There is no turning back

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Ya no tenemos vuelta atrás, ya estábamos dentro de esa puta cueva Kenna cada paso se debilitaba al igualmente que mi madre ,no quería seguir caminando cada paso era un dolor para ambos.

Mire atrás donde estaba mi madre y mi madre estaba pálida,no podía ponerse muy bien de pie ,por otro lado kenma aún podía caminar solo que cada vez se pone más pálido, estábamos llegando .Llegamos a un lugar apenas puse un pie dentro de ese extrañó lugar puertas se abrieron mi madre alejo a Kenna de ella y lo puso a mi lado,mamá se puso al medio de ese extrañó lugar vi como lentamente un ser se llevaba lentamente a mi madre, lágrimas salieron de mis ojos.

Caminé donde ella ,vi su sonrisa. Quel me tocó el hombro y me hizo continuar con el ritual,mientras ese ser se llenaba del alma de mi madre note a kenma debilitándose, estaba de rodillas.Sin darme cuenta ese ser transfiero algo de su energía en kenma asiendo que se desmaye

—Te quiero..—susurro mi madre,en último suspiro.

Aquél último suspiro de mamá me hizo saber que terminó,me arrodille en el cuerpo de mi madre abrazando la, abrazando su cuerpo muert,gire mi cabeza a otro lado y estaba kenma.. inconsciente pero algo cambio en el ,en su cabello tiene un mechón rojo.

Deje a mamá en ese lugar con el corazón roto tome a kenma en mis brazos llevándolo.

Recosté a Kenma con cuidado, asegurándome de que su respiración fuera estable. Cada suspiro que soltaba era pausado y profundo, como si su cuerpo estuviera asimilando un poder que no le pertenecía. Ese mechón rojo en su cabello no dejaba de captar mi atención, brillaba como una marca ardiente de lo que habíamos sacrificado, de lo que mamá había dado para salvarnos.

Observé a mi alrededor; la habitación estaba en silencio, un eco frío de todo lo que habíamos perdido. No podía dejar de pensar en mamá, su último suspiro, su fuerza hasta el final. Tomé la manta y cubrí a Kenma, quien no mostraba signos de despertar pronto, y me arrodillé a su lado.

Cerré los ojos, deseando sentir la presencia de mamá, algún rastro de su espíritu que me dijera que estaba bien. Pero el vacío era todo lo que respondía. Al abrir los ojos, vi cómo el mechón rojo de Kenma se desvanecía lentamente hasta que quedó en un tono apagado. Parecía una señal de que la energía que había recibido no era eterna, que quizás había un precio que aún desconocíamos.

Respiré hondo y murmuré, "Te prometo, mamá, que no dejaré que esto sea en vano. Lo protegeré..."

Justo en ese momento, Kenma abrió los ojos, y aunque estaban cansados, había una intensidad nueva en ellos, un brillo inusual que antes no estaba.

—¿Kenma...? —susurré, tomando su mano.

Él me miró, su voz era un susurro debilitado—: Fue ella, ¿verdad? Sentí... sentí su energía.

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