La manada

No más Verstappen

Este fin de semana se celebra el Gran Premio de Holanda, lo que hace al pequeño Max increíblemente feliz, ya que puede comer stroopwafels y hablar su idioma con algunos de los trabajadores.

Llegan al circuito como siempre, Max en el coche de Seb o en el de Kimi, porque nunca han compartido. Llevan meses haciendo exactamente lo mismo y los medios aún no les han pillado.

Max, como siempre, se sienta en el garaje que elige, que no necesariamente es el de Seb o Kimi, a veces va al del tío Michael o al del tío Nando.

Hoy está en casa de Kimi, luciendo una de las copas de piloto en señal de apoyo. Uno de los trabajadores le da unos auriculares para que pueda escuchar a su padre. Y se sienta, con Osito en el regazo, a ver la carrera, sin apartar la vista de la pantalla más que para observar las paradas en boxes.

Pero a pocas vueltas de terminar la carrera, dos policías irrumpen en el garaje y escrutan la sala. Max se queda mirando al final. Uno de ellos se acerca a él y un ingeniero se interpone rápidamente.

"Muévete" dice el oficial, intentando pasar al lado del ingeniero que acaba de moverse para quedar nuevamente frente a él.

—Dame una razón—responde, Max apenas lo conoce, pero agradece al alfa por protegerlo así.

“Tenemos una alerta de secuestro contra ese chico”, responde el otro policía. “Tenemos que llevarlo a una comisaría hasta que todo se aclare”.

El ingeniero se mueve a regañadientes, permitiendo que el oficial camine hacia Max. El niño entra en pánico al instante, tratando de hacerse el pequeño. No quiere que se lo lleven, quiere que Kimi venga y lo abrace diciendo que fue solo una pesadilla, quiere que Seb lo abrace diciéndole palabras dulces en holandés.

"¿Eres Max Emilian Verstappen?", pregunta el policía, él asiente, cierra los ojos para no llorar mientras el hombre le dice que se levante y lo acompaña fuera de la habitación.

Max está en un coche de policía, abrazado a sus piernas y usando todas sus fuerzas para no llorar. Tiene miedo y el policía es un alfa, lo que solo empeora las cosas.

Los hombres siguen insistiendo en hablar con él, intentando hacer una conversación trivial, Max no habla, no con ellos.

Cuando llegan a la comisaría lo envían a una oficina, y el viejo alfa se sienta al otro lado del escritorio.

“¿Nombre?”, pregunta el hombre con voz áspera, Max no responde “¿Nombre?”, pregunta de nuevo, alzando la voz.

"Max" grita el niño

"Nombre completo", repite el hombre, esta vez con su voz alfa, mientras piensa que el niño se está haciendo el tonto con él.

Max entra en pánico por completo, se le llenan los ojos de lágrimas mientras comienza a temblar y a enroscarse en posición fetal para tratar de protegerse de los golpes que anticipa.

Una mujer irrumpe en la sala, una omega. "Es un caso de secuestro, debes saber que no puedes hablarle así. Además, es mi trabajo interrogar a los testigos y víctimas menores de edad".

El hombre sale enojado de la habitación, pero después de aceptar que ella tiene razón.

-Lo siento- le dice la mujer a Max- te daré unos minutos para que te calmes, ¿quieres beber algo?- pregunta señalando una pequeña nevera.