❥ Capítulo 4: Carrera contra el Tiempo - Enredados en la Arena ⤾·˚

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El mundo mágico, con sus paisajes cambiantes y reglas impredecibles, es conocido por ofrecer retos desafiantes a la imaginación. En esta ocasión, sin embargo, el desafío parecía más un mal chiste.

El sol dorado brillaba sobre la vasta extensión de la vasta playa mágica donde los vientos eran tan ruidosos que a veces resultaba difícil oír tus propios pensamientos. El oleaje gigante chocaba contra las rocas, y los rayos de luz se reflejaban en la arena con un destello cegador. Frente a ellos estaba Jorgen Von Strangle, imponente como siempre, con los músculos tensos y los brazos cruzados sobre el pecho. A su lado, una cuerda mágica flotaba en el aire, con un nudo aparentemente imposible de desatar.

—¡Bienvenidos al Desafío de Playa Militar! —tronó sus nudillos, su voz resonando como una explosión. Los músculos de su cuello parecían flexionarse solo al hablar—. Hoy, ustedes dos debiluchos tendrán que trabajar juntos para completar el circuito de obstáculos más difícil del mundo mágico... atados entre sí.

Cupido miró la cuerda con una mezcla de horror y resignación. Sus alas se agitaban incómodamente detrás de él, claramente molesto con la idea de ser amarrado, literalmente, a ese pixie que lo exasperaba.

—¿Esto es en serio? —bufó, frunciendo el ceño. Sus ojos rodaron hacia Sanderson, que simplemente lo miraba con una ceja levantada y una expresión neutral. Como siempre.

—Es simbólico —replicó Sanderson, repitiendo su frase favorita. Cupido se mordió el labio para no gritar. ¿Otra vez con lo simbólico?

—Claro, porque ser amarrados y arrastrarnos por la arena es el epítome de la simbología —murmuró Cupido, lanzando una mirada fulminante hacia el oficinista, que se encogió de hombros.

Jorgen, impaciente, les lanzó la cuerda, la cual se enredó mágicamente alrededor de sus cinturas, apretándolos firmemente uno contra el otro.

—¡Ahora corran, o el Kraken de Arena los alcanzará! —exclamó, apuntando hacia la parte trasera de la playa, donde una masa de tentáculos arenosos comenzaba a emerger de las olas.

Sanderson, siempre tan estoico, miró a Cupido como si ya estuvieran sincronizados.

—Es mejor que nos pongamos en marcha —dijo calmadamente.

Cupido lo fulminó con la mirada, sus alas batiendo nerviosas.

—¡¿Tú crees?! —respondió con sarcasmo mientras musculoso militar alado, soplaba un silbato, y ambos comenzaron a correr, torpemente, a través de la arena.

El primer obstáculo era un grupo de rocas movedizas, diseñadas para cambiar de lugar cada vez que uno de ellos daba un paso. Mientras Sanderson avanzaba con precisión, Cupido tropezaba con casi todas las piedras.

—¡Podrías ser más preciso! —se quejó Cupido, alzando una ceja mientras la cuerda lo arrastraba un par de pasos hacia atrás cada vez que el pixie avanzaba.

—Podrías intentar coordinarte mejor conmigo —respondió Sanderson, sin perder su tono monótono ni su compostura. A pesar de los obstáculos, él mantenía su estilo inmaculado, casi como si estuviera caminando por un parque.

—¿Coordinarme? —Cupido resopló—. Estamos atados como si fuéramos parte de un extraño programa de juegos mágicos. ¿Cómo esperas que coordine cuando...?

Antes de que pudiera terminar, una ola gigante de arena los alcanzó, arrastrándolos unos metros hacia atrás. Ambos terminaron cubiertos de arena hasta las rodillas, con Cupido luchando por desenredar sus alas.

—¡Este es el peor día de mi vida! —gritó, sacudiendo el polvo dorado de su traje.

—No estás solo en eso —murmuró Sanderson, finalmente mostrándose ligeramente molesto, algo que el querubín notó con una satisfacción infantil.

Después de varios intentos fallidos, tropezones y alguna que otra discusión sobre quién debía ir primero, lograron superar los últimos obstáculos: unas paredes mágicas que se abrían y cerraban aleatoriamente. Con la cuerda desatada finalmente por Jorgen, ambos cayeron exhaustos sobre la arena, respirando con dificultad mientras el gigante militar los observaba desde arriba con los brazos cruzados.

—¡No han sido tan inútiles como pensaba! —dijo Jorgen, dándoles una palmadita en la espalda que casi los hundió en la arena. Luego, con una sonrisa de satisfacción, añadió—: Prueba completada. Ahora, continúen hacia su siguiente destino, les entregó dos pases VIP para el Show de Moda de la carismática Hada de los dientes.

Cupido se levantó, sacudiéndose la arena del cuerpo, mientras le lanzaba una mirada cargada de desprecio a Sanderson, quien tomó ambos pases y los guardó en su saco.

—Odio trabajar contigo.

—El sentimiento es mutuo —respondió Sanderson, ajustándose las gafas de sol. Sin embargo, en su mirada había una chispa de complicidad que Cupido no pudo ignorar.

░[ PIXIE LOVE]░  ➼ ➼ Cuando Cupido Dispara Dos Veces ♥ ░░Donde viven las historias. Descúbrelo ahora