Había una vez un joven llamado Carlos que estaba profundamente enamorado de una chica llamada Lucía. Ella era inteligente, hermosa y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Carlos la veía todos los días en la escuela, pero nunca había tenido el valor de hablarle.
Sus amigos, Alejandro y Sofía, sabían sobre su enamoramiento secreto y decidieron ayudarlo. Un día, durante el recreo, Alejandro y Sofía lo empujaron suavemente hacia Lucía, que estaba sentada sola en un banco.
—¡Vamos, Carlos! —lo animó Alejandro—. ¡Es tu oportunidad!
Carlos se sonrojó y se acercó a Lucía con timidez.
—Hola... —tartamudeó.
Lucía lo miró con sorpresa y sonrió.
—Hola, Carlos. ¿Qué pasa?
Carlos se sentó a su lado y comenzó a hablar sobre su clase de matemáticas. Lucía se rió y se unió a la conversación.
Alejandro y Sofía observaban desde lejos, sonriendo.
—¡Lo está haciendo! —susurró Sofía.
—¡Y Lucía parece interesada! —añadió Alejandro.
A medida que hablaban, Carlos se fue relajando y descubrió que Lucía compartía sus intereses por la música y el cine.
Cuando la campana sonó, señalando el fin del recreo, Carlos se despidió de Lucía con una sonrisa.
—Gracias, amigos —dijo, emocionado—. No sé qué hubiera hecho sin ustedes.
Alejandro y Sofía se rieron y lo abrazaron.
—Eso es lo que hacen los amigos —dijo Alejandro.
Desde ese día, Carlos y Lucía se convirtieron en inseparables. Sus amigos seguían apoyándolos, pero ya no necesitaban empujones.
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Con el paso de los días, Carlos y Lucía se conocieron mejor y descubrieron que compartían muchos intereses y valores. Iban juntos a clase, estudiaban en la biblioteca y salían con amigos.Un día, Carlos decidió invitar a Lucía a un concierto de música en vivo. Ella aceptó emocionada y se reunieron en la puerta del teatro.
Mientras escuchaban la música, Carlos tomó la mano de Lucía y ella no la retiró. Fue un momento mágico, lleno de emoción y conexión.
Después del concierto, Carlos la llevó a un café cercano y le confesó sus sentimientos.
—Lucía, desde que te conocí, supe que eras especial —dijo, nervioso—. Me gustaría saber si sientes lo mismo por mí.
Lucía sonrió y se acercó a él.
—Carlos, me encantas —respondió—. Me siento muy feliz cuando estoy contigo.
Carlos se sintió eufórico y la besó suavemente.
Alejandro y Sofía, que estaban sentados en una mesa cercana, se abrazaron y se felicitaron mutuamente.
—¡Lo logramos! —susurró Sofía.
—¡Y ahora son oficialmente una pareja! —añadió Alejandro.
Carlos y Lucía siguieron saliendo y su relación creció. Iban a paseos, al cine y a eventos deportivos. Sus amigos los apoyaban y se alegraban de verlos felices.
Un año después, Carlos decidió sorprender a Lucía con un viaje romántico a París. La llevó al mismo banco donde se conocieron y le regaló un anillo de compromiso.
—Lucía, ¿quieres pasar el resto de tu vida conmigo? —preguntó, emocionado.
Lucía lloró de alegría y dijo sí.
Y así, la historia de Carlos y Lucía continuó, llena de amor, aventuras y felicidad.
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Pequeñas Historias de Amor
RomanceUn compilación de amor, no todas con un final feliz...