CAPÍTULO 17

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"¡Acabo de tatuar mi nombre a la fuerza en el pecho de Castie!l" - pensaba mientras corría fuera del edificio con una gran sonrisa en la cara.

No puedo explicar con exactitud el remolino de sentimientos que golpeaban mi interior. Por un lado sentía una gran euforia que me hacía reír a carcajadas mientras corría (cualquiera pensaría que estaba loca), por el otro me invadía una sensación de miedo y arrepentimiento, a la vez que mi ansiedad se disparaba pensando en las consecuencias que tendría por lo que acababa de hacer.

Había soñado mil veces con vengarme de Castiel por haberme abandonado a manos de mi padre y haber roto su promesa. Había imaginado mil veces su cráneo aplastado bajo mis botas, su pene desgarrado de un mordisco, su cuerpo siendo apuñalado, un desfile de camiones pasando sobre él... El odio me había cegado durante años, no podía soportar el dolor de la traición de la única persona que amé y me había amado. Cada vez que pensaba en él sentía un fuego en el estómago de pura rabia y sed de venganza.

Pero ahora que me había vengado, me sentía mal. Siendo empática con él y conociendo su historia, podía incluso llegar a entenderlo. Al fin y al cabo cuando todo ocurrió él solo tenía 17 años. Cómo iba un chico de 17 años a salvarme de aquella pesadilla, él no era capaz de enfrentarse a mi padre; un monstruo tan malvado como poderoso y millonario. Y aún así, con su corta edad trazó un plan para ir a rescatarme, se enfocó en ganar dinero con los conciertos con el único objetivo de ir a por mi. A pesar de apenas conocerme, de habernos amado con tanta intensidad en un periodo de tiempo tan corto, puso su vida patas arriba por mi. Luego ocurrió lo inevitable, llegó la fama y no supo controlarla. Comenzó a drogarse para aliviar el dolor que le causaba no estar conmigo y se le fue de las manos. Después de la rehabilitación empezó a estudiar teniendo aún en mente la idea de ayudarme. En el fondo nunca había dejado de pensar en mi. Dejé de correr en seco.

Cuánto más pensaba en su relato me era más imposible seguir odiándolo. Me senté en la acera mientras seguía reflexionando con la mirada fija al horizonte. ¿Cómo voy a culparlo por no haber sabido manejar una situación tan complicada, si solo era un crío? ¿A cuántos no se les habría ido de las manos una fama repentina a una corta edad y sin un apoyo parental? Yo misma tardé años en reaccionar ante mis problemas y buscar alguna solución, porque no tenía las herramientas suficientes para gestionarlo, al igual que él.

Y ahora lo había dejado desnudo y atado a una cama con mi nombre ensangrentado en su pecho. Mierda. Mierda. Mierda.

Me levanté de un salto y corrí volviendo por el mismo camino para desatarlo. Justo ahora que había rehecho mi vida, había vuelto a cagarla. Encima cometiendo un delito que me traería consecuencias. Todo por un brote impulsivo, a la vez que planeado, de puro odio.

Subí las escaleras de dos en dos dirigiéndome a la habitación dónde estaba Castiel. Tal vez todavía no era demasiado tarde, tal vez aún podía resolver las cosas...

Pero al abrir la puerta me encontré el cuarto vacío... No había rastro de Castiel.

-C-Castiel... ¿dónde estás?- murmuré mientras entraba en la habitación.

Antes de darme cuenta unos fuertes brazos me agarraron por detrás y me levantaron por los aires. Era Castiel, estaba escondido en el baño.

-AAAHHH ¡SUÉLTAME! - Grité mientras zarandeaba mis piernas tratando de escapar de sus brazos.

Escuché su risa malévola en mi nuca y sentí miedo pensando en que es lo que pretendía hacerme. Después de lo que le había hecho yo estoy segura de que nada bueno. No solo me estaba agarrando sin ninguna dificultad por los aires mientras inmovilizaba mis brazos sino que además inclinó su cabeza hacia mi pelo y lo inhaló con fuerza. En ese momento sentí mil punzadas en el estómago y dejé de intentar escaparme de entre sus brazos, su aliento en mi nuca me puso los pelos de punta. ¿Acababa de olerme el pelo?

Tú eres mía [Fanfic Castiel, Corazón de Melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora