5. ¿Un sueño?

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Era de mañana, Lili se despertó y notó que ella seguía en su pecho. A pesar del momento raro que había pasado se sentía bien allí en sus brazos y solo tardó unos segundos en empezar a sentir sus entrañas ardiendo por él, disfrutaría al menos un poco de la cercanía. Deslizó su mano suavemente por su vientre y la dejó muy cerca de su m*****o. Lo pensó un poco, pero no fue más allá ¿Qué diría si se despertara? Y eso fue precisamente lo que sucedió, él despertó, un fuerte suspiro llamó su atención, luego ella se quedó estática con los ojos cerrados. Él tomó su mano y se la llevó de nuevo al pecho, ella ya estaba esperando que él la regañana cuando tuvo una idea, ella se encogió y luego se estiró, balbuceó algo intraducible y gimió, pronto se manifestar.

—Lili, Lili, ¿Estás bien?

—¿Qué? –preguntó, incorporándose rápidamente.

—¿Estás bien? Te movías demasiado y gemías, pensé que sería mejor despertarte.

—Fue una pesadilla –mintió.

—Se acabó, princesa, ven dame un abrazo –ella se metió entre sus piernas y le dió un fuerte abrazo, luego él la felicitó —Felicidades, Lili, espero que lo que pasó ayer no arruine este viaje tan especial.

Ella asintió y lo apretó contra su cuerpo.

—Vamos a dormir un poco más.

—¿No quieres salir? Diviértete, conoce más el lugar, hoy es tu cumpleaños –ella solo negó con la cabeza, él respiró hondo y cerró los ojos, se sentía culpable, así que solo cumplió con su pedido. Volvió a ponerla sobre su pecho, donde ella se sintió cómoda, cuidada, protegida y relajada. No tardaron mucho en volver a dormirse.

Cuando se despertaron de nuevo ya era hora del almuerzo, optaron por pedir comida allí mismo y mientras la comida no llegaba, Diogo dió una salida rápida, al regresar tocó la puerta y Lili fue a abrirla pensando que era uno de los empleados del hotel, pero se sorprendió al verlo sosteniendo un ramo de rosas.

—¿Son para mí?

—¿Para quiénes más serían? –ella lo tomó en sus manos, inhaló el olor que emanaban y luego le dió un abrazo.

—Gracias, Diogo, son preciosas.

—La recepcionista me indicó un gran restaurante y conseguí reservar para esta noche, así que... ¿Saldrás a cenar conmigo?

—Por supuesto que sí –respondió ella emocionada.

—Ven, vamos a comer, la comida acaba de llegar, está caliente y huele de maravilla –Lili lo tomó de la mano y lo llevó al carrito donde estaba la comida, puso las rosa encima de la mesita, allí luego colocaron los platos y se sentaron en la cama.

Después del almuerzo, ella se acostó en su cama y agarró la almohada, él la vio tomando todo el espacio que le correspondía y se pronunció.

—¿Por qué no te vas a tu cama, mocita?

—Porque la tuya parece mucho más cómoda.

—Las dos son exactamente iguales.

—Oye, ¿Cómo te conociste con mamá? Nunca me lo contó –él se sentó al borde de la cama y apartó el cabello de su rostro, respiró hondo y comenzó a contar.

—Tu madre trabajaba en la empresa, en ese entonces aún era de mi padre, era limpiadora, cuando la vi, algo me dijo que tenía que quedarme con ella

—Amor a primera vista.

—Tal vez el destino, fue tan difícil ganarme su confianza, siempre estaba triste, era arisca, pero cuando logré ganarme su confianza entendí el motivo de su comportamiento, pero a partir de ahí todo fue tan natural y rápido, en un instante estábamos conversando mientras ella limpiaba mi oficina y luego...bueno, no necesitas saber eso –dijo, haciéndola reír.

—Eso, no necesitas traumatizarme, pero dime, ¿Cuándo nos mudamos a tu casa?

—Hacía unos meses que estábamos saliendo, yo estaba seguro de que la quería para mí y ella estaba segura de que me amaba a mí, tanto que ya lo había declarado, yo ya no quería ser solo su amante, pero ella no parecía segura con la idea de dejar su casa, tenía miedo de que aquel...hombre les hiciera algo, un día ella llegó a la empresa y trató de escapar de mí a toda costa, sabía que algo andaba mal y realmente lo estaba, cuando logré verla, entendí lo que había sucedido, estaba lastimada, tenía marcas por todo el cuerpo, así que en ese mismo instante le dije que no volvería a esa casa, ella estaba muy preocupada por tí, así que en ese mismo instante fuimos a buscarte a la escuela, y en cuando te vi, algo me dijo que tenía que cuidarte, eras una niña tan preciosa, tan inteligente, pero al igual que tu madre, necesitaba ganarme tu confianza.

—Y lo lograste.

—Y valió la pena, mi pequeña preciosa –Lili respondió con una sonrisa, y con toda esa historia, comenzó a considerar la idea de renunciar su plan.

Él sostenía la mano y la guiaba por un hermoso jardín iluminado por varias Luces y adornado por las estrellas, le parecía familiar y enseguida se dio cuenta de que conocía ese lugar, era el jardín de su casa, al entrar, él la acorraló contra la pared y la besó, era intenso, fuerte, sentía que todo su cuerpo se derretía en sus brazos, los besos se extendieron y bajaron hasta su cuello, haciéndola gemir su nombre.

—Diogo.

—Lili, despierta –poco a poco está imagen desapareció y ella despertó, él estaba al lado de la cama analizándola, entonces preguntó.

—¿Con qué estabas sonando? –ella se quedó en silencio recordando el sueño, sus mejillas se pusieron rojas, entonces mintió para evitar la vergüenza.

—Eh...soñé que me hacías cosquillas, qué bueno que me desperté, casi me hago pis –se levantó y corrió al baño, al entrar, se miró en el espejo y respiró hondo «Oh, Dios, necesito a ese hombre» pensó ella tocando sus labios ligeramente recordando aquel beso apasionado.

Después de unos minutos Lili volvió a la habitación, Diogo estaba en su cama mirando el celular, él la miró y se rió.

—¿De qué te ríes?

—Imagínate a los empleados cambiando las sábanas llenas de pis –él se rió y ella pensó «si supieras».

—Tonto, le puedes pasar a cualquier, incluso a tí, juro que cuando estés viejo y gagá me reiré de todas las veces que te pase eso –ella se acercó a su cama.

—Tú también te pondrás vieja.

—Pero eso tardará mucho, mucho, mucho, en cambio tú, bueno, ya estás casi gagá.

—No lo estoy, y recuerdo bien que ayer mismo dijiste que parecía muy joven –él se sentó rápidamente.

—Puede ser que haya mentido –ella respondió con una sonrisa divertida.

—Creo que no estabas soñando, estabas teniendo una premonición –Diogo agarró su brazo y comenzó a hacerle cosquillas, ella reía descontroladamemente y trataba de esquivarlo, pero él era mucho más fuerte y ágil.

—Para, Diogo –él la agarró en su regazo y continuó torturándola, ya le caían lágrimas de tanto que había reído –Diogo, voy a hacerme pis en tu regazo así –él inmediatamente paró y preguntó.

—¿En serio?

—No, pero me duele la barriga de tanto reír –ríeron juntos y se abrazaron, ella puso su rostro en el hueco del cuello de él y respiró hondo disfrutando del olor que él desprendía.

—Ya está oscureciendo y no sé si recuerdas, pero quedamos en salir a cenar.

—Lo olvidé, voy a arreglarme, ¿Vale?

—Yo voy a ducharme primero, porque después que entras al baño tardas horas en salir –ella se rió y estuve de acuerdo con él.

Querido Padrastro - serie: Amores Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora