Mo Ran estuvo tumbado en la cama como un pez muerto durante tres días. Justo cuando sus heridas empezaban a curarse, recibió un mensaje citándole en el Pabellón del Loto Rojo para realizar trabajos serviles como parte de su castigo.
Esto también formaba parte de su castigo. Durante su período de confinamiento, Mo Ran no podía salir de la montaña, pero tampoco podía estar ocioso. Tenia que ayudar a la secta con tareas varias y hacer algunos trabajos duros.
Típicamente, estas tareas incluían cosas como lavar platos para la Sala de la Tía Mengpo, limpiar los 365 leones de piedra de los pilares del Puente Naihe, transcribir tediosos archivos, etc.
Pero, ¿qué era el Pabellón del Loto Rojo? Era la residencia de Chu Wanning, y era conocido como el purgatorio del Infierno del Loto Rojo.
Pocas personas habían estado alguna vez en ese lugar en el pináculo de la vida y la muerte, y todos los que entraban salían con los brazos o las piernas rotas.
Así que, además de llamarse el Infierno del Loto Rojo, la morada de Chu Wanning también tenía un apodo más realista: el Pabellón de la Pierna Rota.
En la secta circulaba un chiste: «El pabellón del Loto esconde una belleza, la belleza suplica a los cielos. Entra en mi Secta de la Pierna Rota, conoce el dolor de las piernas rotas. Anciano Yuheng, asistirte en el corte de tus meridianos es la única opción».
Hubo una vez una intrépida discípula que tuvo la osadía de codiciar la belleza del Anciano Yuheng. Aprovechando una noche oscura y ventosa, se escabulló en secreto hasta la cima meridional, se aferró a los aleros e intentó espiar al anciano bañándose y cambiándose.
Como puedes imaginar, aquella valiente mujer fue golpeada hasta casi morir por Tianwen. Lloró y suplicó clemencia, permaneciendo en cama durante más de cien días.
Chu Wanning incluso hizo una dura declaración de que si alguien se atrevía a repetir la ofensa, le sacarían los ojos.
¿Lo ven? ¡Qué falta de gracia! ¡Qué incomprensible! ¡Qué hombre tan repugnante!
Al principio, en la secta había algunas ingenuas e inocentes hermanas menores que, pensando que el anciano Yuheng mostraría compasión y favor hacia las mujeres, siempre actuaban tímidamente ante él, intentando llamar su atención. Pero desde que el anciano ejecutó a la gamberra, nadie se atrevió a tener ideas sobre él.
El anciano Yuheng, con su ambigua sexualidad, carecía del porte de un caballero. Aparte de ser guapo, carecía de todo lo demás: así valoraban a Chu Wanning los discípulos de la secta.
El discípulo menor que trajo el mensaje miró a Mo Ran con cierta simpatía y no pudo evitar sugerir: «Hermano mayor Mo...»
«¿Hmm?»
«...Ya que el Anciano Yuheng tiene tan mal carácter, nadie que va al Pabellón de Agua del Loto Rojo sale ileso. ¿Por qué no dices que tus heridas aún no se han curado y le pides al Anciano Yuheng que te deje lavar los platos?»
Mo Ran estaba agradecido por el corazón compasivo de este discípulo menor pero declinó su oferta.
¿Buscar el favor de Chu Wanning? No, gracias. No quería ser servido por Tianwen otra vez.
Así que se vistió de mala gana, arrastrando sus pesados pasos, y de mala gana se dirigió a la cima sur del pináculo de la vida y la muerte.
El Pabellón del Loto Rojo, el Infierno del Loto Rojo, la residencia de Chu Wanning, no se veía ningún alma viviente en kilómetros a la redonda.
Nadie quería acercarse a donde él vivía. El terrible gusto de Chu Wanning y su impredecible temperamento hacían que todos en la secta mantuvieran las distancias.