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Chester ajustó su postura en el mueble, moviéndose con lentitud, mientras un brillo leve, casi ansioso, se encendía en sus ojos. "¿Qué tal lo hice?" preguntó, esperando una respuesta favorable de Kendrick, el mayordomo. Sabía que si fallaba, tendría que soportar otra sesión en la que le mencionaría nombres de personajes cuya crueldad y malicia detestaba profundamente. Tenía suficiente con Mandy. La sola mención de su nombre le revolvía el ánimo. No quería saber más de ella ni de lo que implicaba compartir espacio con su severa presencia. Todo en su mente giraba en torno a encontrar el momento propicio para escapar, pues sabía que la morena estaba equivocada si pensaba que él era un simple bufón, fácil de manipular.

"Supongo que podría mejorar," respondió Kendrick, con un suspiro pesado mientras se llevaba la mano a la sien, masajeándola brevemente antes de retomar su postura rígida. "Mas no es momento de estancarnos en este punto. Acertó en la mayoría, lo cual es suficiente por ahora. Procedamos al siguiente paso."

Chester asintió, esbozando una sonrisa socarrona. Se levantó con lentitud, pero un mareo inesperado lo golpeó. Las horas pasadas en el mueble le habían dejado el cuerpo entumecido. Emitió un leve gemido de dolor mientras se estiraba, sus articulaciones crujían bajo la presión del movimiento.

"Y bien, ¿qué sigue?" preguntó mientras terminaba de desperezarse, estirando los brazos y las piernas como si fuera un guerrero preparándose para la batalla.

"Ahora, deberá aprender a bailar," respondió Kendrick, ajustándose el monóculo con precisión antes de devolver el brazo a su posición formal tras la espalda. "Y para ello, tendrá el honor de hacerlo con su majestad."

Chester dejó escapar una carcajada irónica, cruzando los brazos con desdén. "¿Bailar? ¿Con la reina de la amargura? Estás loco. Jamás bailaré con esa fiera." Aunque trató de mantener su compostura, la mera idea le resultaba ridícula. Sabía muy bien que la morena le detestaba, y la sola idea de acercarse tanto a ella le provocaba un escalofrío incómodo.

El mayordomo lo miró cansadamente, como si lidiar con Chester fuera un castigo divino que le pesaba en los hombros.

"Cuide su lengua, milord," replicó el mayordomo, con su mirada severa. "Podría ofender a oídos indiscretos. Y si me permite decirlo, no tiene opción alguna. Ella le aguarda en el gran salón. No tenemos tiempo que perder."

El mayordomo dejó el grueso volumen en una pequeña estantería cercana antes de abrir la puerta, gesticulando con la mano para que Chester lo siguiera. El pelirrojo lanzó una mirada irritada al anciano, pero se mantuvo en silencio, masculló algo inaudible, pero tan solo siguió caminando tras él. Atravesaron largos corredores, cuyas paredes de piedra parecían susurrar antiguas leyendas. Finalmente, llegaron a unas puertas majestuosas, más imponentes que las del gran comedor. Tallados en la madera habían símbolos arcanos que evocaban un sentido de solemnidad y misterio. El corazón de Chester dio un vuelco ante la visión. Al abrirse la puerta un chirrido inmediato reveló el inmenso salón, iluminado por la luz de los candelabros que colgaban del techo como guardianes silenciosos.

Al instante, sus ojos se encontraron con Mandy, de pie en el centro de la vasta sala. Su piel morena brillaba a la luz de las antorchas, y su semblante era tan serio como siempre. En sus manos sostenía unos pergaminos, los cuales entregó al guardia más cercano con un ademán brusco seguido de un par de órdenes rápidas antes de encaminarse hacia él.

Chester, queriendo evitar cualquier enfrentamiento, levantó la mano en señal de saludo, acompañando el gesto con una sonrisa tímida y torpe. Cualquier atisbo de calidez en aquel gesto fue rápidamente disuelto cuando vió que la reina apenas le dedicaba una mirada.

El pelirrojo, incómodo, dejó caer su mano y desvió la mirada, tratando de disimular su creciente ansiedad.

"¿Cumplió con lo que le ordené?" preguntó la morena con voz fría, mirando a Kendrick sin prestarle demasiada atención a Chester. El mayordomo asintió de inmediato.

"Lo hizo con diligencia, majestad," respondió con firmeza. La reina lo miró por un breve momento antes de dirigir su gélida mirada a Chester. Este sintió un nudo formarse en su estómago. ¿Acaso era miedo? Sí, sin duda lo era.

Los dos compartieron una mirada intensa, una especie de guerra silenciosa. Sus ojos, levemente hinchados, captaron la atención del pelirrojo. ¿Había estado llorando? Sin pensarlo, Chester dio un paso hacia ella, sus labios formaron una pregunta no dicha, pero ella giró sobre sus talones, dándole la espalda antes de que pudiera articular palabra alguna. Sin más, se posicionó en el centro del salón, como si nada hubiera ocurrido.

"Empecemos," ordenó Kendrick, rompiendo la tensión mientras alargaba la mano hacia Chester para guiarlo. El pelirrojo, aún dubitativo, se acercó lentamente.

Kendrick, con movimientos calculados, tomó las manos de Chester y las posicionó: una mano descansaba en la cintura de la reina, mientras que la otra sostenía con cierta torpeza la mano de ella. El contacto hizo que ambos se tensaran por un instante, pero ignoraron el momento. Chester, sintiendo el calor de la piel de Mandy bajo su palma, apretó suavemente su cintura, sorprendido de lo bien que encajaba allí.

La música comenzó a sonar, era una melodía suave y elegante que envolvía el gran salón con su serenidad. La morena, acostumbrada a esos movimientos, guió el baile. Chester, en cambio, se tambaleaba con torpeza, sus pies se movían erráticamente. No tardó en pisar el delicado pie de la reina. Mandy arqueó una ceja y, sin decir nada, retiró su pie, pero el incidente se repitió momentos después. Esta vez, ella resopló, separándose bruscamente de él.

"Lo haces a propósito, ¿verdad?" espetó irritada.

"¡No!" replicó Chester, levantando las manos. "Jamás he hecho algo así. No tengo idea de cómo moverme."

"Volverán a intentarlo," intervino Kendrick, haciendo una seña para que la música reanudara. Aunque a regañadientes, la reina volvió a acercarse, permitiendo que Chester la tomara de nuevo.

Los siguientes intentos no fueron mejores. Chester chocaba con los muebles, haciendo que Mandy apretara los labios en frustración. Sus pasos erráticos lo llevaron a tropezar una vez más, cayendo estrepitosamente al suelo mientras soltaba un quejido de dolor.

"Eres un completo idiota." dijo Mandy, cruzándose de brazos y observándolo desde arriba con una mirada implacable.

"¡Pues en ese caso no hubieras insistido en traerme aquí! Eres cruel, una mujer sin corazón," respondió Chester, escupiendo las palabras con furia mientras se levantaba de golpe. Se giró y salió del salón, con su pecho ardiendo con una rabia que lo cegaba.

Mandy, enfurecida por la insolencia del bufón, estaba a punto de seguirlo, pero Kendrick la detuvo.

"Su majestad, si me permite" dijo, con suavidad. "Quizás sería conveniente mostrar un poco más de amabilidad. De otro modo, no lograremos avanzar."

Mandy cerró los ojos, respirando profundamente mientras trataba de calmar su enojo. Sabía que Kendrick tenía razón, pero su orgullo le impedía admitirlo. Se dejó caer en una silla cercana, pasando una mano por su cabello mientras trataba de recomponerse. Sabía que Kendrick tenía razón, pero su orgullo era demasiado grande para admitirlo.

[KISMET] \ (Mandy x Chester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora