar a la casa, los cinco (porque Denna se había recogido con Álex en algún punto borroso de la noche) subieron sigilosamente a sus cuartos, cambiándose y desmaquillándose para irse a la cama.

He's not afraid // Majos/Juantin fictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora