Había salido a caminar para despejarme. El cielo estaba cubierto de un gris plomizo y la brisa fresca acariciaba mi rostro mientras mis pasos me llevaban, sin darme cuenta, hacia la pequeña arboleda detrás de la escuela. A veces, este rincón solitario parecía ser el único lugar donde podía encontrar algo de claridad en medio del caos que se había vuelto mi vida. Estar allí me ofrecía un refugio, lejos de las miradas curiosas y de preguntas que no sabía cómo responder. Sin embargo, esta vez, algo era diferente. No estaba sola.
—¿Lis? —La voz de Alec sonó detrás de mí, cálida y sorprendida, como si tampoco esperara encontrarme allí.
Al girarme, traté de ocultar el nerviosismo que surgía en mi interior cada vez que estaba cerca de él.
—Hola, Alec —respondí, esforzándome por sonar casual—. ¿Qué haces aquí?
Él me observó en silencio, sus ojos atentos, hasta que una leve sonrisa se asomó en sus labios.
—Podría preguntarte lo mismo. —Su tono era suave, pero había una chispa de algo más en su mirada—
—Digamos que necesitaba pensar —admití, desviando la mirada hacia el suelo, insegura de cuánto quería revelarle.
Él asintió y sin apartar sus ojos de los míos, preguntó:
—¿Pensar en qué?
Se apoyó contra un árbol cercano, esperando pacientemente, como si supiera que cualquier respuesta que le diera sería solo una capa superficial. Su postura relajada contrastaba con la intensidad de su mirada; quería la verdad o al menos lo más cercano a ella que yo estuviera dispuesta a ofrecer. Mordí mi labio, debatiéndome entre el deseo de ser honesta y la necesidad de proteger el secreto que cargaba. Había algo en él, una calma que me hacía querer confiar. Quizá también llevaba consigo algo que guardaba tan celosamente como yo.
—A veces siento que... —comencé, escogiendo mis palabras con cuidado— este mundo guarda secretos que no entiendo, cosas que... escapan a la lógica. —Levanté la mirada, intentando descifrar su reacción.
Por un instante, Alec se quedó en silencio. Sus ojos reflejaron una seriedad que me hizo estremecer. Y entonces, inesperadamente, habló con una sinceridad que me dejó sin aliento.
—¿Y si te dijera que no eres la única que siente eso? —Su voz sonaba extrañamente segura, como si él supiera algo que yo apenas empezaba a comprender.
Mi corazón dio un vuelco, atrapado en una mezcla de incertidumbre y emoción. Alec parecía estar tratando de decirme algo importante, algo que, de alguna manera, compartíamos sin haberlo confesado. A pesar de mi impulso de abrirme por completo, una parte de mí temía revelar demasiado. Me quedé en silencio, expectante, esperando que él continuara.
—Lis, yo... —Alec hizo una pausa, como si estuviera luchando contra una barrera invisible—. Desde hace algún tiempo, siento que algo me atrae hacia ti. Algo... especial, como si nuestros caminos estuvieran destinados a cruzarse mucho antes de que nos conociéramos.
Sus palabras fueron como una corriente eléctrica que recorrió todo mi ser. ¿Era posible que él también sintiera lo que yo? Ese enigma, esa conexión que se manifestaba en pequeños detalles y en miradas que parecían contener mucho más de lo que decían. Pero Alec no se detuvo allí.
—Sé que suena extraño —continuó—, pero tengo la sensación de que... tú también estás conectada a algo más grande. Algo que aún no comprendemos del todo. Y si eso es cierto, tal vez puedas entender que yo también tengo algo... algo que proteger.
No podía creer lo que estaba escuchando. Alec no solo parecía entender, sino que estaba insinuando que él también cargaba un secreto, uno que resonaba en el mío. Mi instinto me decía que confiara, pero el miedo a que la verdad rompiera ese delicado equilibrio me detenía. Por primera vez, sentía que alguien, además de Reb, comprendía, aunque fuera un pequeño fragmento, el peso de lo que llevaba.
—¿Así que tú también tienes un... secreto? —pregunté, tratando de no sonar demasiado ansiosa, pero cada palabra salió cargada de anticipación.
Él asintió, sus ojos fijos en los míos, transmitiendo una intensidad desconocida.
—Sí. No puedo revelarlo todavía, pero quiero que sepas que no estás sola en esto. Cualquiera que sea la verdad que cargas, estaré aquí para ayudarte cuando llegue el momento. —Sus palabras, dichas con una solemnidad que pocas veces había visto en él, me llenaron de una calidez inesperada, de una especie de esperanza que hacía mucho tiempo no sentía.
Un silencio pesado cayó entre nosotros, pero no era incómodo; era una pausa cargada de significados no expresados, de promesas implícitas. Algo profundo nos unía, algo que iba más allá de las palabras y lo sabíamos ambos. A medida que el viento soplaba con mayor intensidad, las sombras de los árboles parecían danzar a nuestro alrededor, reflejando la tensión y el misterio que llenaba el aire. Alec extendió su mano hacia mí, sus ojos reflejando una confianza silenciosa. Sin pensarlo, coloqué mi mano en la suya, sintiendo una conexión tangible, una corriente que nos unía en ese gesto sencillo. Era un pacto no dicho, una promesa de que algún día, cuando el momento fuera el adecuado, descubriríamos la verdad juntos. Al borde del claro, me detuve y miré hacia el cielo, que empezaba a oscurecerse. Podía sentir el roce del viento en mi piel, pero no era suficiente para calmar el torbellino de pensamientos en mi mente. La conexión que había sentido era algo más que un simple roce de manos; era como si algo antiguo y profundo nos envolviera, uniendo nuestros destinos. Sin embargo, también sentía un peso en el aire, un murmullo de advertencias que no podía ignorar.
"No estás sola en esto", había dicho Alec y su promesa retumbaba en mi corazón. Pero, ¿qué secretos estaba dispuesto a compartir? ¿Qué sombras acechaban en su pasado?
Mientras nuestros pasos nos llevaban de regreso al pueblo, supe que la noche aún guardaba secretos que solo nosotros podríamos desentrañar.
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"Lis :La Última Hechicera"
Fantasy'Lis, la última de su linaje, debe navegar un mundo donde portales ocultos y fuerzas oscuras amenazan todo lo que ama. Pero a medida que los secretos se desvelan, descubre que la magia no es el único peligro que acecha en las sombras.Un traidor que...