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Caminaba por los pasillos del instituto en el estudiaba, masticaba un chicle y de vez en cuando hacía una pompa.
Miró por la ventana al escuchar algo de jaleo, como la buena cotilla que es, no disimuló ni un poco mostrando su curiosidad libremente al asomarse con casi la mitad de su cuerpo.

Resulta que abajo en el patio se encontraba un grupo de chicos siendo golpeados de manera cruel por su queridísimo Goo.

-- Que tipo tan malo -- murmuró con burla al ver cómo el rubio le pegaba en la nuca a un estudiante con un bate.

No siente ni un poco de pena por ellos, se lo buscaron al meterse con ella y con otros estudiantes débiles.
Les había advertido el otro día que si llegaban a tocarle un solo pelo llamaría a su amigo para que los machaque, lamentablemente ellos no le hicieron caso y ella acabó herida.

Le habían pegado fuerte en la cara dejando que un parche blanco en su mejilla tape el feo moratón que le hicieron esos tontos bravucones.

Bajó de la segunda planta al notar que Goo la estaba mirando, tenía que ir hacia él antes de que lo vean los profesores.

-- ¡Ey! -- le saludó alegremente aún sin tirar el bate, la fémina hizo una mueca de asco al ver que estaba sucio de sangre -- Hice mi trabajo, te toca ahora a tí.

-- Sí, sí, lo sé -- rápidamente sacó un par de billetes para entregárselos al rubio -- Toma, es todo lo que tengo hoy.

Goo soltó un suspiro encantado por el dinero que había recibido.

-- Normalmente suelo cobrar más pero como se trata de tí las cosas cambian -- dijo con una sonrisa coqueta y pasando su brazo por los hombros de la pelinegra -- ¿Te apetece ir esta tarde conmigo al cine?

-- ¿Crees que es un buen lugar para invitar a alguien al cine? -- preguntó señalando a los cuerpos ensangrentados e inconscientes en el suelo -- Esto da asco.

-- A mi me gusta -- frunció las cejas confundido -- Le da ese toque romántico.

-- Que bobo eres -- alejó su brazo de ella para poner algo de distancia -- Saldré contigo como amigos y no como una cita.

-- Amigos, parejas, es lo mismo -- resto importancia mientras guardaba el dinero -- Ya caerás pero de momento disfrutemos de mi hermosa cara.

-- Que insoportable eres -- se giró para seguir con su camino ignorando las quejas del rubio -- Me voy a clases, vete antes de que te vea algún profesor. No me metas en más problemas.








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-- ¿Donde estabas? -- preguntó la fría voz de su madre.

-- En la biblioteca -- mintió mientras dejaba su mochila en su habitación.
Con algo de esfuerzo ignoraba como si madre la seguía hasta entrar en la habitación de la fémina -- Solo estaba estudiando con unas amigas.

-- ¿Y por eso vuelves tan tarde? -- preguntó sin creerle ni una sola palabra -- Seré mayor pero no tonta, así que ya puedes empezar a decirme donde estabas.

-- ¡Ya te lo he dicho! ¡En la maldita biblioteca! -- se sentó en su cama bruscamente sabiendo lo que le espera el resto de la noche.

-- ¡Y yo soy la presidenta de Corea, no te jode! -- gritó acercandose de manera amenazante hacia su hija -- ¡Tienes suerte de que está noche no está tu padre por qué si no te mataría!

-- ¡Pero si no hice nada malo!

El fuerte golpe en su mejilla hizo que se callara sorprendida ya que no se lo esperaba, si padre es el que siempre la golpea pero no su madre. Ella no es así.

¿𝐌𝐢 𝐩𝐞𝐨𝐫 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫 𝐨 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫? / 𝐋𝐎𝐎𝐊𝐈𝐒𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora