Sombra Entre Sombras

Capítulo 5: El Eco del Pasado

La llegada de las autoridades fue un evento que cambió el rumbo de mi vida una vez más. Escuché sus voces resonar en la mansión mientras me ocultaba en mi escondite. La puerta del laboratorio se abrió, y las luces de las linternas iluminaban la escena del crimen. Los murmullos de los oficiales llenaban el aire, y cada palabra me hacía sentir más atrapado.

—Parece un accidente —dijo uno de ellos—. No hay señales de lucha.

Esa noche, mientras la televisión parpadeaba en la oscuridad, vi las noticias. La reportera hablaba con seriedad sobre la muerte del Dr. Julián Montoya, presentándolo como un brillante científico que había perdido la vida en un trágico accidente en su laboratorio. Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar que todos pensaban que había sido un hombre bueno.

“Es una tragedia,” decía la reportera. “Una mente brillante perdida para siempre.” En ese momento, sentí una mezcla de alivio y culpa. Al menos nadie buscaría a un culpable; mi nueva apariencia permanecería oculta.

Con el tiempo, la gran mansión comenzó a desgastarse. Las flores del jardín se marchitaron, y las paredes se cubrieron de polvo y telarañas. Lo que alguna vez fue un hogar vibrante se convirtió en una sombra de lo que había sido.

Mientras recorría los pasillos vacíos, sentía que mi mente también se desmoronaba.
Cada día que pasaba, ya no era Lion Montoya; me había convertido en una sombra de mí mismo. La locura comenzó a apoderarse de mí, alimentada por el rencor y el dolor acumulados. Mis pensamientos eran oscuros y retorcidos, llenos de venganza contra un mundo que me había dejado atrás.

Los ecos de mis pasos resonaban en las habitaciones vacías mientras me movía como un espectro en mi propia casa. Miraba las fotos familiares en las paredes, recordando momentos felices que parecían pertenecer a otra vida. Pero ahora todo estaba destrozado; mi madre estaba enterrada en el jardín y mi padre era solo un recuerdo manchado por el odio.

La soledad se convirtió en mi única compañía. Pasaba horas sentado en la oscuridad, reflexionando sobre lo que había hecho y lo que había perdido. Cada día era una lucha interna entre el deseo de redención y la atracción hacia la locura.

A medida que los años pasaban, la mansión se convirtió en una prisión para mí. La desesperación creció como una mala hierba, y el rencor se arraigó profundamente en mi corazón. Ya no deseaba ser salvado; quería vengarme del mundo que me había traído tanto dolor.
La transformación física que había sufrido se reflejaba también en mi mente; cada rasgo monstruoso se convirtió en un símbolo de mi sufrimiento y desesperación. Había perdido todo lo que amaba, pero ahora solo quedaba un eco de lo que alguna vez fui.

Continué viviendo entre las sombras, atrapado entre el pasado y un futuro incierto, buscando respuestas en un mundo donde ya no encajaba…