"Lis :La Última Hechicera"

Capítulo 10: Atrapados

El aire en mi habitación se volvió pesado, cargado con una sensación de frío antinatural que me recorrió la espalda. Todo comenzó con una leve brisa que hizo temblar las cortinas, pero en cuestión de segundos, la temperatura bajó drásticamente. Mis manos temblaban mientras intentaba encender la luz de la lámpara junto a mi cama, pero la bombilla parpadeó, titilando de forma intermitente antes de apagarse por completo. Algo estaba mal. Sentí una presencia, una energía. No estaba sola. Entonces las vi, emergiendo lentamente de las sombras que se proyectaban en las paredes de mi habitación. Eran figuras etéreas, de cuerpos delgados y alargados, sus rostros ocultos bajo capas de niebla densa. Sus ojos, vacíos y brillantes, me miraban con una intensidad sobrenatural, llenando el aire de una presión que me hacía difícil respirar. Las reconocí de inmediato: eran las mujeres de mi linaje. Las mismas que había visto en las viejas fotografías en el diario de mi abuela, sus rostros pálidos y sus miradas llenas de secretos no revelados. Las hechiceras. Intenté moverme, pero mis piernas no respondían. El miedo me atrapó, paralizándome. La que parecía ser la líder del grupo, una mujer con cabello largo y gris que flotaba a su alrededor como un manto, dio un paso adelante. Sus ojos se clavaron en los míos, atravesándome con una fuerza que me dejó sin aliento. Era como si pudiera ver dentro de mí, directamente en mi alma.

—Lis... —susurró, su voz se entremezclaba con un eco distante que parecía resonar desde otra época—. Hemos estado esperándote. 

—¿Quién... quiénes son? —logré preguntar con un hilo de voz, aunque en el fondo ya conocía la respuesta.

—Somos las guardianas de tu linaje. Hechiceras que caminaron antes que tú, en los senderos oscuros del poder y del destino. El legado de sangre fluye en ti, y ahora es el momento de que asumas tu lugar —respondió la líder, acercándose un paso más, su figura envuelta en sombras danzantes.

Intenté apartarme, pero estaba atrapada, congelada en el mismo lugar.

—No entiendo... ¿Qué esperan de mí? —pregunté, sintiendo que el pánico crecía en mi pecho.

—El destino de nuestro linaje está en tus manos, Lis. Desde mucho antes de que nacieras, tu abuela sabía que solo tú tendrías el poder para derrotar a nuestro enemigo. Reconocía la fuerza que llevas dentro, una fuerza que es la más poderosa que ha existido en todos los mundos de este universo —susurró una de las hechiceras más jóvenes—. Las sombras lo saben y por eso temen. 

Mis pensamientos volaban a mil por hora. Las sombras. Los sueños. La Hermandad Oscura. 

—¿Qué debo hacer? Ya he cerrado portales, ya estoy entrenando con Alaria, he combatido con las sombras —pregunté, tratando de controlar el temblor en mi voz.

La líder de las hechiceras extendió su mano hacia mí y una corriente de energía surgió de sus dedos, envolviendo el aire entre nosotras. Sentí su poder resonar a través de mi cuerpo, como un eco lejano de algo que siempre había estado ahí, dormido.

—Debes encontrar la verdad. Debes enfrentar el destino que se ha tejido a través de generaciones. Nosotras estaremos aquí para ayudarte en esa gran batalla que tendrás que enfrentar, pero recuerda, Lis... —sus ojos se oscurecieron aún más, como pozos sin fondo—. La traición vendrá desde donde menos la esperes.

De repente, una ráfaga de viento helado atravesó la habitación, y las figuras de las hechiceras comenzaron a desvanecerse, disolviéndose en el aire como si nunca hubieran estado ahí. Mis piernas temblaban, pero logré mantenerme en pie. El silencio que quedó después era abrumador, solo roto por el sonido de mi respiración agitada. La traición vendrá desde donde menos la esperes. Esas palabras resonaban en mi mente ya Alaria me habia advertido de eso pero esta vez la advertencia de las hechiceras me dio más miedo, como si el traidor estuviera junto a mi y no me doy cuenta de quien es , una advertencia que no podía ignorar.