Capitulo 15

194 13 0
                                    

Anahera Malyshev.

Estamos desayunando el ambiente está demasiado tenso, Draven tiene una de sus manos en mi muslo. Cristal come feliz contando un poco de todo, Laina hace preguntas, Hendrick y Ethan ni se miran, estan uno frente a otro. Dejo mi plato al sentir náuseas, bebo un poco de agua y recuesto mi cabeza en el hombro de Draven, no hay nadie en el restaurante del hotel, y se que fue obra de Draven.

—¿Te sientes bien? —su voz ronca llena mi oído, que sexy.

—Más o menos —muerdo mi labio reprimiendo una sonrisa.

—Permiso —se levanta tan rápido que me da risa, a pesar de mi dolor de cabeza me rio de Ethan.

—Ire a hablar con él, cuida a Cris —beso su mejilla levantándome de la mesa yendo tras él.

En el camino las mujeres de la recepción me miran y se rien, poco me importa. Ethan está esperando a que las puertas del ascensor abran, corro tratando de llegar a tiempo, me caigo a mitad de camino y me rio tan fuerte que Ethan voltea, cuando me ve se ríe y luego viene a ayudarme.

—Oye, me voy a morir de la risa —se ríe mientras me tiende una de sus manos y con la otra se agarra la barriga.

—Pero, serás...—cuando me terminó de levantar le doy un sape.

—¿Y eso por qué fue? 

Se soba la cabeza se ríe nervioso, miro a mis espaldas y al ver a Hendrick entiendo.

—No vuelvas a reírte de mi —agarro su mano y lo jaló dirigiendo nos a las escaleras pese a los gritos de Hendrick llamandonos.

Subo las escaleras en silencio esperando a que hable.

—¿Y bien?

—¿Que?

Suspiro y me paro haciendo que él también lo haga.

—No me voy a mover hasta que hables.

—Bien, ¿recuerdas lo de anoche? —asiento haciendo que se sonroje—. Le di un beso a Hendrick...

—¿En el cachete?, supongo —niega y me tapo la boca—. ¿En la boca?

—Sí —grito, nunca, nunca me imaginé tener a un amigo que fuera gay.

Si es que lo puedo considerar amigo, lo abrazo sorprendiendo lo, me lo devuelve con su ceño fruncido y su boca entre abierta que abre y cierra como un pez fuera del agua.

—¿Te gusta?

—¿Quién? —me separó un poco y lo miro mal haciendo que sonrisa.

—Hendrick, ¿Te gusta?

—No lo sé.

—Te comprendo —me encojo de hombros—. Yo también le dije a Draven que lo amo, si te preguntan no recuerdas nada de nada.

—Promesa de meñique —extiende el suyo mientras yo asiento.

—Promesa de meñique.

Nos reímos terminando de subir las escaleras, sonrío cuando empieza con sus locuras, las personas en los pasillos nos miran como si estuvieramos locos. Está vez una mujer se acerca a Ethan.

—Ethan, ¿y Draven? —su pregunta hace que Ethan la mire raro, mi ceño está fruncido, mi mete revuelta. Mis emociones están que se desbordan.

Cálmate por el bien de todos.

—No te importa, Katia. Es descortés de tu parte, por respeto que le tengo a tu hermano vete y déjanos en paz. —me jala dejando a aquella mujer furiosa, su suspiro llama mi atención.

La puerta de la habitación está entre abierta, sin dejar de mirar le pegó en su hombro, el miedo recorre mi cuerpo. Ethan se acerca vacilante, pero antes de entrar llama a alguien.

—Bien, llega rápido —corta la llamada y se vuelve a acercar a mi, se queda a mi lado. Su rostro es inexpresivo, su mirada café es penetrante, su postura es firme sin vacilar en alguna decisión.

Me pongo tras el al ver llegar a Draven, muy serio, todos los día tiene una mirada que lo hace ver intimidante pero está vez, es peor que las otras veces.

Se acerca hasta mi agarrándome entre sus brazos.

—Ethan, infórmame.

—Cerradura forzada, guardias muertos. Encuentro para nada casual un solo rostro y culpable.

—Ivanov.

Asiente y se aleja llegando hasta Laina con Cris en sus brazos, se las lleva.

—Nos vamos —avisa a Hendrick quien está inspeccionando la cerradura—. Te mandaran la dirección en unos minutos, reúne al consejo. Nos vemos en dos horas.

Asiente y me lleva con él, el transcurso es silencioso al estar en el ascensor, su voz dura llena el aire.

—La próxima vez que pintes mis tatuajes asegúrate que el color se borre.

—¿Pintar tus tatuajes? ¿La próxima vez? —me hago la desentendida, me quiero reír pero mantengo mi cara confusa.

Me mira divertido y se acerca a mi acorralando me, en una esquina del elevador, su cara queda a centímetros de la mía, pongo mis labios en una linea fina y niego.

—No recuerdo nada —sonrie y se acerca más y más hasta que nuestras respiraciones se mezclan y nuestros labios se rozan.

—Puedes engañar a todo el que quieras —deja un beso corto—. Te ayudaré a mentir si quieres, pero jamás podrás ocultar me la verdad a mi.

Nuestros ojos se siguen, el mira mis labios y yo los de él, me roba un beso, está vez lento, delicado dejando que me vuelva adicta al sabor de ellos, a la suavidad con la que empieza y con la ferocidad con la que terminan, con sus movimientos rápido para tenerme acorralada.

—Cuentame, revelarme ese secreto que te consume —no entiendo porque lo dice, pero estoy segura que si le cueto al diablo mis pecados. Me terminaré de corromper.

—El que juega con fuego se quema, Draven —jadeo un poco mirando sus ojos esos que me hacen pensar todo el dia en su color. En él.

—Estas equivocada, Маленький Медведь —sonríe de lado y coloca sus labios en mi oído—. Quien juega con fuego no se quema, peca. Y el pecado consume su alma hasta ser del diablo. Angel.

El sonido de las puertas abriéndose llena la pequeña tensión que estaba en el aire, agarra mi mano y me lleva hasta la salida del hotel donde una camioneta nos espera.

—Al departamento —el conductor asiente y cierra la puerta cuando nos terminamos de subir.

Suspiro y recuesto mi cabeza en la ventana, fingiendo que lo que se ve más allá, es lo más interesante del mundo.

—Cuentame, ¿Ethan beso a Hendrick, de verdad?

—¿Como lo sabes? —me duele el cuello por el movimiento brusco.

—Entonces, si es verdad.




En la misma habitación que el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora