Después del caos de la pasarela de moda, donde ambos se habían visto obligados a mostrar su creatividad en formas que nunca imaginaron, el siguiente desafío les pareció... aburrido, al menos a Cupido.
Frente a ellos apareció en un poof pixelado y gris, el Jefe de Sanderson, flotando con su típica expresión monótona. Este los condujo a un edificio gris y rectangular en el borde del Mundo Mágico, ninguno de los dos seres mágicos esperaban que lo peor estaba por llegar.
—Bienvenidos a la última prueba —exclamó el Jefe pixie, su voz monótona y frígida, esparciéndose en eco entre las paredes frías de las Oficinas Centrales de los Pixies.
El interior del edificio estaba lleno de cubículos monótonos y pilas interminables de papeles que parecían multiplicarse con cada parpadeo. Los pixies que trabajaban allí se movían en silencio, casi como sombras, con sus trajes de negocios grises, sin prestarles atención mientras mecanografiaban a una velocidad sobrenatural.
—¿Esto es una broma? —preguntó Cupido, frunciendo el ceño mientras observaba la escena. Todo el brillo y la extravagancia del Mundo Mágico se desvanecía aquí, en este ambiente opresivamente ordinario.
—Odio decirlo, pero esto parece peor que enfrentarse al Kraken de Arena —murmuró el querubín al mirar la montaña de documentos en el escritorio que les había sido asignado.
—No es una broma —dijo Sanderson, ajustándose las gafas mientras miraba la pila de papeles—. Es eficiencia pura. Burocracia.
Cupido lo miró como si estuviera loco, con una clara expresión llena de consternación.
—¿Eficiencia? ¿Cómo puede alguien ser "eficiente" con... esto? —Agitó las manos hacia los interminables documentos, formularios mágicos y sellos que poblaban el lugar. Los ojos del ángel rosado casi se desorbitaron al ver que algunos pergaminos parecían tener vida propia, enrollándose y desarrollándose como si estuvieran haciendo ejercicio.
El Jefe sonrió de manera siniestra y divertida.
—Su tarea es simple: ordenar, revisar y sellar todos los formularios antes de que acabe el tiempo. —el pixie miró su reloj y añadió—: Solo tienen una hora.
—¿Una hora? —repitió Cupido, asombrado—. ¡Esto es imposible! ¿Cuántos formularios hay aquí? ¿Mil?
—Tres mil doscientos —respondió el Jefe pixie con una sonrisa maliciosa aunque manteniendo su tono monótono intacto, dejando caer un cronómetro en la mesa—. ¡Buena suerte! —Y con eso, se desvaneció en su típica nube pixelada corporativa.
Sanderson, tan sereno como siempre, tomó asiento y comenzó a revisar los formularios con una calma irritante. Cupido, por otro lado, se quedó de pie, mirando la enorme pila de papeles como si fuera un monstruo esperando a ser devorado.
—Esto es ridículo. ¡Nos están castigando por algo! —protestó, sin saber exactamente qué, pero sintiendo que el desafío era un insulto personal.
—Tal vez si dejaras de quejarte y te concentraras, podríamos terminar antes —dijo Sanderson, sin apartar la vista del formulario que estaba revisando—. La mayoría de estos son simples solicitudes de permisos mágicos. Es cuestión de firmar y sellar.
Cupido bufó, tomando un asiento frente a la pila de documentos, no sin antes dar un par de vueltas dramáticas.
—Esto es ridículo —repitió nuevamente, comenzando a sellar con fuerza uno de los formularios—. ¿Qué clase de desafío es este? ¿Sellar papeles? ¿En serio? No puedo creer que me hayan rebajado a esto.
Mientras los minutos pasaban, Cupido empezó a trabajar, aunque con notable falta de entusiasmo. Sanderson, por otro lado, estaba concentrado, su precisión y frialdad lo hacían avanzar rápidamente, revisando cada documento con una eficiencia que casi parecía inhumana. A cada tanto, Cupido lanzaba una mirada de reojo hacia su compañero, irritado por lo fácil que parecía resultar todo.
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░[ PIXIE LOVE]░ ➼ ➼ Cuando Cupido Dispara Dos Veces ♥ ░░
Hayran Kurgu"Cuando el impredecible Cupido y el metódico Sanderson son forzados a colaborar en una serie de pruebas imposibles, ambos descubren que la tensión entre ellos va mucho más allá de su rivalidad sentimental. Lo que comienza como una simple misión por...