Jugando con fuego

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Daleska

Como casi todas las mañanas salgo a correr diez kilómetros, amaba sentir el viento chocar con mi cara mientras observaba el divino paisaje que la ciudad me regalaba.

—Estoy agotada. Vamos a desayunar a mi casa. Esta súper cerca. —Dice Angui

—No lo sé... siempre que voy tu padre me mira como si me odiara. —Exhalo y bebo un poco de agua. —¿No le has dicho que ni de chiste me atrevería a decir que el es el mafioso que toda la policía busca? —Digo.

El era un narcotraficante, producía la mejor droga nunca antes vista y la distribuía por todo el país. Pero tenia "doble identidad" el magnífico empresario intachable, aunque su empresa era solamente una fachada para sus sucios negocios. Era un hombre muy misterioso pero jodidamente atractivo. Angui pasaba desapercibida, tenía
"otra identidad" como Angui Evans, todo para que no descubriesen quién era su padre.

Yo era la única que sabía "su secreto", Axel era uno de los hombres más buscados del país, aunque nadie conocía su rostro. Ni cualquiera de sus dos identidades, la policía solamente lo reconocía por su apodo "El Lord". Era muy inteligente en cada cosa que hacía, jamás lo habían descubierto y podía vivir tranquilo, ir y venir a donde quisiera sin ser reconocido.

Claro como "Axel Evans" por qué el consideraba que usar su apellido real podía ser peligroso.

—Ya sabe que tu guardas secretos como una tumba. Si el pensara lo contrario ya te hubiese asesinado. —Dice Angui y ríe en cuanto me ve tensarme.

—No es un buen chiste. —Digo.

—No te va a matar. —Ríe. —Incluso creo que le agradas. —Dice.

—Ajá. Le agrado tanto que siempre está serio cuando me ve. —Digo.

—Bueno, si no le agradaras no hubiese dejado que te organice la fiesta sorpresa con todos los compañeros de la universidad esta noche. - dice.

—Angui... sabes que mi cumpleaños no es algo que me guste celebrar. Este día también es el aniversario de la muerte de mis padres. —
Exhalo, recordando aquel fatal accidente en el que ambos murieron, dejándome sola y en la nada gracias a todas las deudas que tenian.
Sus deudas me quitaron absolutamente todo lo que me habían dejado así que estos años he tenido que trabajar y estudiar sin descanso.

No me quejo, las cosas difíciles son las que más valen la pena.

—Yo se, pero, la llegada al mundo de mi mejor amiga, de ¡mi hermana! si es algo que me interesa celebrar. Vamos, ya es hora de que te diviertas un poco. -Dice. Exhalo.

—Bien... —Digo y el chofer de Angui llega a buscarnos. Se baja a abrirnos la puerta y me sonríe amable.

—Hola Félix. —Dice Angui y sube al auto.
Hago lo mismo, Félix emprende camino a casa de Axel, había aceptado el desayuno.

—Buen día señor Evans. —Digo e intento no mirarlo. La verdad, me daba pena aceptar que el padre de mi mejor amiga era uno de los hombres más guapos que había conocido.

—Buen día Señorita Ridley. —Dice. —Hola, Angui. —Deja un beso en la frente de su hija.

—Daleska estará aquí todo el día, por lo de su fiesta de cumpleaños. —Dice Angui y asiente llevándose un bocado de comida a la boca.

—Ya mandé a ocultar toda la mercancía y las armas. Angui no quiero que beban de más y no quiero al resto de tus amigos fisgoneando en la casa o no volveré a dejar que los traigas de nuevo. ¿Está claro?—Dice con esa voz tan imponente, tan dura, tan... tan característica de
"El Lord".

Entre las llamas de su infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora