4. Desesperación, Libertad y Caza

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El sol apenas comenzaba a caer sobre las colinas cuando el agotamiento empezaba a apoderarse de Fina, Carmen y Claudia. Llevaban todo el día en la biblioteca de la academia, rodeadas de libros antiguos, pergaminos polvorientos y montones de documentos que apenas les estaban proporcionando respuestas. Cada página parecía llevarlas a la misma conclusión: la familia De la Reina era un enigma impenetrable.

Carmen golpeó la mesa con frustración, cerrando de un golpe uno de los volúmenes más antiguos.

—¡Esto es una pérdida de tiempo! —exclamó, frotándose las sienes con las manos—. Cientos de cazadoras han intentado acabar con los De la Reina antes que nosotras. ¡Y ninguna lo ha conseguido!

Claudia suspiró desde el otro lado de la mesa. Sus ojos estaban cansados, pero la determinación en su rostro seguía presente.

—Es cierto, todo lo que encontramos cuenta la misma historia. Vampiros comunes caen con estacas, pero los De la Reina parecen... diferentes. Más antiguos, más poderosos.

—¡Ni siquiera el maldito sol los quema como a otros vampiros! Lo único que hace es debilitarlos, pero nada de calcinarlos como a los demás —continuó Carmen, mordiéndose el labio—. Ni las estacas, ni las balas de plata, ¡nada los mata! Aquí pone que capturaron a uno de ellos, le tuvieron encerrado sin alimentarle durante años, ¡siglos incluso! Y no moría, simplemente parecía estar en letargo. Y cuando alguien bajó la guardia y el vampiro logró alimentarse un poco... volvió. Como si nada.

—Es como si de verdad no pudieran morir —murmuró Fina, tamborileando los dedos sobre la mesa—. Pero no puede ser. Todo ser tiene su punto débil. Aunque no encontremos nada específico, ellos también tienen que tenerlo. Y si no es con estacas o con balas de plata, entonces puede que el método más "tradicional" si funcione.

Carmen soltó una carcajada amarga. —Pues tu dirás, Fina. ¿Qué piensas hacer? ¿Vas a salir a la calle con una espada y decapitar a un vampiro en pleno siglo XXI? A ver si crees que puedes andar por Toledo blandiendo una katana sin que la policía te arreste.

Fina sonrió a medias ante el comentario de Carmen, pero la frustración latente no desaparecía. La idea de que ningún método conocido hubiera funcionado con los De la Reina hasta el momento era perturbadora.

—Tú ríete —dijo Fina, apoyando el codo sobre la mesa y la barbilla sobre la mano—, pero estoy convencida de que, si le cortamos la cabeza a uno de ellos, no se va a regenerar.

Claudia miró a Fina ilusionada, sintiendo que Fina había encontrado la solución.

—¿De verdad crees que podríamos conseguirlo? Yo no he visto en ningún escrito que hayan intentado decapitarlos, aunque... no se Fina, ¿estamos seguras de si eso funcionaría con ellos? Son antiguos, su origen se remonta a Lilith, y parece que su linaje les otorga una resistencia que otros vampiros simplemente no tienen.

—Lilith... —Fina susurró, perdiéndose en sus pensamientos.

Hacía ya horas que investigaban sobre otras familias poderosas que también decían descender de Lilith, pero los resultados eran igual de vagos.

Carmen se levantó, caminando nerviosamente por la sala.

—Esto es desesperante. Estamos exactamente en el mismo punto en el que comenzamos. Ni los libros ni los textos antiguos nos dan respuestas. Solo sabemos que esas criaturas son mucho más difíciles de matar de cualquier otra cosa con la que nos hayamos enfrentado.

Fina asintió. —Tienes razón. No hemos avanzado. Pero quizás estamos buscando respuestas en los lugares equivocados.

En ese momento Gaspar apareció por la puerta cargando más libros en las manos. Al ver la expresión derrotada de las chicas, dejó los volúmenes sobre una mesa cercana y las interrumpió.

Herencia de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora