5. Te Tengo

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Fina y Marta se encontraban cara a cara. Los ojos de Fina llenos de una mezcla de furia, sorpresa y... excitación. Marta sonriendo con esa mezcla de desafío y deseo.

—Tú otra vez... —murmuró Marta, dando un paso adelante. El tono de su voz era suave, pero el subtexto era peligroso, retador.

Fina se paralizó, su pulso acelerándose de inmediato. No sabía si era el peligro de ser descubierta, la cercanía de ese lugar misterioso o simplemente el magnetismo de Marta. Pero lo que sí sabía es que la tensión entre ambas era innegable.

—¿Qué haces por aquí? —preguntó Marta, casi ronroneando mientras se acercaba aún más. Las manos de Fina se tensaron, listas para cualquier cosa, pero su cuerpo traicionaba todo su entrenamiento, quedando inmóvil sin responder. Sentía en su cuerpo la presencia de Marta, y la ya familiar atracción que tanto odiaba empezaba a burbujear bajo su piel.

Marta dio un paso más, acercándose tanto que Fina podía sentir el aliento de la vampira en su cuello, casi como si quisiera provocarla. Carmen y Claudia observaban la escena con atención, pero parecían atrapadas por la misma atmósfera cargada de tensión que reinaba entre las dos.

—¿Vienes a buscarme? —susurró Marta en el oído de Fina, su tono bajo, casi una caricia. Era una mezcla de burla y algo más oscuro, más carnal. Marta estaba tan cerca que su olor la envolvía, algo dulce, profundo, como la oscuridad misma.

Fina no respondió. Su cuerpo estaba paralizado entre el odio que sentía hacia lo que Marta representaba y el deseo incontrolable que la envolvía cuando la tenía tan cerca. Sabía que, si no se apartaba, caería en un peligroso juego.

—Quizá... debería invitarte a entrar —susurró Marta, sus labios rozando apenas la oreja de Fina—. Estoy segura de que encontraríamos una manera de... resolver esta tensión.

Fina cerró los ojos un segundo, conteniendo el impulso de perderse en la provocación de Marta.

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El sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas aún resonaba en la mente de Fina cuando Marta se apartó lo suficiente como para que pudiera respirar nuevamente. La tensión en el aire seguía siendo palpable, y el calor de la cercanía entre ellas no se disipaba del todo. Carmen y Claudia se mantenían en silencio, observando con desconcierto la interacción entre las dos. Carmen conocía la reputación de los De la Reina, pero nunca había visto a Fina vacilar ante un vampiro. Claudia, por su parte, estaba tan perdida en la situación como Fina lo estaba en sus propios sentimientos.

Marta no dejó de sonreír, disfrutando del efecto que causaba en Fina. Dio un paso atrás y hizo un gesto a Begoña y Luz para que la siguieran.

—Disfruten de la noche, chicas. —Marta lanzó la frase al aire con una voz suave y cargada de ironía. Begoña y Luz la siguieron sin decir nada, conscientes de la complejidad de la situación. Mientras volvían a entrar al Libertad, Marta lanzó una última mirada hacia Fina por encima de su hombro, una promesa de que esto no había terminado.

El silencio que quedó tras ellas fue incómodo. Carmen fue la primera en romperlo.

—¿Qué diablos fue eso? —Su voz sonaba entre sorprendida y alarmada—. ¡Esa era una De la Reina, Fina! ¿Cómo demonios estás aquí, de pie, después de estar cara a cara con ella?

Fina no respondió de inmediato. Seguía mirando la puerta del Libertad, como si Marta pudiera aparecer en cualquier momento de nuevo. La adrenalina seguía corriendo por sus venas, pero había algo más. Algo que no quería admitir.

—Ni siquiera lo había notado... —murmuró Claudia, más para sí misma—. Parecía bastante... ¿humana?

Carmen bufó, incrédula.

Herencia de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora