8. Forró

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Ya por la noche, Lili nuevamente se estaba arreglando. Él, que ya estaba listo, admiraba el proceso. Ella llevaba puesta una lencería negra y elegía qué ponerse de su maleta. Optó por una falda negra y una blusa que era un poco transparente en la zona del vientre. Después de vestirse, se puso unas sandalias planas, se maquilló ligeramente y, por último, se puso perfume.

—Estoy lista.

—Y hermosa.

—Gracias, tú también te ves muy guapo. –dijo ella acercándose a él, luego se acercó a su regazo y le dió un beso en la mejilla. —Te ves muy bien con esa ropa formal, pero con esta ropa más casual te ves genial.

—Agradezco el cumplido.

—Apuesto a que vas a hacer suspirar corazones esta noche.

—¿No te molestaría verme con otra mujer?

—Han pasado varios años desde que mi madre se fue, mereces rehacer tu vida y encontrar a alguien que te guste, pero confieso que la idea me da un poco de celos.

—¿Celos?

—Sí, con otra mujer en tu vida no me darías tanta atención como me das –ella dijo coqueta apoyando la cabeza en su pecho.

—La atención que te doy es por el cariño que siento por tí, nunca te dejaría de lado por otra mujer, y para tranquilizar tus celos, no pienso involucrarme seriamente con ninguna otra mujer.

—¿Vamos?

—Vamos –ella se levantó de su regazo, arregló su falda y salieron juntos.

En un bar con mesas al aire libre y una banda que tocaba animadamente, estaban ellos. Eligieron un lugar cerca del escenario y se sentaron. Pronto llegó un camarero y les preguntó qué querían beber. Optaron por caipirinha.

—Diogo, ¿Me dejarías vivir aquí? –dijo ella mostrando lo encantada que estaba con el lugar.

—¿Y yo qué hago en esta historia? De ninguna manera me qudo solo –ella cruzó los brazos, hizo pucheros fingiendo estar enfadada y él rió.

—Su pedido –el camarero colocó los vasos sobre la mesa y se fue. Sin demora, ella dio un sorbo.

—Dios mío, esto está bueno y es muy fuerte.

—Ve despacio o acabarás como ayer.

—Menos mal que te tengo para cuidarme.

—Recuerdo haber oído a cierta chica decir que ya no bebería más.

—Me pasé un poco.

Una, dos, tres caiprinhas, estaban animados y la conversación fluía bien. Diogo dijo que necesitabas ir al baño, así que fue por si necesidad.

— Hola, hermosa chica.

—Hola, guapo chico –ella respondió devolviendo el cumplido.

—¿Me concedes un baile? –en ese momento Diogo volvió a la mesa y vio al galate chico —Ah, perdón, no sabía que tenías novio –dijo él al ver a Diogo sentarse en la mesa.

—No, ella es mi hijastra.

—Espero que no te importe que baile con ella.

—En absoluto –el chico extendió la mano, ella la tomó y juntos se dirigieron a la pista de baile.

—No sé bailar –ella dijo.

—Pero yo sé y puedo enseñarte –él la tomó por la cintura y luego por la mano, acercándola a él y comenzando a moverse.

—Dos pasos hacia un lado y un paso hacia el otro, deja el resto en mis manos que yo te guío.

—Está bien –Lili pronto agarró el ritmo y encajó perfectamente con el baile y los giros. Desde lejos, Diogo los observaba mientras tomaba incontables caiprinhas.

—¿Eres de aquí?

—No, nací en Fortaleza pero vivo en Gramado, Río Grande do Sul. Siempre que puedo, vengo a disfrutar de la belleza de mi Caerá.

—Gramado es una ciudad preciosa, algún día quiero conocerla.

—Espero que cuando vaya allí, tenga el placer de disfrutar de tu compañía.

—Quién sabe.

—Pero tú, ¿de dónde eres?

—Soy de São Paulo, vine a celebrar mi 18 cumpleaños.

—Qué bueno, felicidades.

—Gracias.

—Algo falta.

—¿Qué?

—Descubrir tu nombre.

—Liliana, pero todos me llaman Lili.

—Hermoso nombre.

—¿Y tú cómo te llamas?

—Fernando.

Bailaron un total de cuatro canciones, luego Lili decidió volver a la mesa. Intercambiaron números de teléfono y ella se fue. Diogo estaba un poco aburrido, jugaba con cosas al azar en su celular hasta que ella llegó.

—El baile estuvo animado –dijo él.

—Sí, Fernando es un chico muy agradable, pero tú, no sacaste a nadie bailar.

—No sé bailar.

—No es tan difícil, pero yo tendrás que bailar conmigo.

—Aquí está la bebida que pediste, señor –diji el camarero colocando la botella sobre la mesa y retirándose.

—¿Qué bebida es esa? Nunca la había visto, la botella es muy bonita.

—El camarero me dijo que nadie puede irse sin probarla cuando vienen aquí. Se llama empalhada, y ahora entiendo por qué el nombre –dijo Diogo mirando la botellas envuelta en un bonito trenzado de paja.

—Quiero probarla también.

—Vale –él llenó dos vasos, luego Lili tomó el suyo y dio un sorbo. Cerró los ojos y sopló, Diogo tuvo una reacción similar.

—Es muy fuerte.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2024 ⏰

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Querido Padrastro - serie: Amores Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora