Capítulo 8

54 10 0
                                    

Namjoon suspiró por tercera vez en la noche, sus pensamientos estaban revueltos. Las luces tenues de la cocina reflejaban la calidez de la conversación, mientras la brisa nocturna se filtraba por la ventana entreabierta, haciendo que las cortinas se balancearan suavemente. Seokjin lo miró con extrañeza mientras masticaba un pedazo de zanahoria, sus ojos claros llenos de una curiosidad que no expresó en voz alta. El silencio no era incómodo; para el dueño de la casa, resultaba agradable, una pausa tranquila después de un día largo. Sin embargo, eso no evitaba que Namjoon mantuviera sus pensamientos en otro lado.

Minji, ajena a la tensión, sonrió jugueteando con el resto de comida en su plato, trazando pequeños círculos con el tenedor.

—Namjoon —lo llamó Seokjin, inclinándose levemente hacia él. El moreno lo miró, saliendo de su trance, su mirada algo perdida—. ¿Está todo bien?

El pelinegro asintió, aunque dudoso. Se frotó la nuca, una vieja costumbre que revelaba su incomodidad. ¿Debería decir algo? No quería incomodar a Seokjin, pero la inquietud en su pecho no desaparecía.

—Sí, no te preocupes —respondió al final, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. Jin lo observó unos segundos más, como si intentara leer entre líneas, pero decidió no insistir. Sonrió más tranquilo, dejando el tema de lado.

—Papi, ¿puede ir papá Nam con nosotros mañana? —habló esta vez la pequeña, rompiendo la barrera que ninguno de los adultos parecía capaz de atravesar.

Jin la miró fugazmente y luego regresó su vista a Namjoon, quien también observaba a la niña. La ilusión en sus ojos era evidente; para ella, la presencia de Namjoon no solo era deseada, sino natural. Sin embargo, los dos hombres sabían que la situación era más compleja.

—No lo sé, hija. Es algo que nosotros hacemos juntos —comentó Jin, tomando un poco de agua, como si el simple acto de beber le diera tiempo para pensar en cómo continuar. La verdad es que había algo sagrado en esos momentos a solas con Minji, pero la insistencia de la niña lo hacía reconsiderar.

—Pero esta vez puede ir con nosotros papá. Será divertido —insistió Minji, alargando la mano hacia Namjoon, quien la tomó con suavidad. Sentir la calidez de sus dedos pequeños le hacía replantearse todo.

El doncel asintió, dirigiéndose al hombre frente a él. Kim dejó los cubiertos sobre la mesa, esperando el anuncio que venía. Namjoon lo vio relajarse, pero algo en su postura seguía siendo cuidadoso, como si no quisiera abrir demasiado una puerta que no estaba seguro de poder mantener cerrada después.

—Minji y yo vamos a pescar. Es una tradición para nosotros. ¿Quieres venir?

La invitación lo tomó por sorpresa. Namjoon sabía cuánto disfrutaba Seokjin salir a pescar, y más aún con la pequeña. Parecía una actividad en familia, solo que los mayores aún no eran tan cercanos. Esa distancia, aunque tácita, pesaba sobre sus hombros. ¿Debería aceptar? ¿Realmente encajaba en ese pequeño universo familiar que los dos habían construido juntos?

—¿Estás bien con eso? —preguntó Namjoon, inseguro, cruzando los brazos sobre su pecho en un gesto defensivo. Jin ladeó la cabeza, sin entender—Me refiero a que es algo de ustedes dos. No quiero estorbar —aclaró, desviando la mirada hacia la mesa. ¿Realmente era bienvenido o solo lo invitaban por cortesía?

Seokjin lo miró durante un segundo más largo de lo habitual. Era cierto que, aunque ahora compartían más tiempo juntos, aún había barreras invisibles entre ellos, recuerdos no hablados y momentos que parecían solo rozar la superficie de algo más profundo.

—Para nada, será divertido. Tenemos todo planeado desde que llegamos a Seúl —afirmó el chico, lanzando una mirada cómplice a su hija, quien sonrió de oreja a oreja.

★彡『 Mɪ ᴏᴛʀᴏ ᴘᴀᴘá 』彡★ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora