Me levanté. Como cada mañana. Cogí una camiseta de cuello alto y mangas largas color beige, a pesar de que estábamos a mediados de mayo y empezaba a hacer demasiado calor. Pantalones largos. Zapatillas.
"Buena chica. Ellos deben ver la menor cantidad de cuerpo posible".
Fui al baño, dejé la ropa y abrí la ducha.
"Como cada mañana".
Me desnudé. Me observé en el espejo. Un cuerpo excesivamente delgado, desagradable a la vista. Un cuerpo adornado con galaxias de hematomas, en cualquier lugar donde pusieras los ojos. Unos ojos vacíos, cansados y muertos, que ya ni siquiera piden ayuda a gritos como antaño pues han aceptado su fúnebre destino. Una chica rota en todos los sentidos.
-Me das asco.- Escupí a la desagradable imagen del espejo.- Como cada mañana.
Instituto. Me senté al fondo, detrás del chico gordito al que usaba de muro para que ni siquiera el profesor notase mi existencia. Garabateé mi pupitre, repleto de frases dolorosas que yo misma había escrito.
Eres basura.
A nadie le importas.
No existes.
Él nunca vendrá.
¿Cuándo te suicidarás, Shirley?
"Pronto" escribí debajo. "Muy pronto".
De vuelta a casa. Aunque más que una casa era una de las mansiones más lujosas del país. Mi padre era dueño de tres empresas, todas importantes, cómo no. Cuando yo llegaba él siempre estaba a punto de salir a su trabajo. Al principio trataba de tardar más para no verle, pero se dio cuenta, por supuesto.
-Esta casa está hecha una mierda maldita vaga. Hoy vas a limpiarla de arriba a abajo. -Esa era su forma de saludarme.- Y pobre de ti, si encuentro una mínima cosa que no esté en orden. Vendrán a cenar unos compañeros de trabajo así que ponte algún vestido.
-¿Cómo me voy a poner un vestido, con tantos moratones?-Pregunté en un hilo de voz.
-Ese es problema tuyo. ¿Para qué está el maquillaje estúpida?
"Para tapar signos de violencia, seguro que no".
-La cena la traerán a domicilio un restaurante. Tú haz una tarta, muy importante. Al fin y al cabo es mi cumpleaños.
-¿Tengo que estar en la fiesta?
-No. Saludarás, cenarás, pero después te irás. Debes entender que las fiestas de las empresas importantes no son algo para crías.
Eso solo significaba que me pasaría el día siguiente limpiando vómitos de alcohólicos, semen de baños y sábanas, restos de cocaína de mesas y suelo, objetos rotos, colillas y quizá algún que otro jovenzuelo trajese jeringuillas para pincharse alguna exótica droga. Así eran las fiestas de las grandes empresas, que tenían tanto poder que ni siquiera la ley podía limitarles, pues el dinero era la única ley que ellos conocían. Además, esas eran una de las cosas que más le gustaban a mi padre: drogas. Antes no lo sabía porque mi madre me lo ocultaba de todas las formas posibles. Pero en realidad me encantaba esa faceta suya, tal vez muriese de sobredosis.
-Y no entres en mi cuarto.
Ah, y follarse secretarias. Eso también le encantaba.
Mi padre se fue a trabajar y yo subí a mi habitación. Estudiar, estudiar, estudiar, estudiar. ¿Para qué? ¿Qué sentido tenía estudiar para mi? No iba a ser médico, ni profesora, ni ninguna otra profesión de mierda. No veía ningún futuro para mi, tan solo la idea de morir era aceptada en mi mente. ¿Entonces por qué me esforzaba en sacar unas notas sobresalientes? Ah sí, para ahorrar palizas. La hija del jefe debe ser sobresaliente en la escuela, cómo no.
ESTÁS LEYENDO
Tú eres mía [Fanfic Castiel, Corazón de Melón]
FanfictionLa malhumorada Shirley ha llegado a una nueva ciudad. No se espera todo lo que el futuro le deparará allí. Nuevas amistades, nuevos romances que pasarán del amor al odio en segundos, nuevos enemigos, un pasado que la persigue y muchos problemas. Shi...