CAP 3: LA PUERTA QUE NUNCA DEBIÓ ABRIRSE

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El ambiente era insoportable. Cada vez que daban un paso, el sonido de sus pisadas resonaba por la casa, como si las paredes mismas les devolvieran el eco de su miedo. Pero el pasillo parecía interminable, y las sombras no dejaban de moverse alrededor de ellos, siempre justo fuera del alcance de las linternas.

—Esto está mal. Todo está mal —murmuró Seungmin, mirando nerviosamente a su alrededor—. No deberíamos estar aquí.

—Ya lo sabemos, pero ahora... no hay marcha atrás —respondió Bangchan, su voz firme aunque el miedo lo carcomía por dentro—. Sólo necesitamos encontrar una salida y largarnos de este lugar.

—¿Alguien más siente que estamos siendo observados? —preguntó Han, mirando de reojo a las ventanas cubiertas de polvo, donde parecía que sombras se deslizaban furtivamente fuera de su visión.

Felix asintió rápidamente.

—Desde que entramos. Es como si algo... o alguien, no nos quisiera aquí.

—¿Y qué si no lo quiere? —dijo Minho con un tono desafiante—. No somos bienvenidos, ¿y qué? No somos los primeros en explorar una casa vieja. Seguro que esto son solo trucos mentales.

Antes de que alguien pudiera responder, un golpe fuerte sacudió la casa, proveniente de una puerta que no habían notado antes, al final del pasillo.

—¿Qué fue eso? —preguntó I.N, su voz apenas un susurro.

—Suena como si algo... o alguien estuviera detrás de esa puerta —dijo Changbin, señalando con su linterna el extremo del corredor.

La puerta era de madera oscura y gruesa, desgastada por el tiempo, pero de alguna manera se veía... distinta al resto de la casa. Más nueva, más sólida, como si nunca hubiera sido abierta.

—Esto no me gusta —murmuró Hyunjin—. No deberíamos acercarnos a esa puerta.

—No tenemos otra opción —respondió Bangchan—. Tal vez haya una salida o algo que nos ayude a entender lo que está pasando.

—¿Y si no? —preguntó Felix, claramente nervioso.

—Entonces lo descubriremos —dijo Changbin, con decisión.

Lentamente, se acercaron a la puerta. Cada paso parecía más pesado que el anterior, y el frío que emanaba del suelo era casi paralizante. Cuando finalmente llegaron, Bangchan alargó la mano hacia el pomo de la puerta, su respiración tensa. Dudó un segundo, mirando a sus amigos, antes de girar el pomo con un crujido que resonó en el pasillo.

La puerta se abrió lentamente, revelando una habitación oscura que parecía no tener fin. El aire que salió de la habitación era helado, y olía a algo antiguo, podrido, como si lo que estuviera ahí dentro hubiera sido olvidado durante años.

—No... —susurró Han, retrocediendo un paso—. No entremos ahí.

Pero Bangchan ya había dado el primer paso dentro, seguido por Changbin. Los demás, atrapados entre el miedo y la necesidad de no quedarse atrás, los siguieron lentamente.

Dentro, las paredes de la habitación estaban cubiertas de símbolos extraños, tallados con precisión en la madera. En el centro, una pequeña mesa de madera estaba cubierta por una tela negra, y sobre ella descansaba un viejo libro de aspecto desgastado.

—¿Qué es esto? —preguntó Hyunjin, acercándose cautelosamente al libro.

—Parece algún tipo de diario o grimorio —respondió Seungmin, tocando suavemente el lomo del libro.

Bangchan lo abrió lentamente, sus dedos rozando las páginas amarillentas. Estaban escritas en un idioma que ninguno de ellos conocía, pero las ilustraciones eran perturbadoras: figuras humanas en posiciones extrañas, rodeadas por sombras que parecían cobrar vida.

De repente, un golpe seco se oyó detrás de ellos. La puerta por la que habían entrado se cerró de golpe, sumiéndolos en la oscuridad.

—¡¿Quién cerró la puerta?! —gritó Felix, con el pánico reflejado en sus ojos.

—No fue ninguno de nosotros —dijo Changbin, con voz baja y tensa.

El aire en la habitación se volvió más pesado, más frío, y entonces lo escucharon de nuevo: el susurro. Pero esta vez, era más fuerte, más claro, como si estuviera a su lado.

—...nunca debieron abrir esa puerta...

El miedo creció en ellos como una sombra envolvente. Habían abierto algo que nunca debió ser tocado. Y ahora, lo que sea que estuviera al otro lado, había despertado.

—Tenemos que salir de aquí. Ahora —ordenó Bangchan, su voz temblorosa pero firme.

Pero mientras intentaban volver sobre sus pasos, se dieron cuenta de algo aterrador: la puerta ya no estaba allí.

Estaban atrapados.

Estaban atrapados

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Eco de los Susurros: La Casa Abandonada de la ColinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora