CAPÍTULO 12

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        -Que no hace falta, pesada...-volvió a replicar el exasperado pelirrojo.

        -Insisto, mañana te devolveré el dinero de lo que pedí. No puedo dejar que lo pagues tú todo, me voy a sentir aprovechada.

        -¡PE, SA, DA! -Hice un puchero y le golpeé en el hombro.- Además, con lo de esta noche ya me has pagado suficiente. -Me guiñó uno de sus grises ojos. Tardé unos segundos en procesar lo que acababa de decir y cuando lo hice le fulminé con la mirada.

        -¡No soy una maldita prostituta!- Grité molesta. Él solo rió y salió del local.

        Le seguí silenciosa con el ceño fruncido, mirando su coronilla distraída. Y sin poderlo evitar, instantáneamente, la imagen de su ancha espalda denuda y sudada sobre mí rebotó en mi cabeza haciéndome arder las mejillas.

        “Calma Shirley, calma. Deja de pensar en sexo pequeña pervertida”. Abofeteé mis mejillas.

        Pero ¿ cómo olvidar algo así? Y si todo salía bien, no sería la última vez. Recordé lo que le había confesado a Castiel hacía escasos minutos; 'sé exactamente que decisión tomar, voy a quedarme aquí'. Y aquella dulce sonrisa que había aparecido en su rostro al escucharme, me había derretido el corazón. Realmente le importaba.

        -Castiel, me voy. -Dije una vez en la calle mirando el reloj. Las clases empezarían en una media hora y todavía tenía que volver a casa a cambiarme- Adi...

        -No. Tú no te vas.- Me interrumpió con su típica sonrisa de medio lado. Lo observé fijamente y di un largo suspiro. ¿Por qué era tan caprichoso a veces?

        -Adiós.- Y dando el asunto por zanjado comencé a caminar calle abajo.

        No pasaron ni 10 segundos andando cuando sentí que un par de brazos me tomaban por la cintura y me colgaban en su hombro como un maldito saco de papas.

        -¡Estúpido! ¡Tienes cinco segundos para soltarme, y no estoy bromeando maldito...!

        -A callar.- Dijo dándome una palmada en el trasero.

        “¿Realmente acaba de azotarme como si fuera una mula...? ¿Él acaba de...? ¿A mi trasero...? ¿En serio...?”

        El shock fue tan grande que no fui capaz de pronunciar ningún sonido en todo el camino hasta que él me soltó, por fin, en mitad de su salón. Me miró de arriba a abajo y abrió la boca para decir algo, pero le interrumpí.

        -No me puedes llevar. No tengo mis libros aquí.- Le expliqué.

        -Te los puede prestar alguien.

         -Llevo la misma ropa de ayer.

        -¿Y qué?- Solté un bufido.

        -Que me van a decir guarra.

        -No hueles ma...

        -¡Ay, joder!- Exclamé desesperada- ¿Qué crees qué pensará la gente si me ven llegar al instituto contigo y con la misma ropa de ayer?

        -No me importa que sepan que pasé la noche contigo. Es más, pondría carteles y lo pregonaría para que todos se enterasen.- Levanté una ceja.

        -¿Y tu novia qué?- Él sonrió.

        -Mi exnovia querrás decir.

        El corazón se me paró por un instante. ¿En serio iba a dejar a la chica espectacular por mí? ¿Por una tía a la que apenas conocía y que le insultaba treinta veces al día? ¿Yo? Me miró sonriendo esperando algún tipo de reacción, pero yo estaba aún sin palabras. Debía decir que yo también le quería, que era muy bonito lo que había hecho, que Debrah era una perra, que tenía un culo muy sexy, algo, algo, el tiempo pasaba. “¡Di algo ya, tonta!”

Tú eres mía [Fanfic Castiel, Corazón de Melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora