—Las tentaciónes son más que un simple juego, las reglas se pueden romper, pero siempre y cuando no te arrepientas después —Vicky.
Anahera Malyshev.
El club está lleno, mi última función es hoy. El pago no es muy bueno Pero sirve para cubrir los gastos. No es el trabajo de ensueño de alguien, Pero para las personas como yo es lo que hay.
—¡La presentación está por comenzar, su última noche aquí, demos la bienvenida a Anahi¡
Anuncian mi entrada, todos están esperando mi aparición, los hombres empiezan a hacerle un coro a mi nombre y algunos silban, otros solo gritan "que salga" dejo ver mi brazo cuando empieza la canción. Dejo que mi cuerpo se mueva al compás de la música.
Lo único que cubre mi cuerpo es un simple sujetador y una mini falda, además de una máscara que cubre la mayor parte de mis rasgos, me voy acercando al público contorneando mis caderas. Me agachó colocando mis manos en mis rodillas separando las, mientras aplico un poco de fuerza. Dejo mi cuerpo caer al piso alzando mi culo al público moviendolo sin pudor dejando ver las bragas bajo la falda, veo como muchos se acercan a la barra tratando de pagar por algo mientras me señalan.
Sigo la rutina, paso mis manos por el tubo jugando un poco con el antes de pasar mi lengua por el frio metal mientras el líquido blanco de siempre chorrea encima de mi, es leche. Chupo lo que queda en mis dedos para luego pasarlos por mi cuerpo, trepó el tubo. Me sujeto con fuerza de mis piernas dejando caer mi cuerpo hacia atrás, la música cambia a un ritmo con más lujuria, dejo que mi cuerpo se deslize por el tubo. Subiendo y bajando, me muevo más rápido por el escenario dejándome llevar por aquel sonido, dejo el tubo aún lado, choco mi palma contra una de mis nalgas.
Los espectadores me tiran dinero, cuando la canción termina. Me retiro del escenario cerrando mi vista tras el telón con una mirada oliva.
Laina me recibe con un grito, ella jamás ha estado en el escenario y agradezco eso, ella es como la hermana pequeña que jamás tuve, me alegra la noche cada vez que la veo.
—¡Viste como te miro el nuevo dueño!
—¿Nuevo dueño? —no puedo estar más desconcertada, nadie me dijo nada.
—Sí, lo llaman diablo. Dicen que es una horrible persona, que nadie se debe acercar a él.
Asiento sin saber quien mierda es, y porque nadie me dijo nada, me alivia saber que está misma noche dejo este lugar. Y ella se va conmigo. Salimos caminando por el pasillo.
—Anahi, si nos vamos ¿Que haremos?
—Hay suficiente dinero para salir del país, no te preocu...—soy interrumpida por la puerta de la oficina. Una de las bailarinas sale corriendo girando su cabeza en todas la direcciones.
—¡Anahi! —viene hacia mi, su choque contra mi cuerpo me propina una caída fuerte contra el suelo—. Estamos en reunión, el nuevo dueño quiere conocerte.
—No veo el punto, ya he renunciado —la ayudo a levantaste, sobó con mucho cuidado mis trasero.
—Aun así, te quiere conocer, Anahi.
Miro la cara de Laina, está asiente. Le entrego todo lo que pueda serle útil en el peor de los casos.
—Ve al apartamento, quédate ahí. Jerry te va a cuidar por mi -—le informo y espero hasta que se de la vuelta para entrar a aquella oficina.
Respiro profundo, calmando mi cuerpo dejando atrás mi mirada sumisa por una de altiveza, si quiere conocerme que conozca a quien realmente soy. Abro la puerta con brusquedad dejando que pase mi antigua compañera. Se que he llamado la atención de todos, más es mi sorpresa al ver la cara de quién me ha mandado a llamar. Cierro la puerta a mis espaldas, es la misma mirada de hace rato, pero hay algo raro en ella. Sus ojos, uno es verde y el otro color café. Su rostro está serio sin una pizca de diversión en el, por mi parte tengo una pequeña sonrisa.
—Un gusto conocerlo.
Hablo en su dirección, parandome entre las demás bailarinas, la arrogancia que transmite en su mirada me hace elevar más mi mentón, sonrío con descaro. A pesar de que el frío en la oficina abraza mi cuerpo no me permito temblar, examina mi cuerpo con su mirada, no llevo mi máscara. Y se que me reconoce por mi vestimenta, el sujetador y la falda.
No pronuncia palabra, me muerdo la lengua para no hablar de más, ¿Por que Chui, apostó el burdel? Una pregunta sin respuesta y creo que así se quedará durante un tiempo.
—Todos afuera, menos Anahi —su voz es muy gruesa y escuchar mi nombre salir de sus labios es la puta gloria.
Dicho y hecho, solo quedamos el y yo en el lugar. Su mirada muestra más que arrogancia, muestra lujuria, sus intenciones están claras para él, pero no para mí. Quiero saber que hay más allá, que se esconden en la profundidad es de sus ojos. ¿Le gustará el averno?
—¿Cuales son sus deseos? —me acerco a el escritorio apoyando mis manos, haciendo que mi cara quede frente a la de él.
Sus ojos examinan los míos, sonríe a medio lado, pero su cara mantiene esa pizca de seriedad. Mi pregunta lo ha tomado por sorpresa al igual que mi acercamiento, quiero saber que es lo que quiere.
—Tu —esa palabra es más que suficiente para hacerme vacilar frente a él—. Seguirás trabajando para mí.
Eso sí que no, no puedo dejar a Laina sola.
—Seras para mí, a menos claro que quieras seguir bailando aquí —estoy confundida, aprieto mis dientes ante su declaración pero en mis pensamientos hay más de uno que tiene que ver con su muerte.
—No.
—Sí, y no está a discusión. Te han vendido a mi.
Me río en su cara, es un chiste de mal gusto. Coloca frente a mi un contrato, y luego un acta de matrimonio Anahí Malyshev y Draven Sokolov. Dejo de leer, no puede ser está mierda estoy jodida. Confíe en el para nada. La desconfianza por delante siempre.
Recuerdo que ese no es mi nombre y está vez me rio con ganas, hay valla mierda.
—El documento no es válido, ese no es mi nombre —sonrio de manera amplia y altanera ante él, más que sentirme bien lo demuestro.
—Lo sé, por eso ante todo me encargue de investigar te —valla me investigo, alzó mis cejas esperando a que siga hablando—. No seas tan altanera Anahera. Eres mi esposa y así se va a quedar.
Muestra la otra acta con mi nombre completo y luego el suyo. Estoy realmente jodida.
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En la misma habitación que el Diablo
De Todo-Cuidado, no es mala persona. Pero no sabe amar -fue esa su advertencia pero me deje llevar por el color tan raro de sus ojos. Cada palabra que decía la guardaba en una bóveda. No fue la única advertencia que me dieron pero igual caí por el. Ahora...