a ritual?

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Después de correr sin parar, llegué de nuevo a la superficie. Mi respiración era pesada, y mi corazón latía con fuerza, pero no podía detenerme. No después de lo que acababa de escuchar. "Un día", esas palabras resonaban en mi mente como un eco que no me dejaba en paz. ¿Por qué mi padre querría el alma de Kenma? Sabía que debía ser por su poder, pero la verdad detrás de esa intención me aterraba más de lo que podía admitir.

Cuando llegué a casa, mamá estaba sentada en el sofá, sosteniendo a Kenma, que aún parecía algo débil después de todo lo que había pasado. Al verme entrar, ambos me miraron, pero no dijeron nada. Mi madre solo asintió con la cabeza, entendiendo que la situación no iba a mejorar por sí sola.

Me acerqué a ellos lentamente, sintiendo cómo el peso de la decisión que debía tomar caía sobre mis hombros. Me senté frente a Kenma, y él me miró con esos ojos dorados que ahora reflejaban más confusión que nunca.

—Kuroo, ¿qué ha pasado? —preguntó, su voz temblando un poco.

Lo miré fijamente, pensando en cómo decirle lo que había descubierto. No podía mentirle, no después de todo lo que habíamos vivido juntos.

—Mi padre… —empecé, tomando aire para mantener la calma—. Quiere tu alma. Quiere tu poder.

Kenma abrió los ojos, sorprendido, mientras mi madre desvió la mirada, sabiendo que no había forma fácil de resolver esto.

—¿Qué? —Kenma susurró, como si las palabras no pudieran salir de su boca. Sus manos temblaron un poco, y pude ver cómo su energía fluctuaba ligeramente.

—No dejaré que te haga daño. No importa lo que tenga que hacer —le dije con firmeza, apretando sus manos entre las mías. Mi mirada buscaba la suya, tratando de darle alguna seguridad en medio del caos.

—Pero… ¿qué podemos hacer? —preguntó, su voz apenas un susurro. Se sentía perdido, como si la sombra de mi padre estuviera encima de él, amenazando con destruir todo lo que habíamos construido juntos.

Mamá se levantó y se acercó a nosotros. Su mirada era dura, pero llena de amor. Sabía que no había muchas opciones, pero también conocía algo que no nos había revelado hasta ahora.

—Hay una manera —dijo, su voz calmada pero llena de determinación.

Kenma y yo la miramos con sorpresa. No esperaba que hubiera una solución, pero si mamá lo decía, era porque conocía una vía.

—Existe un ritual antiguo —continuó—, uno que podría proteger el alma de Kenma, sellándola de cualquier influencia externa. Sin embargo, es peligroso… y solo podría ser realizado en esa cueva.

La cueva de la que habíamos hablado antes. La cueva con la energía oscura. Sabía que ir allí era arriesgado, pero si eso significaba proteger a Kenma de mi padre, entonces no me quedaba otra opción.

—¿Y qué pasa si fallamos? —pregunté, sabiendo que la respuesta podría ser fatal.

Mamá se quedó en silencio por un momento antes de responder.

—Si fallamos… ambos podríamos morir. Pero si no lo hacemos, Kenma estará perdido para siempre.

El silencio cayó sobre nosotros como una sombra. Sabía que era una decisión peligrosa, pero no podía permitir que mi padre tomara el alma de Kenma. No después de todo lo que habíamos pasado juntos. Miré a Kenma, que aún me observaba con temor, pero también con confianza. Él confiaba en mí, y eso era todo lo que necesitaba para tomar mi decisión.

—Vamos a hacerlo —dije con firmeza, mirando a mi madre y luego a Kenma—. No vamos a perder.

Kenma asintió lentamente, aunque el miedo seguía reflejado en sus ojos. Sabía que estaba aterrorizado, pero también sabía que no tenía otra opción.

Mamá asintió, y sin decir más, comenzó a preparar todo lo necesario para el ritual. Sabíamos que no sería fácil, pero estábamos dispuestos a arriesgarlo todo para salvar a Kenma. No había vuelta atrás.

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