09 Pedazo de palacio

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El domingo llegaban sus amigas de Madrid. Martin estaba emocionado, en anticipación, mientras estaba tirado en una de las hamacas de la piscina pensó que el día se sentía como un episodio de relleno en su vida, esperando impaciente el momento en que fuesen llegando.

Tenía muchísimas ganas de que su familia conociera a Violeta y Ruslana, que habían sido su lugar seguro en Madrid durante el año (además de Juanjo, pero él se sobreentendía, no contaba del todo). Denna y Chiara, las compañeras de piso de Juanjo, ya lo trataban como uno más durante el tiempo de clases, ofreciéndole su hogar sin reservas, por lo que él esperaba el momento de devolverles el favor de la hospitalidad, aunque fuese un poco. Paul y Álvaro le habían cancelado a último momento, y, aunque a Martin le había molestado bastante, no estaba dispuesto a que le amargaran el día de San Juan ni la cena previa. Había avisado a sus amigos de Marbella, Álex y Lucas, a los que conoció hacía años en la playa, y descubrió que veraneaban allí como él. Con el paso de los años, también se habían hecho amigos de Juanjo, como era lógico.

Apenas se pudo concentrar en algo en todo el día, y Juanjo le recriminó que estaba más inquieto de lo normal, y que lo estaba poniendo nervioso durante la comida.

— Quieres dejar de mover la pierna, joder — susurró Juanjo, mientras volvía a estar toda la familia sentada a la mesa.

Martin le echó una mirada de pena de reojo.

— Perdón — imitó su tono de susurro —. Es que estoy muy emocionado.

— Ya lo sé, pero si sigues así vamos a buscarnos una mesa a prueba de terremotos — le respondió Juanjo, ablandado por los ojos de cachorro que le había dedicado su amigo.

Martin fue capaz de calmarse... Durante diez minutos. Pasado este tiempo su pie, que parecía tener vida propia, empezó a moverse de arriba a abajo inquieto de nuevo. Juanjo resopló, rindiéndose, y siguió comiendo como si nada.

Tampoco iba a mentir, él también se moría de ganas por ver a las chicas. Era el primer verano que Denna y Kiki iban a pasar en Marbella, y le hacía ilusión poder compartir con ellas aquel trozo de su vida que tanto adoraba. Le agradecía profundamente a Martin haberlas invitado y, aunque sabía que no le había costado ningún trabajo por lo bien que se llevaban, también sabía que habría invitado a cualquier persona que Juanjo quisiera. Era tan fácil como pedírselo y Martin movía los hilos para conseguir absolutamente cualquier cosa. Era una de las cosas que a Juanjo le gustaban y daban miedo de él, a partes iguales.
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Denna fue la primera en llegar. Se bajó del coche de su prima Naiara corriendo, chillando mientras llegaba a la puerta principal.

— ¿¡Qué es este pedazo de palacio por dios!? — exclamó, mientras encontraba a Juanjo, para estrecharlo en un abrazo —. Dios mío, Martin, voy a tener que ordenar la casa la próxima vez que vengas, porque después de esto... — reía la rubia, girándose para abrazar al vasco.

— Vuestra casa es perfecta, ni se te ocurra tocarle nada — le respondió Martin, sonriendo de igual manera —. Bienvenida, Denna. ¿Te gusta?

— ¿Que si me gusta? — repitió la chica, atónita —. Martin, cuando estábamos entrando por el caminito de árboles mi prima Naiara me ha preguntado si no nos habíamos equivocado de sitio — contaba, entre risas.

— Oye tu prima, es esa de allí, ¿no? — le preguntó Juanjo, señalando a una chica morena, que se había quedado apartada junto al coche.

— Eh sí, claro — la rubia le hizo un gesto para que se acercara, Naiara percía dubitativa, como si no se terminara de creer que fuera a ella.

Martin la imitó, invitándola a que se aproximara con la mano. La chica por fin pareció decidirse, acercándose a presentarse.

— Joder, maño, menuda choza tienes, ¿eh? — soltó impresionada, mientras examinaba la fachada de la villa. Martin se rió de lo natural del comentario, mientras Juanjo levantaba las cejas sorprendido.

He's not afraid // Majos/Juantin fictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora