hurón

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MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA

Parece que los problemas del Ministerio de Magia no se acaban,
escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

Malfoy levantó la vista.Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, debe ser una pena para el con todo el trabajo que hace, ¿verdad?, dijo lamentándose.

Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Con un floreo de la mano, Malfoy volvió a alzar el periódico y leyó

Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») a propósito de ciertos contenedores de basura muy agresivos. Parece que el señor Weasley acudió raudo en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano ex auror que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallara que su dueño, una vez más, había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero rehusó explicar a El Profeta por qué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.


¡Y viene una foto, Weasley!, añadió Dafne greengras, dándole la vuelta al periódico y levantándolo.

Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?
Ron temblaba de furia. Todo el mundo lo miraba.

Métetelo por donde te quepa, Greengras, dijo Harry. Vamos, Ron...

¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad?, dijo su hermana a su defensa Astoria con aire despectivo.

Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?

¿Y te has fijado en tu madre, greengras?, preguntó Harry. Tanto él como Hermione sujetaban a Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra ellas. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?

El pálido rostro de Malfoy se puso sonrosado, intentando aguantar la risa por lo que decía su destinado hacia sus compañeras, el hombre al lado suyo estaba igual o incluso peor.

No te atrevas a insultar a nuestra madre, Potter.

Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza, le contestó Harry, dándose la vuelta.

¡BUM!

Hubo gritos. Harry notó que algo candente le arañaba un lado de la cara, y metió la mano en la túnica para coger la varita. Pero, antes de que hubiera llegado a tocarla, oyó un segundo ¡BUM! y un grito que retumbó en todo el vestíbulo.

¡AH, NO, TÚ NO, MUCHACHA!
Harry se volvió completamente. El profesor Moody bajaba cojeando por la escalinata de mármol. Había sacado la varita y apuntaba con ella a un hurón blanco que tiritaba sobre el suelo de losas de piedra, en el mismo lugar en que había estado Malfoy, le habían dado a él por error.

Un aterrorizado silencio se apoderó del vestíbulo. Salvo Moody, nadie movía un músculo.

Igual no duró mucho pues el profesor se había dado cuenta de a quien le había dado, el chico al lado de Draco se apresuró a agarrarlo, y brindarle lo que parecían palabras tranquilizantes, harry por algún motivo quería ir con el, quería ir con Draco y brindarle su apoyo o besarlo... Pero eso era una cosa que nunca diría en voz alta.

Moody se volvió para mirar a Harry. O, al menos, lo miraba con su ojo normal. El otro estaba en blanco, como dirigido hacia el interior de su cabeza.

¿Estoy jodido verdad?, gruñó Moody. Tenía una voz baja y grave.

Lo más probable, respondió Harry.

¡Mierda, lucius me matará!, gritó Moody.

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