Deja Vu?

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Ana había pasado años tratando de olvidar a su ex novio, Mateo. Después de una dolorosa ruptura, había logrado reconstruir su vida y encontrar la felicidad en su carrera y amigos.

Un día, mientras caminaba por el parque, vio a Mateo sentado en un banco, mirando el lago. Su corazón se detuvo. No lo había visto en años, y la sorpresa la dejó sin aliento.

Al acercarse, Mateo levantó la vista y sus ojos se encontraron. Ana sintió un escalofrío. Era como si el tiempo se hubiera detenido.

—Ana... —dijo Mateo, con una sonrisa tímida.

—Mateo... —respondió ella, intentando mantener la calma.

Se sentó a su lado, y por un momento, pareció que nada había cambiado. La conexión entre ellos seguía siendo fuerte.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Ana.

—Pensando en ti —respondió Mateo—. En nosotros.

Ana se sintió transportada a su pasado. Recordó los momentos felices, las risas y las lágrimas. La sensación era extraña, como si estuviera viviendo una escena que ya había vivido antes.

—Es como un déjà vu —dijo Ana, asombrada.

Mateo la miró intensamente.

—Sí, como si el tiempo no hubiera pasado —dijo.

Ana se sintió confundida. ¿Era posible que su corazón todavía lo amara? ¿O era solo la nostalgia?

Se quedaron en silencio, mirando el lago. La tensión entre ellos era palpable.

—¿Qué pasa con tu vida? —preguntó Ana finalmente.

Mateo le habló de su trabajo, sus viajes y sus sueños. Ana escuchó, fascinada.

—Y tú —dijo Mateo—, ¿qué has estado haciendo?

Ana compartió sus logros y desafíos. Mateo la escuchó con atención.

La conversación fluyó fácilmente, como si nunca se hubieran separado. Ana se sintió cómoda, pero también inquieta.

—Tengo que irme —dijo finalmente.

Mateo se levantó con ella.

—Ana... —dijo, tomándole la mano.

Ella se detuvo, sintiendo la conexión.

—¿Sí?

—Nunca dejé de amarte —dijo Mateo, mirándola a los ojos.

Ana se sintió mareada. ¿Qué significaba eso? ¿Qué quería Mateo?

Se soltó suavemente y se alejó, sin saber qué hacer con sus sentimientos. La sensación de déjà vu seguía presente, como si su corazón estuviera tratando de decirle algo.
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Ana se alejó del parque, sintiendo una mezcla de emociones. La confesión de Mateo la había pillado por sorpresa. No sabía qué hacer con sus sentimientos.

Pasaron días y Ana no podía sacar a Mateo de su cabeza. Recordaba momentos felices de su relación y se preguntaba qué hubiera pasado si no se hubieran separado.

Un día, mientras trabajaba, recibió un mensaje de Mateo.

—Hola, Ana. ¿Puedo verte de nuevo? Quiero hablar contigo.

Ana dudó, pero finalmente aceptó.

Se reunieron en un café y Mateo le explicó que había cambiado mucho desde su separación. Había reflexionado sobre sus errores y quería una segunda oportunidad.

—Te amo, Ana. Siempre te he amado —dijo, mirándola a los ojos.

Ana se sintió conmovida, pero también temerosa.

—No sé, Mateo. Tengo miedo de que vuelva a pasar lo mismo.

Mateo la tomó de la mano.

—Entiendo tus miedos, pero te prometo que he cambiado. Quiero demostrártelo.

Ana se sintió indecisa. ¿Debía darle una segunda oportunidad?

Después de mucho pensar, decidió darle una oportunidad. Empezaron a salir de nuevo, pero esta vez con una perspectiva diferente.

Mateo demostró ser un hombre cambiado, más maduro y comprometido. Ana se sintió feliz y confiada.

Pero justo cuando pensaban que todo iba bien, el pasado volvió a surgir. Un secreto que Mateo había ocultado durante su relación anterior salió a la luz.

Ana se sintió traicionada y confundida.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó, con lágrimas en los ojos.

Mateo se arrodilló frente a ella.

—Lo siento, Ana. Me equivoqué. Pero te juro que te amo y no quiero perder-te de nuevo.

Ana se sintió dividida entre su amor y su dolor.
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Ana se quedó en silencio, procesando sus emociones. Mateo esperó ansiosamente su respuesta, sabiendo que su futuro estaba en juego.

—Necesito tiempo para pensar —dijo Ana finalmente.

Mateo asintió, entendiendo.

—Tómate todo el tiempo que necesites. Estaré aquí, esperándote.

Ana se alejó, sumergida en sus pensamientos. Recordó los momentos felices con Mateo, pero también los dolorosos. Se preguntó si podría confiar en él de nuevo.

Días después, Ana recibió una carta de Mateo. En ella, explicaba su pasado y sus errores, y se disculpaba por haberla herido. La carta estaba llena de sinceridad y emoción.

Ana se conmovió al leerla. Comenzó a ver a Mateo desde una perspectiva diferente. Entendió que todos cometemos errores y que el amor puede perdonar.

Decidió darle una segunda oportunidad, pero con condiciones.

—Mateo, quiero que sepas que te amo —dijo Ana—. Pero necesito que seas transparente conmigo. No más secretos.

Mateo se emocionó.

—Te lo prometo, Ana. Seré honesto contigo siempre.

Y así, Ana y Mateo comenzaron de nuevo. Su relación se fortaleció con la comunicación y la confianza.

Pero justo cuando pensaban que habían superado todos los obstáculos, surgieron nuevos desafíos. La familia de Ana no aceptaba a Mateo debido a su pasado.

—No quiero que te lastime de nuevo —dijo la madre de Ana.

Ana se sintió atrapada entre su amor y su familia.

—Mamá, entiendo tus preocupaciones, pero Mateo ha cambiado. Lo amo y quiero darle una oportunidad.

La madre de Ana se mostró escéptica.

—Veremos —dijo.

Ana y Mateo enfrentaron juntos los desafíos familiares, demostrando su amor y compromiso.

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